—Antes tengo que hablar con los amigos de Jeremy.
—¿Por qué?
—Golgohasht ve el mundo a través de los ojos de Jeremy. Los lazos
que tuviera Jeremy con sus amistades, serán los que pueda aprovechar el
demonio para obtener la fe que necesita para sobrevivir. —Miro a Hannah
de soslayo—. Igual que te necesito yo a ti.
—Hay mucha gente que cree en los demonios.
—No hablo de creer. Hablo de tener fe. Para nosotros es algo tangible,
invisible pero ubicuo, igual que el aire que respiramos. Es el combustible
que alimenta nuestras almas. Sin ella, estamos indefensos.
—La fe no es saber.
—Olvídate de esas paparruchas filosóficas. La fe va de cerrar los ojos y
saltar al vacío porque sabes que hay alguien ahí para cogerte. Va de creer en
lo invisible, de rendir una parte de ti a un ideal o a un sueño, convirtiendo
así ese sueño en realidad. En la sociedad actual, ese tipo de generosidad
espiritual escasea, y es mejor cultivarla con el tiempo que arrancarla del
alma de una persona.
—¿Qué tiene eso que ver con los amigos de Jeremy?
—Golgohasht probablemente irá tras las personas que conocía Jere-
my. Piénsalo. Acabas de llegar al mundo y tu único sostén es lo que sepa
tu huésped. ¿A quién te vas a acercar, a las personas que ya te conocen y
confían en ti, o a un completo desconocido?
—Tiene sentido —admite Hannah—. Bueno, ¿por dónde empezamos?
Le paso mi teléfono móvil.
—Marca. Te digo el número.
La Siega de Fe
Hannah y yo atravesamos los blancos pasillos del Hospicio Infantil
Siedlung Neutempelhof, dejando atrás puertas y niños llorando. El padre de
Michael Havis espera frente a la habitación de su hijo. Jeremy había visitado a Michael poco antes de que se produjeran los asesinatos.
—¿Cómo se encuentra? —pregunto, estrechándole la mano.
—Todavía débil. Los médicos dicen que ha sufrido una leve recaída.
—¿Qué ha ocurrido?
—Como le dije por teléfono, Jeremy se coló en la habitación de mi
hijo y estuvieron charlando.
—¿Sobre qué?
—No lo sé. Se oía mal. Mi esposa marcó el ciento diez y entré corriendo en el cuarto para atraparlo. Pero...
—¿Pero qué?
—Michael estaba sufriendo convulsiones y Jeremy ya casi había salido
por la ventana, con una puta sonrisa y la nariz ensangrentada. Corrí hasta
Michael...
—Lo comprendo, sr. Havis. Nos gustaría conversar a solas con Michael, si le parece a usted bien.
—¿Por qué?
—Es más probable que se sincere con nosotros si no tiene que preocuparse de decir alguna inconveniencia delante de su padre.
—Michael es un buen chico.
—Desde luego. No se ha metido en ningún lío. Pero ya sabe usted
cómo son los críos. —Sr. Havis asiente por fin. Hannah y yo entramos solos
en la habitación a oscuras.
Michael es un muchacho fornido, de pelo negro, en plena pubertad.
Tiene la mirada, y el monitor del cardiograma emite pitidos a lánguidos intervalos. Los médicos dicen que ha sufrido un paro cardíaco. Yo sé la verdad.
—Golgohasht se manifestó delante de Michael, y no fue agradable —
susurro a Hannah—. Así es nuestro tormento. Quizá fuéramos hermanos
antes de la Caída, pero los milenios de angustia han transformado nuestro
rostro en el de un monstruo. Si lo deseamos, podemos convertir temporalmente el cuerpo de nuestro huésped, en un reflejo de lo que fuimos una vez.
—Entonces, ¿qué ha pasado?
