Alguna vez, los Namtar, utilizaron su dominio de la muerte para determinar qué criaturas necesitaban ser extirpadas de la Tierra, simplemente las tocó suavemente y devolvió sus cuerpos al suelo. Los Ángeles de la Muerte fueron creados para reciclar el material dejado por el paso del espíritu (mientras que la disposición del espíritu en sí, se dejó a sus hermanos, los Nergal). Sus poderes no fueron diseñados para ser utilizados en humanos, y la maldición impuesta a los Halaku fue peor de lo que cualquiera de los gentiles Namtar podría haber concebido. Sus queridos humanos ahora serían víctimas de sus guadañas proverbiales, una pequeña maravilla, entonces, algunos de los Halaku inmediatamente comenzaron a construir reinos donde los leales Nergal no pudiesen encontrar almas humanas. Como agentes de la descomposición y la muerte física, los Namtar trataron de concebir formas de hacer que la muerte fuera aceptable, si no agradable. De su trabajo durante la guerra, surgieron nociones como el martirio, el duelo, los funerales y muchas formas de medicinas. Sin embargo, el suicidio y la desesperación también se produjeron, ya que los Namtar trataron de hacer que el destino final de cada humano fuera un poco menos incómodo.
A medida que avanzaba la Guerra de la Ira, los Namtar comenzaron a disfrutar lentamente de su trabajo. Nuevamente, tenían una pequeña relación con las almas de los muertos, por lo que, para ellos, la humanidad se volvió más como la materia, trabajaron de la misma manera que los Mummu trabajaron la tierra. Cuando los rebeldes Namtar fueron arrojados al Abismo, muchos ya habían cambiado, la alegría fría al terminar con la vida allanó el camino para el Tormento por venir.
La Faz de la Muerte aterroriza a cualquiera que lo vea, independientemente del puntaje de Tormento del demonio. Un Namtar es una encarnación de la mortalidad, pero no ofrece la comodidad que un Nergal podría ofrecer. A medida que el Tormento se levanta, el frío silencio de la tumba da paso a los escalofriantes aullidos de los muertos. El propio Namtar, sin embargo, se vuelve extrañamente sordo a esos gritos, viendo solo la materia cruda ante él.
Estos ángeles se manifiestan como figuras sombrías embozadas en jirones de niebla fantasmal que ondula y se estremece en todo momento,
reflejando ocasionalmente los pensamientos del ángel con extrañas formas
simbólicas. Un silencio sobrecogedor rodea a estas criaturas, cuyos pies parecen no tocar el suelo. Su piel es blanca como el alabastro, y sus rostros
permanecen eternamente ocultos entre sombras profundas.
La Faz de la Muerte confiere las siguientes habilidades especiales:
• Alas: Un par de alas de cuervo se extienden desde los hombros del
personaje. Plenamente desplegadas, cada ala mide un tercio de la altura total del ángel. El personaje puede planear a una velocidad igual a tres veces
su velocidad de carrera por turno.
• Iniciativa mejorada: Suma dos a la iniciativa del personaje.
• Pasar sin dejar huella: La dificultad de las tiradas de Sigilo del personaje se reduce en dos, y su paso no interferirá con el entorno en ningún
aspecto. No dejará huellas de pisadas ni se moverán las hojas.
• Sin reflejo: La imagen del demonio no aparece en los espejos, como
tampoco puede capturarse en fotografías ni películas de vídeo.
Tormento: Los Namtar monstruosos exudan la fría aura de la muerte y drenan indiscriminadamente la vida de todos los seres vivos que los
rodean. Las flores se marchitan a su paso, la mirada de los niños se torna
vidriosa y los ancianos sienten que la Parca les aprieta el corazón.
La Faz de la Muerte confiere las siguientes habilidades Atormentadas
especiales:
• Capa de sombras: El demonio aparece amortajado en un manto
de tinieblas, lo que hace que resulte complicado distinguir sus rastros aun
a plena luz y se vuelva casi invisible de noche. La dificultad de todas las
tiradas de Sigilo se reduce en dos siempre que el demonio permanezca en la
sombra o se mueva en la oscuridad. Si el personaje sufre cualquier ataque,
se aplicarán las reglas relativas a la Lucha a Ciegas.
• Presa mortal: El espíritu del demonio puede aferrarse a la vida más
allá de los límites de la resistencia humana. Si el cuerpo del huésped del demonio sufriera ocho niveles de daño letal o agravado, aún se agarraría a la
vida superando una tirada de Fuerza de Voluntad. En tal caso, el personaje
se sumiría en un coma hasta el siguiente amanecer, momento en el que se
levantaría con un punto de Fe menos y un solo nivel de salud.
• Aura de entropía: Las plantas se marchitan en presencia del demonio, y los seres vivos sienten un frío que les merma las fuerzas. Los mortales
y los demás demonios que se encuentren a tantos metros del personaje
como puntos de Fe tenga éste perderán un dado de sus reservas de dados a
menos que superen una tirada de Resistencia (dificultad 6). Los efectos de
esta habilidad perdurarán toda la escena.
• Resistencia al daño: El demonio es capaz de ignorar el daño que
incapacitaría a un humano normal. Hará caso omiso de las penalizaciones
por heridas mientras dure la escena. Las penalizaciones por heridas en las
que incurra estando en su forma apocalíptica se aplicarán de nuevo cuando
recupere su forma humana.
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