—iDe modo que intenta volver locos a esos chavales, para que sus
amigos puedan poseer sus cuerpos? —pregunta Hannah.
Asiento con la cabeza.
—A menos que pueda detenerlo.
Exorcismos
—¿Cómo? ¿Vas a buscar un curo que lo exorcice?
Al principio creo que está bromeando, hasta que la miro a la cara.
—No es como en el cine, Hannah. Pronunciar unas oraciones y enseñarnos la Biblia no es suficiente ni por asomo. Para serte sincero, no hacen
falta enseres sagrados para expulsar un demonio. Si consigues atrapar al
demonio en un lugar y derrotarlo con fuerza de voluntad y fe, podrás ahuyentarlo. Lo que, ya puestos, es mucho más complicado de lo que parece.
—¿Qué hay del suelo sagrado, o de tirarle agua bendita a la cara?
—La tierra o el agua será tan poderosa como la fe que depositen en
ella los mortales. ¿Cuánta gente sigue asistiendo a la iglesia y adora de verdad a Dios? Hace mil años, habría estado de acuerdo contigo, pero ahora
encontrar un suelo verdaderamente sagrado o una pila llena de agua bendita de verdad es, por desgracia, muy difícil. No, ningún argumento de película de miedo va a acabar con Golgohasht. Tengo una idea, y como dijiste
antes... tú eres mi red de seguridad.
Le entrego un papel cubierto por un diagrama y unas líneas minuciosamente redactadas.
—Ya sé que no es así como realizarías la invocación normalmente,
pero es la única manera de asegurar mi regreso del Abismo en caso de que
Golgohasht me mate. Necesito que comprendas quién y qué era yo antes de
darte el ritual. De ese modo, tendrás más posibilidades de traerme de vuelta.
Hannah esboza una sonrisa melancólica.
—Ya veo. Vale, ¿cómo funciona esto?
La Invocación
Me estoy arriesgando con Hannah, pero confío en que me traiga de
vuelta. El ritual de invocación es lo bastante exacto para rescatarme. También contiene la suficiente información errónea para evitar que un ritual
de vinculación me convierta en su esclavo. Estoy casi convencido de que
Hannah no me traicionaría, pero no puedo confiar en nadie tanto como
para revelar nuestra mayor debilidad.
—El ritual de invocación es un hechizo típico entre los miles que
abundan ahí fuera. Todo el mundo utiliza sus propios métodos, desde wiccanos como tú que invitáis a los espíritus hasta los paganos que emplean
La Goetia, los numerólogos de la Cábala, los caballos la Loa... no hay una
verdad absoluta. No importa una mierda. Lo importante en un ritual es la
intención y la voluntad del convocante.
“Todas las cosas del universo tienen una resonancia armónica, una
clave vibratoria a la que responden. ¿Has visto alguna vez esas imágenes de
un punte en suspensión retorciéndose al viento? Quizá el viento sea de acero, pero el viento pulsa la resonancia adecuada y lo convierte en melcocha.
El mismo principio se aplica a los rituales de invocación.”
—¿Cómo?
—El ritual en sí es un objetivo que enfoca a un ser o un grupo de
seres en concreto. Quemar incienso, dibujar un círculo, entonar un cántico... todo esto ayuda a expandir la voluntad del convocante y a capturar al
demonio en cuestión, además de proporcionarnos un lugar seguro en que
manifestarnos.
—¿Un lugar seguro?
—Es muy importante. Los caídos estamos vinculados al Abismo, lo
que significa que cuando estamos fuera de nuestro recipiente, sea éste un
huésped mortal o un objeto, el Pozo intenta arrastrarnos de nuevo. El círculo ritual, no obstante, es una zona intermedia, un lugar seguro donde
el Abismo no puede alcanzarnos y nosotros podemos interactuar con el
convocante a su antojo.
“Los verdaderos rituales de invocación son raros porque se precisa
tiempo y esfuerzo para localizar a quien quieres encontrar. Es como intentar encontrar a una Hannah al azar al otro lado del teléfono sin ayuda de
un listín o una operadora. Los rituales requieren una búsqueda intensiva
para desentrañar el protocolo adecuado para establecer contacto. Algunos
lanzadores realizan someros trabajos de investigación, localizando una Casa
infernal al completo en una especie de acercamiento al azar. Como disparar
la escopeta contra una bandada de aves; alguna tendrá que caer, ¿no? También es la mejor manera de meterse en problemas. Si no seleccionas a tus
invitados, quizá recibas una visita no deseada... o indeseable.”
