Igual que las cruzadas del pasado expusieron a los primitivos reyes guerreros de Occidente a las maravillas
del mundo musulmán, la Guerra de la Gehenna ha tornado el mundo vampírico considerablemente más pequeño y nos ha acercado mucho más a la Ashirra. Éste
es el nombre de nuestra unión en Oriente Próximo.
Algunos afirman que la Ashirra es otra Secta diferente,
pero no estoy de acuerdo. Eran Camarilla mucho antes
que nosotros, se basaron en los principios de ocultarse
entre sus parientes mortales y adaptaron los pilares
del islam como parte de sus principios fundacionales.
Nuestra cooperación no es menos cercana que la de los
vínculos entre Chicago y San Petersburgo. Ambos somos Camarilla, pero a un mundo de distancia. Así que,
mientras muchos ven el inminente matrimonio entre
los amos ocultos de Occidente y los de Oriente como
un cambio monumental, yo lo veo como la corrección
de una confusión. Si ves esto como un gran idealismo,
una victoria de inclusión frente a los divisivos prejuicios culturales, te pido que lo reconsideres.
No estamos
del lado de la gente, de los millones de personas a las
que se les niega asilo en nuestras ciudades, ni tampoco
lo están nuestros amigos de la Ashirra, a pesar de la
piedad que profesan. Estamos aquí para gobernar y
sobrevivir. Somos diplomáticos, reyes, hombres de negocios, soldados de élite, líderes de cultos y generales.
Somos la élite. Somos vampiros. Pensar en la Ashirra
como una sola cosa, una única cultura, es un prejuicio
que hará que te maten en las cortes del futuro. Piénsalo: entre nuestros nuevos aliados hay príncipes saudíes
que cruzan los límites del exceso y la decadencia, un
informático millonario jordano, nacionalistas turcos que sueñan con el Imperio otomano, kurdos que
luchan por la libertad y nobles persas que añoran los
gloriosos días de la música disco en la Teherán
de los años setenta. Todos ellos pertenecen a la
Ashirra. Todos creen en los pilares de Alá. Y aun así,
ninguno de ellos piensa ni actúa de la misma forma.
Tenemos una elección que tomar. Dios o Caín. Fe
o aislamiento. O, como Secta, luchamos por regresar a
nuestros cimientos morales como creyentes en el Dios
de Abraham o nos jugamos a nuestros nuevos aliados
apostando por la Iglesia de Caín. Como he argumentado antes en este ensayo, nuestra brújula moral es
nuestra fe.
Permanecer siendo humanos es adherirnos
a las creencias que teníamos cuando aún respirábamos.
Nadie conoce esto mejor que la Ashirra. En lugar de
Tradiciones, usan los cinco pilares del islam como código de conducta y baluarte frente a la Bestia. Se dice
que algunos incluso tienen la autodisciplina de despertarse durante el día y rezar a la Meca. ¿Queremos
presentarnos como ateos sin fe o aceptamos que aún
somos Gentes del Libro y compartimos una historia y
moralidad comunes con la Ashirra? Estas cuestiones
serán respondidas en el futuro de forma distinta en
cada dominio. Uno albergará una corte gobernada por
un Cainita predicador y la Ashirra lo evitará como la
peste. Otro será dirigido como una empresa por un
juez Ashirra que mantendrá una estricta apariencia
de imparcialidad, mientras derriba a los injustos uno
a uno. Y otro mantendrá a un Príncipe paranoico que
tratará de avivar las llamas en alza del nacionalismo en
su ciudad para mantener el futuro a raya.
La Cruzada de la Gehenna y la Llamada nos han
acercado más a nuestros orígenes, a nuestros venerables
ancestros y a la Ashirra. Ahora debemos escoger cómo
nos cambiará a nosotros y a aquello en lo que creemos.
Te diremos a la cara que nuestra conspiración es laica,
que rechazamos la superstición y la fe. Mentira.
La
Camarilla es una Iglesia de Sangre para una congregación licenciosa y un mundo corrupto. Nuestra misión
es la de espiar en territorio ocupado por el enemigo
gobernado por los augurios de anarquía y dirigido por
idiotas. Somos la única salvación para nuestra especie,
todos los demás son falsos profetas. Somos la institución de poder más revolucionaria y con mayor impacto
en la no-vida que jamás ha existido en la Tierra. Estamos totalmente dedicados a la idea de que no sólo es
posible una infiltración total en el mundo, sino que es
necesaria. Esta meta última implica destruir la forma
de vida natural del ser humano, su forma de
pensar y su libertad. Sólo aguardamos
nuestro momento en las sombras.
Dentro de nuestras Tradiciones contenemos muchos
Clanes, Sectas, cábalas
secretas y coteries, pero al
final todos somos lo mismo:
muertos que se alimentan
de los vivos. Manipulamos
gobiernos y matamos a
quienesquiera que no podamos comprar, engañar o intimidar. Corrompemos todo
lo que tocamos y arruinamos
todo lo que tratamos de amar.
Ofrecemos protección a quienes
servimos y aniquilación a quienes nos
desafían.
El nuestro es un sistema de control
secreto que sorbe de la rutina de cada ser vivo del
planeta. Estamos en todas partes y en ninguna. Somos
todopoderosos. Somos un susurro. Somos como Él.
La maldad es un punto de vista. Ninguna otra criatura de Dios se parece tanto a Él y a su Chiquillo Caín
como nosotros. Matamos con la misma libertad y con
menos remordimientos. Nuestra verdadera maldición
es que participamos de su responsabilidad; una mucho
más profunda que la simple ansia, demencia o las
demás adversidades de la no-vida nocturna.
Nosotros, predicadores de la muerte, hemos trascendido el tiempo y nos hemos convertido en inmortales
y ahora servimos a nuestra Secta como santos oscuros:
seres de poderes tan serios y terribles que hemos trascendido la mortalidad y definimos lo corruptible. Para
los Vástagos más jóvenes representamos el deseo de la
verdadera inmortalidad y el poder absoluto.
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