—Al principio había dos infinitos: la ausencia infinita que era el Vacío y la existencia infinita del Todopoderoso. Ambas se contenían mutuamente, aunque estaban eternamente separadas. Para definir e iluminar la
frontera que las separa, el Hacedor dio forma a los Ángeles del Amanecer.
Yo era uno de ellos.
“Nuestro propósito y misión consistía en expandir la voluntad del
Hacedor por todo el perímetro de la Creación, moldeando así el equilibrio
perfecto entre lo que Es y lo que No Es. Lo que no era Dios no era absolutamente nada. De modo que era preciso encontrar una especie de mediación
para crear una capa intermedia: el cosmos. Éramos necesarios para separar
el principio divino de todas las cosas que podían ser para transmitírselo a las
cosas concretas que eran. Nuestra función, a grandes rasgos, consistía en
tamizar Su voluntad en formas discretas.”
“La voluntad de Dios fue el primer acto, lo que algunas fuentes recogen como “fiat lux” y otras con el nombre de Big Bang.”
“En aquel primer día de potencial infinito, surgimos en avalancha. El
Trono de la Luz de Luna, el Dominio Escarlata, los Siete Querubines Radiantes... Por debajo de ellos, criaturas menores como el Arcángel Viridian,
el poder del Reflejo... incluso mi humilde ser. Aquel primer día, todo era
posible, literalmente. Y nuestro trabajo consistía en aventar esa posibilidad,
hilvanarla en madejas y tejer el mejor de todos los mundos posibles.”
“Los de la Casa del Amanecer no fuimos los únicos, evidentemente.
Los primeros, los más importantes, los más próximos al Altísimo... y, por ese
mismo motivo, los que menos influencia directa teníamos sobre el mundo
de materia prima. ¿Recuerdas lo que dije antes sobre la contaminación?
Nosotros no éramos más que la primera de varias barreras entre lo divino
y lo material. Su voluntad en estado puro vino a nosotros, donde fue...
confinada, distorsionada tal vez, hasta convertirse en la declaración de Su
voluntad. Las Casas que estaban por debajo de nosotros cargaron con el
verdadero cumplimiento de Su voluntad.”
“La segunda legión estaba compuesta por la Casa del Firmamento, ángeles del viento y la dinámica. En un principio, su tarea consistía en animar
los elementos del universo.”
“Posees un cuerpo compuesto de distintas partes —corazón, pulmones, cerebro— pero, por separado, cada una de ellas está muerta y no sirve
de nada. Sólo cuando se unen emergen sus verdaderas cualidades. La Segunda Casa gobernaba ese principio. Para ellos, el conjunto puede ser algo
más que la suma de sus partes.”
“La labor más crucial de la Casa del Firmamento consistía en transmitir el aliento de vida del Hacedor a lo Hecho. Cada árbol, cada brizna
de hierba, cada hormiga y cormorán y elefante recibió la vida gracias al
hálito de un Ángel del Firmamento. No eran sólo los dadores de vida, sino
también sus protectores.”
“El vínculo que existe entre un Guardián y las criaturas a las que insufló aliento es fuerte y profundo, como lo es el que se da entre una madre y su
retoño. Los ángeles de la Segunda Casa podían sentir cuándo corría peligro
cualquiera de sus protegidos y volaban al instante desde los confines de la
Creación para defenderlos. Yo colaboré estrechamente con muchos de ellos
en aquellos primeros días... el Poder del Aumento Ilimitado, el Dominio de
la Cúpula Azur... incluso con el Serafín del Límite Inalcanzable. En más de
un sentido, eran los más bondadosos, los menos egoístas de todos nosotros.
Hasta el más poderoso de ellos era conocido, no por su gloria personal,
sino por la gloria que daba su reflejo a los demás. Eran invisibles como el
viento, pero sabíamos cuándo estaba alguno presente. Sentíamos su abrazo
en todas direcciones, la aceleración del impulso de expandir y mejorar. Su
grandeza era tal que todo lo que los rodeaba se volvía más grande.”
“La Tercera Casa fue la Casa del Fundamento, la Casa de la Materia,
de lo tangible, de las cosas que puedes sentir con tu cuerpo en vez de deducirlas con la mente. Si las primeras Casas se ocupaban de lo efímero, los
artesanos de la Tercera Casa ralentizaban la energía hasta convertirla en
materia, enfriaban el magma para crear la piedra y daban forma a la vida.
Todo lo que sientes y tocas es obra suya. Si los Dadores del Amanecer volábamos en haces de luz y los Guardianes entraban en el mundo invisibles
como un suspiro, los Fundamentales hollaban la tierra y se enterraban en
ella. El dominio Dorado, el Poder de las Arenas Movedizas, el Serafín de
las Cumbres Montañosas... en cualquier caso, su gloria residía en sus obras,
no en ellos mismos.”