—Vale. Ya lo he pillado.
—Sin embargo, a menudo, los lanzadores que se centran en toda una
Casa lo hacen porque carecen de la información necesaria para seleccionar
un blanco específico. Les falta un nombre.
“Los invocadores de verdad dedican un tiempo extra a encontrar el
Nombre Celestial del demonio. De esa forma, suelen saber dónde se meten.
Verás, los nombres resultan cruciales para un ritual, lo que divide los rituales en dos categorías principales y tantas menores que ni siquiera merece
la enumerarlas. La primera categoría es la más amplia porque comprende
Casas enteras. El segundo tipo de ritual utiliza el título de un demonio. Éste
es el nombre a conjurar, porque es también el que emplean la mayoría de
invocadores cuando buscan un demonio en concreto.”
Hannah asiente. Me siento culpable por no revelarle el tercer tipo de
ritual, pero no puedo. El tercer ritual es generalmente exclusivo de ocultistas serios que se han pasado décadas estudiando nuestros Nombres Verdaderos. Los Nombres Verdaderos son la secuencia vibratoria exacta de todo
nuestro ser. Es nuestra resonancia, nuestra frecuencia. Pulsarla significa
que el convocante tiene acceso directo a nuestra psique y puede manejarnos como a marionetas, pudiendo convertirnos en sus esclavos.
El Segundo Gran Secreto
Hannah ha vuelto a casa y yo me encuentro en el tejado del edificio
de apartamentos Siedlung Neutempelhof, frente al hospital donde atienden a
Michael. Supongo que él es el que corre más peligro ahora porque es el que
más cerca está de la muerte. Podría equivocarme, pero si Golgohasht necesita
aliados y rápido, Michael será el primero de la lista. Si Golgohasht aparece,
estaré preparado. Se podría decir que tengo su número, o al menos una parte.
Todo lo que ha hecho hasta ahora ha dejado una serie de pistas que
sólo los caídos podemos percibir. Cada pista es una huella dactilar vibratoria, una consonante de los numerosos segmentos que constituyen el
Nombre Verdadero de Golgohasht. En términos simples, cada una de nuestras acciones delata nuestra naturaleza y estado. Casi todo el mundo se
fija en los rasgos de la personalidad, pero nosotros somos más sensibles a
las frecuencias que se comprenden entre sí.
En este sentido, el Nombre
Verdadero es un término erróneo porque implica un título. No es así. Es
literalmente lo que somos. Nuestro Nombre Verdadero es un conjunto de
palabras que coinciden con las vibraciones que resuenan por todas nuestras
formas. Pronunciar ese nombre activa el mecanismo de una caja psíquica
que se abre automáticamente. Eso significa que para conocer el Nombre
Verdadero de alguien, debes comprenderlo antes, y eso implica aprender
todo lo que puedas sobre él. Todo lo que manipule, toque, hable o afecte
con sus poderes sus poderes dejará tras de sí una pista de su mismo ser. Las
manifestaciones de poder y violencia dejan un eco vibratorio en el aire
que resuena con una parte de su nombre. Ése es el principal motivo por
el que los demonios debemos andarnos con cuidado. Todas nuestras acciones delatan nuestra naturaleza y potencial debilidad. Afortunadamente,
Golgohasht no esperaba llamar la atención de otro caído, por lo que no ha
sido precavido. Ha dejado un auténtico rastro de pistas útiles.
La forma en
que asesinó a los List dejó fuertes vibraciones allí donde utilizó sus poderes. Cuando supe que me las veía con un demonio, las busqué. También el
modo en que forjó pactos con Michael y Richard, al igual que la manera en
que segó su fe, me reveló más información acerca de su identidad. Lo mejor
de todo fue que Ingrid me dio una pista muy importante sobre Golgohasht
al revelar cuál era su propósito aquí. Más que eso, me dio dos sílabas del
Nombre Verdadero de Golgohasht, percibidos durante los años que pasó
junto a él en el campo de batalla.
