Banu Haqim

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Esto te sorprenderá, pero hasta ahora nunca había tenido un amante Haqimita. En algunos casos, un Hijo de Haqim ha tratado de perseguirme románticamente. Hombres jóvenes, adustos y serios, y una vez también una mujer. La tragedia es que a veces es más placentero ser deseada que ceder. Con estos individuos sentía su devoción y la intensidad de sus emociones. Había algo placentero en su frustración, y se habría acabado si los hubiera aceptado. Con el tiempo, lo superaron. Un aviso, en cualquier caso. Es divertido enfrentar a tus pretendientes unos contra otros. Los celos que se tienen resultan entretenidos y suelen proporcionar unas buenas risas en el Elíseo. Sin embargo, y hablo por experiencia, puede ser peligroso si uno de ellos es un Haqimita. La mujer que me persiguió desafió a mi amante a un duelo y le mató. Fue una absoluta muestra de ardor, pero desafortunadamente fue sentenciada a ver el sol por un Príncipe que no comprendía las sutilezas del amor violento. 

Mi futuro marido será un Haqimita, así que finalmente completaré mi colección. Tan joven como eres, probablemente quieras preguntar por qué consiento esto. La gran alianza entre la Camarilla y la Ashirra se oficializará mediante esta boda, conmigo como ofrenda simbólica. ¿Por qué aceptar tal papel? Debes entender que existimos durante un largo tiempo. Muchas cosas pueden suceder. He resuelto ser el personaje principal de mi propia historia y, con este movimiento, paso de ser una personalidad de nivel medio de la Camarilla a estar en el centro del escenario. Me exige asumir cierto papel, pero también me impulsa hacia arriba. Para un mortal, una elección como ésta definiría el resto de su vida. Sería su destino definitivo. Para un inmortal… Bueno, no deseo ser irrespetuosa con mi futuro marido. Lo atesoraré durante el resto de la eternidad. Después de todo, ¿qué clase de personaje actuaría de forma deshonesta en su propia boda?

El Pacto de Odense 

Por Aisha Talwar, Visir de los Hijos de Haqim Desposeídos 

Las circunstancias que rodean la entrada de los Banu Haqim en la Camarilla son poco conocidas, pero aquí está lo que he oído: El hechicero conocido como Ur-Shulgi, de vuelta en Alamut, comenzó una purga de todos los Hijos de Haqim que su mente inhumana consideraba indig- nos. Este juicio se extendió a cualquiera que hubiera abandonado a Haqim en favor de Alá. Algunos dicen que su rechazo a renegar del libro de la paz destruyó a Jamal, quien ostentaba el título de Más Antiguo en ese momento, pero no es algo que podamos demostrar. Como podrás imaginar, muchos Hijos de Haqim se opusieron a la idea de abandonar su fe. Huyeron arrojándose a la merced de la Camarilla. Estos vampiros, toda la Casta de los Visires y muchos de los Guerreros, según tengo entendido, juraron servir a la Secta donde Brujah y Gangrel habían fallado, tras haber realizado varias súplicas con este fin a lo largo de las dos últimas décadas. El trabajo ya estaba hecho, como ves. 

El obstáculo siempre ha sido la enemistad del Clan con los Tremere. Ocurrieron tres cosas que convirtieron su admisión en una posibilidad: la primera fue la partida de los Brujah, la segunda fue la pérdida de los Tremere en Viena y la tercera fue la Cruzada de la Gehenna del Sabbat, que nos dio un enemigo común en los campos de batalla de nuestro hogar. Cuando muchos de nuestros parientes sin fe parecieron unirse, o al menos ayudar, a los Cainitas infieles, nuestra dedicación por este pacto se endureció como el acero de Damasco. Verás, la Camarilla estaba debilitada por la guerra y el ascenso de la Inquisición, pero aún en posición de tener al tiempo capacidad de negociación. El enemigo ancestral de los Banu Haqim, los Tremere, estaba incapacitado, y un vacío aguardaba la presencia de los Asesinos. Te sorprenderá saber que la Camarilla se reunió tanto con los malditos Seguidores de Set como con nosotros los Haqimitas la misma noche para decidir cuál de los dos se uniría. 