—Golgohasht se quitó la careta que es Jeremy List y se manifestó en
todo su terrible esplendor. Imagínate cómo se debió de sentir Michael, enfrentado a una bestia del Pozo, sabiendo en ese preciso instante que Dios y
los demonios son reales. En un momento atroz, su vida se convirtió en una
colección de antiguos pecados y transgresiones. Y tuvo miedo.
—Cuando... segáis —pregunta Hannah—, ¿es siempre así?
—La siega no consiste únicamente en dolor y sufrimiento... aunque
probablemente así sea en el caso de Golgohasht. Puede ser amable, como
manifestarse ante un niño lloroso y hacerle saber que su difunta madre está
ahora en el Cielo y que la quiere mucho. La siega implica todo aquello que
les haga creer en la gloria de lo invisible. La mayoría de los demonios recurren a emociones primitivas como el terror o el dolor. Otros, yo entre ellos,
nos decantamos por la esperanza y el consuelo, porque todo lo que hacemos
deja también su impronta en nuestras almas. Al hacer algo de bien en este
mundo, interrumpimos nuestro propio ciclo de dolor. Regresamos paulatinamente al ángel que fuimos en vez de rendirnos a la antigua locura y el odio.
“Lo siento por Michael. Golgohasht le ha infligido todo este dolor y
sufrimiento por el equivalente de nuestra calderilla. La siega de fe proporciona sólo un beneficio inmediato. La fe no proviene de la convicción, sino
del miedo o el temor reverencial que desaparece con el tiempo y termina
por secarse. Sólo se puede segar la fe de una persona un número limitado
de veces antes de que se vuelva insensible. Por eso resulta mucho más eficaz alimentar la fe por medio de un pacto. Es más bien una inversión, y las
ventajas no se cosechan tan deprisa, pero asegura un flujo constante de fe
al que poder recurrir día a día.”
Hannah medita mis palabras, pero luego menea la cabeza.
—Tenemos un problema.
—¿Cuál?
—Si Golgohasht acudió a Michael para segar su fe, ¿por qué parar ahí?
¿Por qué no ir también a por sus padres? —Observa al muchacho dormido—. ¿El pacto tiene que ser voluntario?
—Sí —respondo despacio, mirando a mi criada con una mezcla de
respeto y cautela—. Pero como todos los acuerdos, se puede imponer.
Me acerco a la cama.
—Michael —digo, susurrando al muchacho. Sus párpados aletean. Sé
que no voy a sacarle gran cosa, pero supongo que no es el único implicado.
Quizá pueda conducirme a otra persona—. Michael, ¿quién más tiene un
pacto con Jeremy? —Le apoyo una mano en el pecho, aliviando el dolor y
paliando el pánico. No le hace falta un infarto real—. Puedo liberarte del
pacto, Michael, pero debo detener a Jeremy antes de que le haga esto a
alguien más. ¿Quién más tiene un pacto con él?
El muchacho abre los ojos desorbitados por el horror.
—Rickie Metzger —susurra, más para sí que para mí.
Pactos
Dejo el número de mí móvil en el instituto de Jeremy y un mensaje
para que Richard Metzger se ponga en contacto conmigo.
Nos sentamos en el coche, esperando la llamada de Richard, y mientras tanto, le explico a Hannah algo sobre los pactos. Tendrá que saberlo
todo si quiero que me ayude.
—A grandes rasgos, los pactos son contratos que nos obligan a cumplir un servicio a cambio de la fe de alguien.
—Siempre pensé que tenían que ver con pergaminos escritos con sangre o sellados con cera.
—Pintoresco, pero no. Nuestros pactos son acuerdos verbales voluntarios entre un mortal y nosotros. Ofrecemos un servicio, como el cumplimiento limitado de los deseos, y a cambio, vosotros abrís un conducto por el
que extraemos vuestra fuerza espiritual. De hecho, ese conducto trasciende
el espacio. Existirá por grande que se la distancia que nos separe.