Por desgracia, aunque tenía una impresionante colección de palabras,
no bastaba para pedir a Hannah que invocara o atara a Golgohasht. Casi
todos los rituales de invocación son sólo la mitad de la ecuación, puesto
que pocos lanzadores llaman a un demonio sólo para conversar.
La mayoría
anhela secretos o poder, mientras que otros quieren sojuzgar al demonio. En
cualquier caso, todos ellos incorporan un ritual de sumisión en el proceso
por si acaso el demonio se niega a ayudar o a someterse a la esclavitud.
Al utilizar solo el Nombre Celestial de Golgohasht, podría haber
puesto en peligro la vida de Hannah durante el ritual, pero si fracasaba
la sumisión, se habría liberado y habría ido a por ella. Peor aún, me habría
descubierto, y la próxima vez me resultaría mucho más difícil localizarlo.
No, mi mejor apuesta consistía en esperar hasta tener el nombre completo
de ese cabrón antes de emplearlo contra él.
Siento en ese momento una alteración en el tejido del tiempo y el
espacio, radiando en ondas que confluyen en el hospital al otro lado de la
calle. Golgohasht ha llegado.
Juegos de Poder
Golgohasht está en la habitación de Michael, probablemente intentando volverle loco de miedo. Puedo sentirlo... es otro aspecto de nuestras
habilidades naturales. Todos los demonios pueden sentir a sus semejantes
cuando empleamos nuestro saber o cuando nos mostramos en nuestra forma infernal. En este caso, Golgohasht destaca como una ola en el agua.
Capto algunas vibraciones debido al uso de su poder, pero no es suficiente
para añadir otra sílaba a su Nombre.
Reviso rápidamente mis opciones, intentando decidir qué hacer. Estoy
improvisando porque no quiero pelear en el hospital. Tengo que conducir
a Golgohasht hasta el tejado, donde será más difícil que hiera a alguien.
Lamentablemente, sus habilidades naturales son iguales a las mías, por lo
que mis opciones son limitadas.
Si revelo mi forma apocalíptica, se dará cuenta de inmediato. Somos
criaturas territoriales por naturaleza, y más ahora debido al esfuerzo que
tenemos que invertir en nuestras posesiones mortales, y creo que Golgohasht es más territorial que la mayoría. Irá a por mí primero porque me
considerará una amenaza, y luego volverá a por Michael.
El problema es
que así descubriré mi tapadera... como si tuviera elección.
Busco en mi interior, un momento atemporal donde las órbitas excéntricas de las estrellas se dispersan por el firmamento. Abro los ojos a
la miríada de permutaciones del Gran Designio para asomarme al futuro
fragmentado. Se despliega ante mí sincopadamente, como reflejos atisbados en un espejo roto.
Lo que veo es desalentador. Golgohasht es un Rabisu, temible incluso
para una Casa de poderosos guerreros. Si llegáramos a las manos, me haría
trizas en un momento. Así que si quiero derrotarlo, tendré que valerme de
mi ingenio. Los Rabisu son valientes pero pecan de impetuosos. Tengo que
provocarlo, obligarle a reaccionar sin pensar.
Me muestro, como soy realmente, a este mundo devastado.
Mis alas índigo surgen de mi espalda y me rodea un nimbo de luz
de baja potencia. El reflejo repleto de cráteres de la luna aparece en mis
sombras y, a semejanza de una antigua carta marítima, mi cuerpo se cubre
de líneas y meridianos de luz amarilla. Golgohasht tiene que fijarse en eso.
No tardará en llegar aquí.
Doblego la luz a mi antojo, convirtiendo el aire en una quimera. He de
ser sutil. No puedo combatirlo y desconcertarlo con meras pesadillas. Parte
de nuestra habilidad natural nos hace inmunes a los efectos enajenadores.
Es obra de Dios.