El “Ministerio”, como se denominan en estas noches, se reunió con Justicar en una ciudad, mientras que los Banu Haqim nos reunimos con representantes de la Secta en alguna cocina de una irrelevante ciudad danesa. Su encuentro fue opulento y se ocultó tras una reunión de la OTAN en el mismo hotel. El nuestro fue oprobioso y apartado de la vista. El suyo reventó. El nuestro no. La Camarilla culpó a los Setitas de la muerte de esos Justicar. Yo me inclino más a creer que fuimos nosotros. Sabíamos exactamente qué estaban haciendo y así aseguramos nuestra posición en la Secta. Oh, no creas que los Banu Haqim fuimos inocentes en la destrucción de los Tremere. Alguien filtró a la Inquisición la localización exacta del santuario Tremere en esa capital. Alguien llevaba odiando a los Tremere medio milenio. Alguien se benefició del daño a los Tremere. Me inclino ante los estrategas de los Guerreros. Siempre los hemos considerado asesinos fanáticos pero carentes de sutileza. Y ahora parece que han jugado a la Jyhad mejor que nadie. 

El Juez entra en la ciudad en secreto. La noche revela patrones de mala conducta ante su paciente mirada. Monstruos con rostro humano que roban sangre inocente. Ambición manchada de sangre que aplasta sueños divinos de justicia. Las calles rebosan de perversión. Ése es un asesino, un monstruo. Y la mujer de allí vendió a su propio hijo, es un monstruo. Y también el soldado de allí, que sirve a un rey injusto. Alguien debe traer equilibrio. Alguien debe señalar y decidir qué es correcto y qué no. Será Haqim. Se ha tomado una decisión. Para cazar monstruos, el Juez debe convertirse él mismo en uno. El padre escucha y le concede a Haqim su deseo; pero, como todas las cosas de esa clase, es una prueba envuelta en una maldición. El Juez sabe que ninguna corte es intachable. Su código es beber siempre de las almas de los culpables para alimentar la causa de la justicia con la sangre de los perversos. Rey y reina son sus primeros objetivos, pero no acabará ahí. De hecho, no acabará nunca. Hay tanto mal que reunir en sus ardientes venas. Tantas almas negras que beber. 

No puede hacerlo todo solo, así que Haqim engendra a Ur-Shulgi y a sus hermanos para hacerle la guerra al resto de su injusta especie. Y cuando la Segunda Ciudad cae, conduce a sus hijos a la fortaleza secreta del monte Alamut. Pasan los siglos. Se imparte justicia y las muertes de los culpables son planeadas y ejecutadas a cambio de un precio en Sangre. Pero ¿quién es culpable? «Hasta el último bebedor de sangre —dice Ur-Shulgi volviéndose contra sus hermanos—. Sólo quienes rompen la ley de Dios», dice el Profeta mortal mirando fijamente a los ojos del Juez. Él flaquea. ¿Justiciero o guerrero sagrado? ¿Asesino psicópata con un código o cazarrecompensas santurrón? ¿Homicida o ejecutor divino? ¿Justicia personal o universal? Los Hijos, cazadores de su propia especie, con tradiciones que se remontan hasta Salomón y antes incluso, son mi última y única esperanza. Deja que vengan a por mí. De rodillas, rezo: «Honorable Haqim, dejad que yo y mi especie paguemos por lo que hemos hecho, para que la Tierra pueda quedar imperturbada y ya nunca más arruinada por nuestras hambrientas sombras». Y la ausencia de sonido me dice que mis plegarias han sido oídas.

¿Quiénes son los Banu Haqim? 

Los Jueces de los Banu Haqim están divididos entre su sed hereditaria y su pasión por la justicia. Los Jueces se separaron hace mucho de la sociedad vampírica para ejecutar sus castigos capitales de robo de almas. Eso está a punto de cambiar. Un cisma divide al Clan entre los seguidores del recién despertado Matusalén Ur-Shulgi y los Guerreros y Visires islámicos Abrazados después de que el Clan abandonase su cruel veneración a la sangre. Alamut, la base de operaciones de los Hijos oculta en alguna parte de Afganistán, ha caído por completo a los cultores de sangre, quienes se preparan para emitir su juicio de sus parientes, y los Haqimitas más sensatos son ahora exiliados que huyen de su antiguo hogar. La mayoría de ellos se han unido a la creyente Secta de Vástagos musulmanes, la Ashirra, o han buscado asilo y membresía completa en la contrapartida occidental de la Secta: la Camarilla. Ya sean cultores o guerreros en busca de justicia, todos los Hijos de Haqim se adhieren a un estricto código de algún tipo, sean las leyes de sangre de Ur-Shulgi, una venganza personal, la Constitución de Estados Unidos, alguna extraña variante de la ley islámica o incluso teorías posmodernas de opresión. 