“Por eso son tan importantes los pactos para nosotros. Significa que
la convicción de la persona que esté en nuestro poder, es lo bastante fuerte
para permitirle ceder voluntariamente una porción de sí misma, a cambio
de obtener lo que desee. En realidad, ofrecer esperanza a alguien es pan
comido. Esas malditas líneas calientes y dietas para adelgazar en dos días, se
han extendido porque le dan a la gente lo que quiere oír: soluciones sencillas sin esfuerzo. La parte difícil consiste en conseguir que sean receptivos y
admitan que es cierto que desean algo.”
—Dicho así, parece fácil.
—Los pactos son complejos, porque implican seducir a alguien con
verdades a medias. Ése es el quid de la cuestión. Muchos demonios engatusan a los mortales para que crean en ellos sin asustarlos ni revelarse por
completo. Si el mortal tiene cualquier duda, cualquiera, el pacto se romperá
si no satisfacemos sus deseos. Cuando cumples con tu parte del trato, no
obstante, estamos vinculados.
—¿Eso es lo que hiciste conmigo?
—No. Yo nunca te mentí ni te oculté la verdad. ¿Acaso no estipula
nuestro pacto que nunca te haré daño?
Hannah asiente, pero ahora hay una chispa de suspicacia en su mirada. Es un riesgo calculado, pero estoy dispuesto a asumirlo.
—Tienes suerte. Algunos demonios se manifiestan flagrantemente
para que no quepa ninguna duda de su naturaleza. Es como poner todas las
cartas sobre la mesa, sólo que en lugar de aterrorizar a su víctima, utilizan
su poder para ayudar al mortal de alguna manera. Quizá los liberen de una
deuda, consigan que remita la gravedad del cáncer de un hermano o sacien
temporalmente la necesidad de consumir drogas o alcohol. Después de eso,
te dejarán volver cuando estés preparado. Los camellos hacen lo mismo
para enganchar a la gente. Les dejan saborear la oportunidad y la esperanza,
y el resto viene solo. Así funciona el libre albedrío a nuestro favor.
—¿Qué hay de nuestro pacto?
—El nuestro tarda más tiempo, pero cimienta la confianza, que es
lo importante. Va de comentar tus intenciones con alguien que necesite
tu ayuda. Verás, no importa lo bien que se nos dé manipular a la gente,
siempre terminan por descubrir nuestro juego, del mismo modo que yo he
descubierto el de Golgohasht. Manifestar tu poder y ofrecer un viaje gratis
es manipular a alguien. La gente sabe cuándo la están estafando, y lo último
que querrías es forjar un pacto con alguien que está dispuesto a jugártela.
Amigos y Vecinos
Suena el teléfono y los dos damos un respingo.
—Al habla el detective Liebner.
—Um, hola. Soy Rickie —dice una voz nerviosa.
—Hola, Richard. ¿Puedes hablar?
—Sí, es el móvil de un amigo.
—Richard, no estás metido en ningún lío. Sólo quiero ayudarte.
—Vale.
—Necesito información sobre Golgohasht.
Un largo silencio ocupa la línea antes de que Richard susurre:
—¿Cómo lo sabe?
—No te preocupes. Suelo ocuparme de este tipo de cosas.
—¿En serio? —pregunta, asustado.
—Lo creas o no, siempre ando ayudando a la gente como tú.
—¿Cómo?
—Deteniendo a las criaturas como Golgohasht. No podré hacerlo
a menos que sepa más de lo ocurrido.
—¿Se callarán así las voces? —pregunta, gimoteando casi.
—No estoy seguro, Richard, pero evitará que se vuelvan más fuertes.
Los minutos siguientes se convierten en una atropellada confesión, pero confirma casi todo lo que me esperaba. Aunque oírlo de labios de Richard me proporciona una imagen más nítida de Golgohasht
y de lo que tengo que hacer. Hago algunas anotaciones antes de colgar
finalmente el teléfono.
