Diablos

Los Diablos alguna vez fueron los árbitros de la Voluntad de Dios, y sus formas ardientes y radiantes estaban destinadas a transmitir una imagen de poder y liderazgo divino. Eran el soporte del Mundo, la encarnación viviente de la autoridad del Creador. Es cierto que las cosas son drásticamente diferentes en este moderno Mundo de Tinieblas, y los Diablos ya no ejercen el mandato del cielo (pero eso no quiere decir que no actúen como si lo hicieran).

Cuando el Diablo revela su forma apocalíptica, no es solo una expresión de su alma antigua, es una afirmación de autonomía, influencia y dominio. Todo se reduce a la postura. La mayoría de los Diablos no desperdiciarán su Faz apocalíptica en asuntos triviales. Sus formas reveladoras son mantos de poder, majestuosas demostraciones del derecho divino. La mayoría de los Diablos consideran que es degradante malgastar el poder de su Faz en usos exiguos, como pasar la soga de terciopelo hacia un garrote o cosechar la Fe de mortales indignos, por su elevada posición. Cuando un Diablo elige ejercer su poder y dirigirlo a través de la forma reveladora, es como un rey o un obispo que se pone la indumentaria de su posición (la túnica, el cetro y la corona). La forma apocalíptica, como las insignias de la iglesia y el estado, es indicativa de la realeza y la autoridad celestial y no debe ser usada casualmente.

• Tácticas: Los Diablos frecuentemente usan sus formas reveladoras como extensiones tangibles de su voluntad, ardiendo con gloria infernal cuando se les pide que inspiren, guíen o intimiden. Volviendo a los primeros días de la Creación, y más tarde cuando brillaron como estrellas desafiantes sobre el campo de batalla, los Namaru ven sus formas reveladoras como manifestaciones físicas de su derecho a liderar al resto de los caídos. Por esta razón, muchos son reacios a manifestar las habilidades de alto Tormento de sus formas apocalípticas y revelar cuán empañadas se han vuelto sus nobles almas. En la batalla, los Diablos no dudan en ponerse sus formas reveladoras como lo hicieron durante la guerra, utilizando la luz aterradora de su Faz para abrumar a los de voluntad débil y terminar muchas peleas sin dar un solo golpe.