Mientras Matthew se ocupaba del café, Noah hizo una visita al aseo.
Cuando ambos hubieron ocupado de nuevo sus asientos, Matthew frunció
el ceño y preguntó:
—¿Cómo era el Paraíso?
Noah juntó las manos y frunció el ceño.
—No estás preparado para entenderlo —dijo, al cabo—. No te lo
tomes a mal. Por aquel entonces el mundo era básicamente distinto. Era
más... complejo. Más rico. Había capas que ahora ya han desaparecido.
—¿Capas?
—Sí... piensa en este café que estamos tomando. No es más que café,
¿vale? ¿No es otra cosa?
—Supongo que no.
—En el mundo incorrupto, este café podría existir también simultáneamente como una canción o una idea estética o incluso una criatura
racional y solícita. Cosas distintas en capas distintas, todas igual de reales,
todas parecidas, pero todas ellas discretas... aunque se experimentaran simultáneamente. —Al ver la expresión de Matthew, continuó—: Te pondré
un ejemplo más relevante. Las primeras personas: ¿Fueron Adán y Eva, un
hombre y una mujer, o fueron los descendientes evolucionados de los simios?
—Fueron un hombre y una mujer, como dice la Biblia.
—Correcto. Pero también eran una multitud de descendientes de los
simios. El universo se creó en siete días, en un nivel, pero ese mismo período cubrió miles de millones de años en otro nivel.
“Piensa en los Ángeles del Firmamento. En ciertos niveles de la realidad insuflaban el aliento dador de vida del Hacedor a una escala puramente científica... eran, eran literalmente, el proceso según el cual la energía
solar golpeaba simples moléculas de carbono y las agitaba hasta componer
formas cada vez más complejas, hasta convertirlas en moléculas orgánicas,
luego en primitivos animales unicelulares, luego células nucleadas, etcétera, y así hasta llegar a los perros, los gatos y los humanos. Pero al mismo
tiempo se acercaban a la boca de las criaturas recién esculpidas de todo tipo
y les insuflaban su aliento para animarlas.”
—¿Eso es una metáfora?
Gaviel soltó una risita.
—Todavía no, no. Estos opuestos eran simultáneamente ciertos en el
joven cosmos. Para ti no tiene sentido porque estás acostumbrado a vivir
en este mundo singular. Pero cuando se acepta la idea del mundo múltiple,
se comprenden muchos de los problemas que tenéis los humanos con la fe,
los milagros, el Arquitecto Divino...
—Yo no tengo ningún problema con mi fe.
—¿Ninguno? Bueno, pues deberías. ¿Acaso puede un ser omnipresente crear una roca tan grande que no sea capaz de levantarla?
Matthew desdeñó esa idea con un aspaviento irritado.
—Ah, ya estamos otra vez... ¿Intentas de nuevo que se tambalee mí
fe? Porque te va a hacer falta algo más que ese argumento tan manido.
—No intento que se tambalee nada, únicamente pretendo ilustrar
un concepto. Si Dios es capaz de crear una piedra tan grande que Él no
pueda levantarla, es que Su poder no es infinito: No basta para levantar
la piedra. Pero si no es capaz de crear esa piedra, es que Su poder sigue sin
ser infinito: No basta para crear la piedra. Ése es el tipo de problemas con
los que os tropezáis en el mundo singular. Pero el mundo múltiple resuelve
esas paradojas.
“El Paraíso constaba de capas de distintas realidades interrelacionadas, donde cada una de ellas revelaba y comunicaba con las demás, mostrándolas desde distintos ángulos y proporcionando nuevas alegrías y experiencias. O ése era su propósito, por lo menos.” —Suspiró.
—¿Quieres decir que esas capas de realidad seguían sin ser lo bastante
buenas?
—El Paraíso era más puro, más rico y más satisfactorio que esta realidad, sin posibilidad de comparación. Comparado con el Paraíso, este mundo es el Infierno. Aunque, para ser justos, comparado con el Infierno, este
mundo es el Paraíso.
—¿No hay capas en el Infierno?
Gaviel asintió.
—El Infierno es lo más próximo a la nada en absoluto. Es un vacío
empañado tan sólo por nuestro conocimiento de él, por nuestra capacidad
para sentir el rechazo del Creador. —De forma inconsciente, Noah levantó
las manos para abrazarse, como si sintiera frío de repente. El gesto resultaba
extrañamente conmovedor, y Matthew se preguntó si no estaría representado por su bien—. El Infierno es la corrosión del amor, reverendo. Nada de
fuego y azufre, nada de tridentes y serpientes. Después de cien años, cualquier podría acostumbrarse a la mera sensación. Pero el adormecimiento
absoluto... ése es un tormento que nunca se gasta. Después de los primeros
diez minutos, te parece que han transcurrido diez mil años. Estás allí, solo
y aislado, sin más compañía que la certidumbre de que Dios se ha olvidado
de ti, literalmente. Te quedas ahí sentado en medio de Su odio y sientes que
todo tu ser se vuelca a su vez hacia el odio, sin descanso. Estás tú solo con
tú amor, cada vez más retorcido e invertido.
El atractivo semblante de Noah había adquirido una inmovilidad terrible.
—Hablamos de cómo fuimos exiliados de la realidad... pero lo cierto
es que fue más bien como si se nos execrara. Expulsados, abandonados y
despreciados. —Ensanchó las aletas de la nariz y sus ojos parecieron perderse en la sombría distancia. Luego alzó las cejas, se enderezó y sonrió a
Matthew—. Pero estábamos hablando del Edén, no del Abismo.
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