—Parece que Jeremy y sus amigos tonteaban con la magia. Dice
Richard que encontraron el material en algo llamado dominio flotante,
un sitio web secreto que cambia constantemente de dirección. Supuestamente contenía rituales para invocar y someter a su propio esclavo
demoníaco. Está claro que estos críos no tenían la experiencia ni el conocimiento necesarios para realizar una invocación real, pero el ritual
sirvió para llamar la atención de Golgohasht. Supongo que había escapado como el resto de nosotros y que acababa de abrirse paso a través
del Velo. Richard dice que sintieron cómo entraba una presencia en el
cuarto, y de repente a Jeremy le dio por ofrecer su cuerpo al demonio.
—¿Qué pasó luego?
—Richard y sus amigos salieron corriendo, pero Jeremy fue a visitarlos de uno en uno, obligándolos a forjar pactos a cambio de nimiedades como un mejor aspecto o un cuerpo más musculoso. Tenía que
darles algo a cambio de su fe para sellar el pacto. Cumplir un deseo garantizaba que Golgohasht y los muchachos estuvieran unidos hasta que
el demonio decidiera lo contrario. Desde entonces, ha estado succionando su fe, torturándolos rompiendo sus principios éticos y creándoles
estigmas... lo que yo llamo heridas de pacto.
—¿Podéis hacernos daño? —puedo ver el temor en los ojos de
Hannah.
—Prometí que te haría daño, ¿recuerdas? De lo contrario, podría
robarte la fe suficiente para romper tu voluntad, y luego empezar a privarte de fe a expensas de tu salud y tu cordura.
—Pero, ¿estoy a salvo?
—Por mi Nombre —digo, apoyando suavemente una mano en la
suya—. Pero Golgohasht no tiene tantos escrúpulos. —Pongo el coche en
marcha y me adentro en la Gneisenau Strasse—. Continuará drenándoles fe
a la fuerza hasta secar su voluntad, destrozándoles la mente en el proceso.
Richard oye voces porque Golgohasht ya ha mermado su fe en una ocasión.
—¿Qué? ¿Cómo es eso posible?
—Mermar la voluntad de un esclavo es la mejor manera de volverlo loco y secar su reserva de convicción. Si Golgohasht sigue por
ese camino, se quedará con un puñado de zombis que no podrían proporcionar fe suficiente ni para encender una vela. Por eso la mayoría
forjamos pactos y cuidamos de nuestros esclavos. Se invierten tiempo y
energía, pero a la larga merece la pena.
—¿No pueden volverse contra Golgohasht estos muchachos?
—Desde luego. Los esclavos nos pueden traicionar en cualquier momento y revelar nuestros secretos si supieran alguno. De hecho, cada pequeño secreto que se nos escapa, divulga una pista crucial acerca de nuestras debilidades potenciales. Por eso casi todos los caídos tienen mucho
cuidado con las personas en que confían. Tienen que ser alguien que sepan
que luego no va a traicionarlos. Obligar a alguien a aceptar un pacto y
abusar de él, es la mejor manera de volvernos vulnerables a la larga. Hay
que ser sutiles.
—A lo mejor Golgohasht tiene otros planes en mente.
—Casi todos los demonios se concentran primero en el círculo familiar y de amistades de su huésped. Son las personas que mejor conocemos
y que más confían en nosotros. Además, la gente tiende a relacionarse con
quienes compartan sus creencias e intereses. Es más que probable que lo
que deseara alguna vez nuestro huésped mortal, se corresponda con los deseos de sus amigos. El culturista que aspire a tener un físico perfecto probablemente tenga amigos en el gimnasio a los que vea a diario. El jugador que
sueñe con su gran golpe de suerte, se conocerá todas las casas de apuestas.
El pedófilo que acose a los niños, seguramente comparta sus vivencias con
otros por Internet. Todos tenemos a alguien con el que compartir nuestras
historias, porque buscamos amistades que simpaticen con nuestros gustos.