“A los ojos de la humanidad, los Ángeles de lo Perceptible quizá parezcan unas niñas exitosos. A fin de cuentas, manipularon los aspectos más
accesibles y observables del mundo, lo que se puede tocar, coger, medir y
examinar. Tuve poco contacto con la Casa de la Tierra, personalmente,
aunque no de los suyos me hirió gravemente en la Guerra... pero no nos
adelantemos a los acontecimientos.”
“La Cuarta Casa era la Casa de las Esferas, los Azares que fijaron el
rumbo de las luces cósmicas y, en el proceso, cedieron a toda la Creación los
puntales del Tiempo. De todas las Casas, quizá sólo ésta y la Quinta pudieran competir con nosotros en cuanto a puro esplendor personal. Me acuerdo de su boato, de cómo descendían del Cielo entre remolinos de capas
cuajadas de estrellas. En su día bailé con el mismísimo Trono de la Estrella
Polar, y me halaga recordar el favor de sus ojos negros. Escuché las canciones de las Pléyades, gasté bromas de las Virtudes del Pasado y el Futuro, y
fui agasajado en las cortes de los Querubines de la Diversidad. Los Ángeles
de la Temporalidad eran una Casa noble y digna que gobernaba desde sus
castillos de cristal en la luna y deambulaba con grandeza entre las esferas
estelares. Sufrieron mucho durante la guerra, puesto que la Tierra no era su
hogar natural, y hubieron de recurrir a toda su capacidad de premonición y
anticipación para sobrevivir... pero al principio, eran espléndidos.”
“Sus iguales en hermosura eran los Ángeles de lo Profundo. Paradójicos, líricos, líquidos y libres, se ocupaban de gobernar lo eternamente
cambiante y el cambio eterno. El mar era el hogar adecuado para ellos, los
Poderes de la Mareas y las Virtudes del Ciclo. Cuando la humanidad se desarrolló, los Oceanitas se convirtieron en los patrones del arte y la belleza,
de la mutabilidad y el patrón resonante.”
“Los Ángeles de lo Profundo encuentran su representación idónea
en el océano, siempre ahí pero nunca el mismo. La sustancia física del
agua fue creada por los Fundamentales, pero fueron los Oceanitas los que
la animaron y gobernaron debido a su excelente talento para controlar y
transmitir patrones. Pertenecen al patrón, no a la materia, del mismo modo
que mis palabras no son mi boca ni el aire que atraviesan ni tu oído cuando
las escuchas. Los Oceanitas eran como ondas en el agua, en movimiento
constante, sin una localización estable. Se encontraban en el agua y pertenecían al agua, pero no eran el agua. Este tipo de transiciones constituía el
dominio de los Ángeles de lo Profundo. Se convirtieron en guardianes de
la belleza y la cultura, dado que una escultura, una canción o un relato no
es sino un intento por transmitir un patrón de existencia por medio de otro
medio a otra alma.”
“La siguiente Casa en ser creada alojaba a los supervisores de lo salvaje, los Ángeles de la Naturaleza, que gobernaban los instintos y las interacciones del mundo natural. ¿Ves cómo siguen refinándose los deberes de
las distintas Casas? Primero estaba la voluntad pura. Luego la separación,
la individualidad. A continuación, la estabilidad. Después de eso, el orden
del cambio. La mutabilidad dentro de la estabilidad fue lo próximo, y por
último, patrones de cambio cada vez mayores y más graduales... las migraciones de los alces, los ciclos de crecimiento de los insectos, el equilibrio
demográfico entre depredadores y presas.”
“Aunque la Casa de la Naturaleza se preocupaba de minucias en varios sentidos, he de comentar que su dominio era sumamente complejo.
Para cuando surgió algo que pudiera calificarse de sistema ecológico —no
sólo prototipos de criaturas individuales, sino poblaciones de ellas que se
relacionaran con la flora, el resto de la fauna y los cambios climáticos—
el nivel de sofisticación del universo era sumamente elevado. Comprende
que, por complejo que pueda ser el ecosistema que tú conoces, las interacciones interconectadas del Paraíso eran mucho más complicadas. Pero, de
nuevo, no adelantemos acontecimientos.”
“Los Ángeles de la Naturaleza, desde el Serafín del Ciclo a los más
humildes Ángeles de la Renovación, constituían un colectivo pragmático y
cerebral. Supongo que hay que serlo para preocuparse y organizar hasta al
último animal sobre la Tierra. Menudo acto de equilibrio, qué duda cabe.
Pero no tuve muchas ocasiones de relacionarme con ellos antes de que
llegaran los malos tiempos. Estaban, entiéndelo, muy unidos a la tierra y
lejos del Hacedor, justo al contrario que en mí caso. Cuando nos rebelamos,
ellos se contaron entre los más numerosos (y en muchas ocasiones, los más
feroces) de nuestros guerreros. Sólo los Fundamentales se sentían igual de
cómodos existiendo en el plano terrestre, y nadie estaba más familiarizado
con la lucha y el conflicto.”