No podía permitir que nos afectaran los mismos juegos de
luces que utilizada para amedrentar a los mortales, por eso nos dio la facultad de ver lo que hay en la chistera del ilusionista. Somos inmunes al miedo
inducido, pero eso se debe a que hemos visto y vivido terrores que ninguna
ilusión podría igualar. Golgohasht probablemente ignore mis intentos por
asustarlo y se lance directamente a mi cuello. Sea. Verá a través de mis
espejismos y creerá que me ha derrotado, y así bajará la guardia.
Siento otra llamada de poder procedente del hospital... Golgohasht
debe de haber recurrido a su control sobre la carne y el hueso para moverse
más deprisa. No me queda mucho tiempo, pero no puedo permitir que planifique su ataque. Debo espolearlo para que se precipite. Lleno mis pulmones
de aire y exclamo la primera sílaba del Nombre Verdadero de Golgohasht.
En algún lugar del hospital, un chillido de pánico estremece las paredes. Golgohasht no tiene otra opción que venir a por mí. Cree que su
misma naturaleza depende de ello. Entono la segunda sílaba.
El demonio se abalanzará sobre mí, lo que significa que Golgohasht
utilizará su forma apocalíptica para alterar el cuerpo de Jeremy y transformarlo en una máquina asesina de músculos, dientes y garras. Cada Casa tiene un semblante distinto que altera la forma de nuestros cuerpos mortales.
Es una sombra de su auténtica forma antes de que Dios nos despojara de
gran parte de nuestro ser. Es también a lo que me refería cuando le conté a
Hannah que el cuerpo humano puede manifestar casi cualquier cosa si dispone de fe suficiente. Estas mejoras físicas son aspectos de nuestra esencia
que podemos destilar en la carne y el hueso, insuflando en los tendones y
los músculos poder suficiente para moldearlos a voluntad.
Golgohasht trepa como una araña hasta el tejado del edificio. Refulge
en un nimbo de luz negra, con martillos de carne y dedos afilados donde
deberían estar sus puños, con dientes de sable flanqueando sus distendidas
fauces de insecto. Sus ojos afacetados son ascuas al rojo blanco. También
yo me sé algunos trucos. Para cuando Golgohasht me ve mis alas se han
transformado en cuchillas. Salta, pero leo la madeja del destino y me aparto
un instante antes de que golpee con ambas manos.
Se pone de pie enseguida. Mis alas baten el aire vacío cuando se agacha para esquivar mi ataque. Gira e impacta con un antebrazo enorme en
mi torso. Vuelo de espaldas, consciente de que piensa abalanzarse sobre mí
en cuanto aterrice. Como era de esperar, aterrizo sin control y tengo a Golgohasht en mi pecho, vociferando igual que una bestia enloquecida, desgarrándome con sus zarpas.
Doblego las fuerzas restringentes del cosmos,
imprimiendo aceleración mediante mi fuerza de voluntad para lanzarlo a
treinta metros de distancia. Queda suspendido momentáneamente en el
aire, manipulando a su vez las fuerzas fundamentales, antes de estrellarse
contra el tejado. Dispongo de un segundo para planear mi siguiente movimiento.
Sin embargo, vacilo. Estudiar el Gran Designio me permite atisbar el
futuro, ver los numerosos resultados posibles de este encuentro. Cuesta cribar el torrente de información en el mejor de los casos, con tiempo de sobra
para reflexionar, pero ahora... Debo tomar la decisión adecuada, elegir el
único curso de acción que devolverá a Golgohasht al Pozo. La única forma
de encontrar esa fina aguja de esperanza en este inmenso pajar de posibilidades consiste en recurrir a la oscuridad alojada en el fondo de mi cerebro.
Es increíble cuánto ayuda a concentrarse el antiguo odio.
Si me abro a las tinieblas, sabiendo que me dejará marcas, perderé parte de la humanidad que tanto me ha costado conseguir. Todo por el bien de
un puñado de críos mortales que de todas maneras no serán más que polvo
dentro de cien años. Claro que, si permito que Golgohasht los devore, ¿en
cuánto se reducirá mí alma?
Se diría que estamos abocados a sacrificarnos por la humanidad. Sólo
puedo rezar para que merezca la pena.
La oscuridad es dulce, inunda mi cerebro mientras mis labios forman
palabras de poder y las líneas de la casualidad se extienden ante mis ojos.