Teniendo eso en cuenta, resulta sencillo abordar a esas personas y mostrarles alguna prueba de nuestro éxito personal para seducirlas. Cuando levantas de repente el doble de pesas en el gimnasio, la gente te pregunta cómo lo
has conseguido. Cuando desplumas a los corredores locales, la gente quiere
saber cuál es tu secreto.
—¿Tan sencillo resulta embaucarnos?
Me encojo de hombros.
—La gente siempre anda en busca de un viaje gratis. Piénsalo. Uno
pierde cincuenta kilos y todo el mundo le pregunta cómo lo ha hecho. No
son idiotas, saben que ha sido gracias a algún tipo de dieta, pero lo que
esperan oír es, “¡Ha sido facilísimo! Se trata de un nuevo plan dietético que
quema las calorías mientras estás tumbado viendo la tele y atiborrándote
de pasteles”. Eso es lo que quiere la gente, y eso es lo que les ofrecemos.
—Supongo, entonces, que la parte difícil es conseguir que la gente
crea en vosotros.
—¡Exacto! Ahí es donde entra en juego la sutileza. Muchos demonios
fracasan en sus primeros intentos de forjar un pacto porque se imaginan
que pueden revelarse sin más y acabar con toda sombra de duda. Lo que
sucede, sin embargo, es que el mortal es incapaz de digerir lo que ve. Se
limita a salir corriendo y termina racionalizando el incidente más tarde.
—Entonces, ¿cómo lo hacéis?
—Pasito a pasito. Averiguas qué necesita el mortal, y cuanto más parezca que tienes la respuesta a sus problemas, antes acudirá a ti en busca
de ayuda. Muchos demonios se revelan entonces, cuando el mortal les pide
ayuda, pero ni siquiera entonces está exento de riesgos. El que alguien formule una pregunta no significa que esté preparado para la respuesta. Algunos demonios organizan una pantomima para revelar su poder indirectamente, supuestamente sin que el demonio sepa que está siendo observado.
Así da la impresión de que el mortal sabe algo que el demonio desconoce, lo
que le inspira una falsa sensación de seguridad a la hora de abordar al caído
según sus propios términos.
—¿Fue así como me sedujiste?
—No. Algunos caídos, yo entre ellos, no estamos interesados en juegos mentales. Supongo que vale más una acción que mil palabras, y hago
todo lo posible por aconsejar a aquellos que se acercan a mí y ayudarles a
dilucidar la manera de salir de su situación si es que pueden. Si no, llegamos
a un acuerdo mutuo. Requiere más esfuerzo por mi parte, pero es mejor que
recurrir a otras formas de manipulación más bajas. Al final, eso me proporciona todo cuanto necesito.
Rostros en la Multitud
—¿Así que soy una excepción? —pregunta Hannah—. ¿La mayoría
de los demonios sólo se fijan en conocidos y familiares?
—De nuevo, nuestros huéspedes mortales dictan con quién nos
encontramos en vida mediante sus viejas costumbres, sus aficiones y sus
trabajos. La mayoría de los caídos se atienen a la antigua rutina de sus
anfitriones en la medida de lo posible porque les infunde una sensación de
familiaridad y eso nos inspira confianza. También nos proporciona contactos en el mundo mortal aparte de los familiares y amigos. Como detective
Kripo, por ejemplo, conozco a los agentes de policía de distintas comisarías,
tengo contactos en las calles e interrogo sospechosos y testigos a diario.
Gracias a esta red social, me entero de rumores acerca de quién necesita
qué y por qué. Me puedo tomar mi tiempo en investigar a esa persona y
determinar todo lo que necesite saber antes de abordarla.
“Verás, el trabajo de cualquiera nos pone en contacto con la gente y
nos proporciona un cierto control, pero los mejores papeles en la vida son
aquellos en que las personas necesitadas acudirán a ti en busca de ayuda.