“La última Casa en ser creada fue la última que se necesitaba, la Casa
del Segundo Mundo. La comandaba el Serafín Silencioso, se desconocía su
número y rara vez se los veía. La Virtud de las Sombras, el Trono del Reposo... un colectivo sombrío, solemne y sabio durante la guerra. No tuve trato
con ellos antes de la Caída, puesto que yo era una criatura del comienzo y
ellos eran los Ángeles de la Muerte. Pero cuando nos estábamos rebelando, todos unidos contra las huestes leales... ellos siempre parecían sentirse
tristes. Como si lamentaran las oportunidades perdidas de satisfacer su verdadero propósito. Siempre demasiado que hacer y nunca lo adecuado...”
“De modo que ésas eran las siete Casas de la Hueste. Juntas, formábamos el cosmos y lo manteníamos estable. Y juntas, contribuimos al último y
definitivo elemento de realidad. Siguiendo órdenes del Hacedor, insuflamos
parte de Su esencia divina a la realidad, a aquellas criaturas que crecerían,
con el tiempo, para gobernar el universo en Su lugar.”
“Entiendo que cuando alguien dice que el ser humano fue “hecho a
imagen y semejanza de Dios” no es algo tan literal como “con dos piernas,
una cara, siete vértebras torácicas.” Vuestra forma no está hecha a imagen
de Dios, vuestra alma sí. Portáis en vuestro interior una pequeña reserva de
la esencia existencial que utilizó Dios para crear todo el cosmos. Por poderosos que seamos los Elohim, carecemos de ese fuego creador. Vosotros sois
Sus verdaderos hijos, y vuestra naturaleza sagrada corre por vuestras venas,
aletea en vuestras emociones y resuena en vuestra imaginación.”
“Los de la Casa del Amencer transportamos Su chispa, los Fundamentales construyeron un recipiente para ella, y los Guardianes dotaron de actividad a las piezas. De los Oceanitas recibisteis vuestra información sagrada,
interior y exterior, la capacidad del raciocinio y expresión, y el talento de
transmitir esas características a vuestra progenie. De los Azares obtuvisteis
el concepto del tiempo, la persistencia de la memoria y el potencial de
planear y anticipar. Los Ángeles de la Naturaleza os dieron el instinto y las
sensaciones necesarias para arraigar en el mundo físico. El toque final provino de los Segadores: la renovación física de la humanidad, la capacidad
de cambiar y crecer... y, si es necesario, de recuperaros de vuestras heridas.”
“La humanidad fue nuestra creación definitiva, la más ambiciosa y
extraordinaria. Os moldeamos con nuestros mejores conocimientos y los
dones más destacados de nuestra alma. El propio Hacedor os admiraba,
pero recibimos dos últimas órdenes antes de que los Guardianes recibieran
permiso para darles el aliento de vida.”
“Primero, nos ordenó que os amáramos, que nuestro amor por vosotros fuera igual al que sentíamos por el propio Hacedor.”
“Fueron muchos los que cuestionaron esa orden... no se resistieron,
pero se cuestionaron la necesidad. Siendo como eran el fruto de nuestro
esfuerzo supremo, el amor que os profesábamos ya era tan fuerte como el
que siente un padre por su hijo. En aquel momento, el consenso fue que el
Todopoderoso no quería que nos sintiéramos mal por no amarlo más que
a vosotros. Por consiguiente, esa primera orden resultaba sencilla hasta el
punto de ser innecesaria. La segunda era mucho menos simple.”
“A despecho de nuestro amor, se nos ordenó escondernos de vosotros.
No debían vernos, oírnos ni sentirnos de ninguna manera. Nada de contactos. Nada de mensajes. Nada de voces, ni gestos, ni siquiera alguna pista. La
humanidad, rodeada en todo momento de atentos protectores dotados de
un poder infinito, debía pensar que estaba sola.”
“¿Lo ves? ¿Coges el chiste? Vosotros, para quienes se creó el cosmos, a
los que anhelaban servir multitudes de ángeles, creíais encontraros aislados
en medio de un universo indiferente y mecánico.”
Matthew se acercó a su invitado cuando éste hizo una pausa.
—¿Intentas decirme que ahora mismo estamos rodeados de ángeles?
Gaviel apoyó la espalda en su silla y exhaló un suspiro.
—No, Matthew. Se han ido todos.
—¿Se han ido?
—O se han escondido y yo no sé dónde. Aunque intuyo que, sencillamente, se han... ido.
Ambos guardaron silencio un momento. Al cabo, Matthew dijo:
—Si no te importa, voy a prepararme un café, ¿Te apetece?
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