Pero ningún vampiro es libre de egoísmo. La incómoda verdad es que los Hijos ocultan su incontrolable sed de Diablerie tras una estricta idea de lo correcto y lo incorrecto. Para los Jueces siempre hay alguien culpable. Y los culpables han de ser castigados, sus almas sorbidas a través de sus arterias para fortalecer al Juez en preparación para el siguiente asesinato justificado. Los Banu Haqim incluyen una amplia diversidad de cazadores, jueces y asesinos. Aunque su enfoque a la hora de juzgar suele manifestarse en el acto de ejecutar la muerte, existe la misma probabilidad de que los mortales Abrazados al Clan sean cadíes, estrategas y estudiantes de la ley como que sean cazarrecompensas, soldados, agentes de policía y asesinos entrenados. Los lazos geográficos del Clan hacen que la mayoría de los miembros Abrazados entre el 600 d. C. y principios del siglo xx se consideren de fe islámica. Los Banu Haqim más ancianos tienden a adorar la Sangre por encima de cualquier fe mortal. Los miembros jóvenes del Clan proceden de cualquier lugar o cultura del mundo y, aunque algunos se convierten al islam tras su muerte, los Haqimitas más modernos mantienen la fe de los días en que respiraban y se les respeta por ello. 

En las noches actuales, los Banu Haqim tienen por objetivo a mortales capaces de evaluar y manejar amenazas, imponiendo la ley y la tradición mediante la fuerza de su personalidad o habilidad, y, por supuesto, a asesinos que contribuirían a los objetivos del Clan. Los Banu Haqim vigilan a veteranos de guerra, especialmente aquéllos deshonrados o heridos en batalla, y les ofrecen la inmortalidad, una oportunidad de redención y un propósito. Tales mortales se convierten en Neonatos valorados. Los Banu Haqim son más que un Clan de asesinos que desciende de los al-Ḥashāshīn, aunque han adoptado muchas prácticas de esta secta mortal. Los Visires y Guerreros del Clan descienden de diferentes proles de Haqim, cada una de las cuales se siente impelida a Abrazar mortales distintos: los Guerreros tienden a los que tienen inclinaciones marciales, mientras que los Visires drenan y convierten a aquéllos con poder político y legal. La conexión entre ambos es ley. Los Banu Haqim dentro de la Ashirra y la Camarilla luchan por mantener e imponer la ley, lo que hace que su elección de posibles Retoños sea crítica. 

«Estaba muerto y luego vivo. Llorando y luego riendo. El poder del amor vino a mí y me volví fiero como un león y luego delicado como lucero vespertino.» 
– Rumi

Los Banu Haqim en la sociedad vampírica 

Me llamaba Fatima al-Faqadi en vida y es el nombre que porto en muerte esta noche. Soy Banu Haqim, una juez de monstruos y hombres. Como muchos de mi clase, también soy una exiliada. Pero ya no somos marginados. La Camarilla nos ha acogido y nosotros a ella, ya que ha llegado el momento de que la ley de la Ashirra guíe las filas de todos los Vástagos. Habrás oído que los Banu Haqim están divididos. Así es. La mayoría de nuestra Casta de Guerreros se aferra a Alamut y las viejas costumbres. Pero el Viejo de la Montaña está muerto y los asesinos adoran ahora al dios de sangre Ur-Shulgi y han revivido las arcaicas costumbres de adoración de la sangre. Ése es el código que les dice que maten y consuman las almas de todos los vampiros fuera de nuestro linaje. El resto rechazamos abandonar nuestra fe y moralidad mortales. Reconocimos hace mucho el peligro de servir como esclavos a un ser inhumano y encontramos nuestro propósito en la infinita piedad de Alá. Nuestro código es matar por la paz y un bien superior. 