Empleados de banca con acceso a los registros financieros de alguien, camareros que escuchan los problemas de todo el mundo, u obreros cuyo
único pasatiempo en la cadena de montaje, consista en mantenerse al tanto
de los últimos rumores. Podría ser algo ilegal, como un traficante de drogas
que conozca a los adictos de la localidad, una prostituta con una lista de
clientes salidos, un corredor de apuestas, una cabeza rapada... lo que sea. La
vida va de tener contactos y conocer gente. Los caídos sacamos provecho
de estos contactos y averiguamos quiénes son los más necesitados. Después
de eso, es sólo cuestión de convencerles de que tenemos algo que ofrecer.”
“Algunos demonios se apuntan como voluntarios, porque así pueden
tratar directamente con los más necesitados. Después de eso, es sólo cuestión de convencerles de que tenemos algo que ofrecer.”
“Algunos demonios se apuntan como voluntarios, porque así pueden
tratar directamente con los más necesitados. Las cocinas económicas y las
distintas líneas calientes, para suicidas, fugitivos de sus hogares, mujeres
maltratadas, adictos de todo tipo, orientación sexual... esto nos acerca a decenas de personas necesitadas. Y a menudo, esta gente está tan desesperada
por conseguir ayuda o compañía que la aceptarán en cualquiera que se la
ofrezca. Proporcionar esperanza a estas personas es fácil, sobre todo porque
sus necesidades son obvias.”
Juguetes de la Fe
—Entonces, ¿qué obtenéis vosotros a cambio de estas ofertas?
—Poder —respondo, lacónico—. La fe mueve montañas, si se sabe utilizar. Yo sé, y tú, querida Hannah, me das la fuerza necesaria para obrar milagros.
—¿Cómo por ejemplo? —pregunta, con una amplia sonrisa inquisitiva.
—Bueno, como curar, por ejemplo. Si dispongo de una reserva accesible de fe, puedo restañar casi cualquier herida que sufra. Es más, aunque
todavía tenga que comer y dormir como cualquier mortal, no padezco ninguna enfermedad. Este cuerpo aún envejece, esa horrible maldición escapa
a nuestro poder, pero puedo mantenerlo fuerte y vital hasta el final.
“Luego tenemos los aumentos físicos. Para matar a los padres de Jeremy, Golgohasht probablemente invistió el cuerpo del muchacho de una
fuerza sobrehumana. Sus mejores físicas son reflejos de su yo demoníaco.
Utilizó la fe para manifestar su verdadera forma durante algunos minutos
“superponiendo” porciones de sí mismo a su forma mortal. En realidad, el
cuerpo humano puede lograr eso fácilmente porque la carne es un potente
receptáculo de fe. Ése es el motivo por el que los mortales podéis resistir la
cirugía psíquica, caminar sobre carbones encendidos o manifestar estigmas.
El cuerpo es un conductor de fe. De modo que los demonios no tenemos
que esforzarnos demasiado para llevar eso al siguiente nivel y alterarnos
físicamente, como hizo Golgohasht. Había profundas marcas de garras en
el cuerpo de los padres de Jeremy, y el demonio hizo gala de una fuerza
tremenda para infligir algunas de las heridas más terribles. Supongo que
también huiría del escenario a una velocidad sobrenatural.”
—¿Qué más?
—Seducción sobrenatural... lo que permite que nuestra naturaleza
celestial transponga la piel. Es un reflejo de nuestra forma real y nuestro
actual estado de gracia. Golgohasht la empleó con Michael y Richard,
aunque no era necesario. Golgohasht no necesitaba estar allí para coger
la fe, el pacto es tan fuerte que podría estar en cualquier parte del mundo.
Sospecho que le gusta ver cómo tiembla gente ante su poder. Espera aquí
un momento.
—¿Por qué? —pregunta Hannah, antes de fijarse en que hemos aparcado delante de un club de striptease—. Vale. No quiero saberlo.
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