Veo que Golgohasht se pone de pie, con sus largas garras negras tendidas
hacia mí. Cientos de posibilidades centellean ante mí, pero las sorteo con
seguridad, impulsado por mi rabia, buscando la única ocasión de derrotar a
mi adversario. Cuando la encuentro, mis labios se retraen para dibujar un
rictus asesino.
Más palabras de poder crepitan en el aire cuando doy forma a la luz
que nos separa, y un simulacro perfecto de mi ser corre por el tejado al
encuentro de Golgohasht, blandiendo una espada de fuego elemental. Al
mismo tiempo yo corro por la cornisa del tejado, extendiendo mis alas para
alzar el vuelo.
Se ríe, un sonido espantoso semejante al de huesos quebrándose. Distingue el espejismo de inmediato y salta sobre mí como un león, con las
largas garras apuntadas a mi garganta.
Veo cómo se desarrolla la escena en mi cabeza. Si me mueve un instante demasiado pronto o demasiado tarde, Golgohasht me arrancará la
cabeza. Me descubro rezando al Lucero del Alba cuando me giro, arrojándome de espaldas lejos del tejado.
Golgohasht choca conmigo. Sus colmillos amarillos están a meros
centímetros de mis ojos, su aliento pestilente penetra en mi nariz. Caemos,
pero el Rabisu está poseído por la sed de sangre, lacerándome los costados
y los brazos con sus garras aserradas. La agonía es indescriptible y siento lo
cerca que estoy de la muerte. Golgohasht también, pero el sórdido placer
que siente lo ciega ante el peligro.
Despliego las alas y giramos en el aire, hasta que Golgohasht se sitúa
entre el suelo que se aproxima y yo. Cuando cambiamos de posición, sondeo de nuevo las fuerzas fundamentales y caemos más deprisa, a una velocidad mortal y más. Los ojos leoninos de Golgohasht se abren desorbitados
y comienza a comprender que ha sido engañado, pero es entonces cuando
abro las alas de nuevo y el Rabisu, más pesado, cae en picado, desgarrándome los brazos y el torso hasta el hueso.
El muro alto que rodea el apartamento de edificios está rematado por
púas de acero forjado, más decorativas que otra cosa, pero servirán a mis
propósitos. Golgohasht se estrella contra ellas con tal violencia que resquebraja la piedra que las sostiene en su sitio y desaparece en medio de una
nube de mampostería pulverizada.
No aterrizo sino que me desplomo.
Los demonios podemos recurrir
a la fe para curar casi cualquier herida, pero el daño que me ha infligido
Golgohasht es extraordinario. Veo una lluvia de gotas escarlatas que mojan
las piedras del pavimento y me pregunto si me desangraré hasta morir antes
de convertirme de nuevo en Liebner y trastabillar los escasos pasos que me
separan del hospital.
Golgohasht no yace entre los escombros al pie del muro. Sólo el cuerpo destrozado y ensangrentado de Jeremy List, asaeteado por media docena
de lanzas de hierro. Ni siquiera el temible Rabisu podía reparar el daño
masivo provocado por la caída. Una parte de mí esperaba que siguiera cayendo, chillando de rabia y dolor mientras se precipita al Abismo que lo
aguarda.
Me desembarazo de mi forma apocalíptica cuando salen los primeros
ordenanzas del hospital y corren hacia mí.
El dolor es inmenso, ocupa el
mundo entero, y lo recibo complacido, rezando para que su calor cauterizador elimine la negrura que he vuelto a alojar en mi corazón. Sé que no voy
a tener tanta suerte, como también sé que la batalla con Golgohasht no ha
terminado del todo. Escapó del Pozo una vez y volverá a hacerlo. Es sólo
cuestión de tiempo hasta que consiga atravesar la Vorágine y regrese a este
mundo maltrecho y magullado. Quizá para cuando llegue ese momento
haya conseguido borrar la mácula de mi alma, pero si tengo que volver a
entregarme a las tinieblas para evitar un mal mayor, lo haré. Hemos perdido
el Cielo para siempre, y el Infierno ya no puede retenernos.
Lo único que nos queda es este mundo, y lo que decidamos hacer de
él. Personalmente, pienso que merece la pena pagar cualquier precio.
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