Huyendo junto con nuestro ganado, que escapa de la locura de la Guerra de la Gehenna, arriesgamos todo para encontrar un nuevo hogar. Rogamos santuario a la Camarilla y en su mayor parte lo concede. Estamos agradecidos por su respeto. En esto es mucho mejor que el ganado occidental cada vez más islamófobo. Oramos para que no vuelvan a la intolerancia que habíamos llegado a esperar de los Antiguos europeos y americanos. Quizás sea cierto lo contrario. Esta unión nuestra puede ser el primer paso hacia una era de comprensión y justicia tanto para vivos como para muertos. 

Somos jueces de todo. A veces debemos emitir sentencias desagradables a nuestros compañeros Vástagos. Es un papel por el que somos temidos y respetados, uno del que estoy orgullosa. Como Hija de Haqim, sirvo a mi especie como instrumento de justicia. Como creación de Alá, siento remordimiento por cada tajo de la hoja, cada quemadura de la llama, y me cuestiono cada gramo de satisfacción que proviene de poner fin a las vidas de los indignos. Las palabras del Profeta son de paz y comunidad. Estoy maldita a llevar una vida de guerra para hacerlas manifiestas. Tal es mi papel. ¿Quién soy yo para cuestionarlo? 

El Clan de la Caza fueron una vez mercenarios, cazarrecompensas y asesinos a sueldo entre los Vástagos. Cuando un vampiro quería llevar a cabo una sentencia de muerte sobre un compañero sin conexión con la fuente del ataque, contrataba a los Assamitas para que enviaran a un asesino. Por una cuota de Vitae enviada al hogar ancestral del Clan, el Hijo de Haqim ejecutaba la sentencia sin escrúpulos morales. En estas noches, el papel general del Clan ha cambiado. Los Banu Haqim que adoran a Ur-Shulgi y han vuelto la espalda al islam aún llevan a cabo las prácticas internas del Clan relativas a las muestras de Vitae vampírica y su almacenamiento. Los rumores de Diablerie en masa alimentan el miedo a que el Clan no quiere nada salvo el fin de toda la especie. Estos conservadores, ocultos en la fortaleza de Alamut, han empujado a más de la mitad del Clan a romper sus lazos con su pasado empapado de sangre. Al hacerlo, han atraído la atención de nuestra Secta. Los Banu Haqim son vistos una vez más como un posible pilar de la Torre de Marfil. Los Banu Haqim comprometidos con la Camarilla cuidan ciertos sectores de nuestros dominios, centrando su influencia específicamente sobre el ganado involucrado en la ley y en romperla. 

 Muchos Banu Haqim islámicos, al mantenerse categóricamente fuera de la influencia de Ur-Shulgi, son conocidos como campeones leales de la Ashirra. Al tiempo que los Vástagos occidentales y orientales encuentran un enemigo común en los alzamientos Sabbat y Anarquistas, la idea de que la Camarilla busque una alianza con el Clan de la Caza parece cada vez más que razonable. Los Hijos de Haqim siempre han afirmado que su Fundador era el juez de todos los vampiros. Dentro de la Camarilla, mantienen su legado, reclamando rebaños y criados dentro de departamentos de policía, fuerzas de seguridad y patrullas fronterizas. También dominan parte del crimen organizado. El Clan prepara ganado dentro de estos sectores, parte para el Abrazo, parte para el servicio, pero principalmente para contar con una carta valiosa en las ciudades de la Camarilla. Cuando los demás Clanes quieren callar a un mortal problemático, los Banu Haqim ejecutan el apretón de la ley a través del ganado. 

Los Banu Haqim en la sociedad mortal 

Relatado por Aisha Talwar, Visir de los Hijos de Haqim Desposeídos: 

Un error común en el que los demás Vástagos caen cuando nos valoran a los Banu Haqim es creer que no tenemos una esfera de influencia mortal. Dicen: «Los Assamitas son un Clan de vampiros árabes que se alimentan de vampiros y viven en una fortaleza vampírica lejos de la mirada de los mortales». Esta estupidez es la razón principal de que Ventrue y Tremere aún se opongan a nuestro ingreso en la Camarilla. Por supuesto, también hay barreras basadas en nuestra fe. Muchos miembros de la Camarilla aún expresan una aprendida hostilidad al islam, ya sea por la representación incorrecta de nuestra fe en las noches actuales o debido a que sujetaban las riendas del poder en un tiempo en el que las guerras contra el Imperio otomano o incluso la Reconquista o las cruzadas nos convertían en enemigos del mundo cristiano. Siempre hemos tenido partes de la sociedad mortal bajo nuestro dominio. 

