Nuestra Fe
Se nos conoce como una Secta sin fe. Yo digo que eso
no es cierto. No hacemos ostentación de nuestra
fe, pero creemos. Nuestras formas son más corteses
que sagradas, pero cuando nos arrodillamos en
adoración, lo hacemos con una convicción personal. Sólo
oramos por nuestra propia alma cuando hemos errado,
comulgamos con nuestros ancestros en busca de guía en
reuniones secretas de parientes juramentados. Tenemos fe en
nuestra guerra contra nuestros más bajos impulsos, en nuestro rol como pastores iluminados de la humanidad y en la
sabiduría de los ancestros. Oramos al Dios de nuestros días
con aliento. Algunos de nosotros lo hacemos por las mismas
razones por las que lo hacíamos entonces. Otros distorsionan las escrituras para encontrar un papel para sí mismos
en el plan de Dios y, tristemente, cada vez más de nosotros
encontramos la fe en herejías bañadas en sangre, diseñadas
para hacernos sentir mejor respecto a ser monstruos.
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