Aunque quienes crean las leyes (y a veces las rompen) son el sector obvio, piensa también en los grupos étnicos entre los que nos enmascaramos. Nuestro Clan es un Clan de muchos tonos. No te confundas: todos los Clanes se originaron en la misma parte del mundo que nosotros, pero nuestra diáspora ha llegado tarde, lo que ha dado como resultado un mayor número de vampiros con origen árabe, beduino, persa, de África oriental o India, entre una hueste de otras etnias no “blancas” o “europeas”. Por supuesto, tal gama de orígenes proporciona amplias áreas mortales sobre las que influir. Milenios de prejuicios e influencia sobre las familias ricas de Arabia nos da una facilidad de acceso a petroquímicos (utilísimos para ganar recursos), bancos y finanzas (utilísimos para restringir los recursos de los demás), telecomunicaciones (valorarás ese sector cuando tengas que ocultar a la Inquisición el uso de teléfonos) y hoteles de lujo. Sí, aún existen estereotipos, y no estamos por encima de sacarles provecho.

Pecados de los Banu Haqim 

El chaval sureño dio una inútil calada a su cigarrillo mientras su compañera Antigua limpiaba sus armas en el garaje. Era apenas una visita fugaz, pero también una oportunidad excepcional para un Hijo de Haqim de hacerle preguntas a otro como él. —Entonces, muñeca, ¿cuál es nuestro pecado? —Hopkirk sonrió a Fatima mientras ella le ignoraba sin dejar de ungir una de sus hojas con un trapo aceitoso—. Pareces convencida de que todos los demás Vástagos son pecadores. Así que ¿cuál es el nuestro? Fatima paró de hacer lo que estaba haciendo y se metió el trapo en el bolsillo conforme alzaba la espada y miraba a través de ella hacia Hopkirk. —¿Tienes que preguntarlo? Nuestro pecado es evidente para todos. Es la Sangre. Mancha nuestras manos. Mancha nuestros labios. Empapa nuestras gargantas. Nos bañamos en ella. Nos regodeamos en ella. Amamos la Sangre. Sostuvo la larga daga, equilibrándola con el brazo. 

—Ése no es uno de los siete pecados capitales, ¿no? Quiero decir, ¿te refieres a la ira? —Hopkirk escupió el cigarrillo al suelo y lo pisoteó con el talón. —Abandona tu estrecha visión del pecado. El Corán prohíbe la consunción de Sangre y la manipulación de los muertos. Al pronunciar esa verdad, el Profeta, la paz sea con él, también hablaba de nuestra especie. No le éramos desconocidos. Sabía que en nuestra relación con la Sangre radican todos los pecados. Cuando hay sangre cerca, ansiamos, deseamos, nos enorgullecemos de nuestra captura. 

Nunca nos detendremos hasta que bebamos el cuerpo y el alma de nuestras víctimas. —Fatima limpió la hoja de nuevo con un trapo limpio antes de guardarla cuidadosamente en su vaina. —Entonces, ¿dónde nos deja eso? Allá donde voy oigo que somos incapaces de mostrar piedad. ¿Tú estás de acuerdo? Fatima sonrió, pero era una sonrisa triste. —Cada noche se nos pone a prueba, hermano mío. Pues, mientras Ur-Shulgi esté en Alamut, tirará de cada uno de nuestros pecaminosos impulsos. Jugará con nosotros hasta que regresemos a él y su merced. Debemos orar por fuerza y luchar por resistir. Hasta que seamos libres, nuestro Clan es el pecado encarnado.

Somos jueces de la Estirpe y la Grey, designados por Haqim y Caín. Nuestras sentencias pueden aferrarse a la tradición y a leyes ancestrales, pero son tan rigurosas y ciertas ahora como hace milenios. Nos alimentamos de quienes no son dignos de la sangre en sus venas. El castigo más sagrado para el Juez es beber la sangre y el alma del criminal, lo que hace que su defunción fortalezca al legislador. Hay muchos caminos que nos llevan a beber: superar a un oponente en combate, sentenciar a un pecador durante la sagrada Caza de Sangre, robársela a aquéllos malditos como nosotros. Cada proceso de alimentación es un ritual. No tomamos sangre a la ligera. Ha de provenir de una fuente que necesite renunciar a un litro de vida. 

Arquetipos Banu Haqim 

• Estudiante de Derecho: Al valorar la comprensión de las leyes y la tradición, los Banu Haqim suelen Abrazar expertos legales que les ayuden a modernizar (o al menos hacer cercanas) las expectaciones de todos los Vástagos. Este Hijo de Haqim aún estudiaba derecho cuando fue convertido en vampiro, y súbitamente las fronteras cambiaron. Ya nunca más restringido a las versiones del siglo xxi de la ley mortal, ahora es un experto en derecho vampírico. Tal Hijo de Haqim infunde respeto entre los Visires.

• Jefe Sindicalista: Saber cuándo poner los pies en la calle, cuándo armar y derribar a alguien y cuándo contenerse y simplemente negarse a ayudar a un tirano separa a este Hijo de Haqim de los estereotípicos miembros respetuosos de la ley de su Clan. El jefe sindicalista proviene de un contexto en el que conocer lagunas legales y cómo alentar a otros a entrar en acción era parte integral de su éxito.

• Árbitro: Este Hijo de Haqim puede haber sido Sheriff en vida o no-muerte. De alguna forma, fue un agente de la justicia, quizás ostentaba una posición de poder moral como sacerdote, imán o líder de la comunidad en una ciudad pequeña o comuna. Su habilidad para esgrimir las leyes le condujo finalmente al Abrazo.

• Sicario: En sus días como mortal, este Hijo de Haqim era un asesino, simple y llanamente. Quizás con un bagaje militar, en las fuerzas del orden o la seguridad, pero con las mismas probabilidades de ser alguien con impulsos asesinos. Al menos un acto letal atrajo la atención de un Sire Banu Haqim sobre él. Ahora, este personaje continúa viviendo gracias a la pistola, el cuchillo, el veneno o las tremendas palizas, pero con toda la legitimidad de ser un mercenario contratado.

• Erudito de Sangre: Los Banu Haqim son conocidos por su extraña Magia de Sangre y veneración por la Vitae, pero este vampiro era un erudito de la sangre antes del Abrazo. Ya fuese miembro de un grupo de estudio sufí, un cultor de una religión marginal o un Ghoul al servicio de un taumaturgo, sus actividades mortales atrajeron la atención de los Banu Haqim, que lo pusieron a trabajar interpretando la voluntad de la Sangre y las formas de subvertirla.

Disciplinas

• Hechicería de Sangre: El poder de envenenar la Vitae y usar la Sangre como arma, así como de examinar la verdad mediante su manipulación. Los Banu Haqim guardan bien los secretos de su Hechicería de Sangre. Los Guerreros del Clan suelen adquirir una forma de Magia de Sangre conocida como Extinción que les proporciona habilidades asesinas, mientras que los Visires hurgan en versátiles aspectos rituales, averiguando secretos de su Sangre y la de los demás.

• Celeridad: La habilidad de moverse y reaccionar más rápido de lo humanamente posible. Los Hijos de Haqim usan Celeridad con una efectividad aterradora. Muchos se entrenan en su uso más que en ninguna otra Disciplina, confiando en la velocidad del juicio antes de que ninguna duda pueda ralentizar una hoja a la garganta. Titubear conduce a la muerte de un vampiro. Cuando se alimentan, los Banu Haqim danzan como derviches bebiendo de sus recipientes preferidos, raudos como flechas, hasta que se sacian y desaparecen tan rápidamente como aparecieron.

• Ofuscación: La habilidad de mezclarse con las sombras, crear una apariencia ilusoria u ocultarse a plena vista. Los Banu Haqim acechan a su presa ataviados de sombras, ya sea como medio para alimentarse discretamente o para darle la Muerte Definitiva a un objetivo sin ceremonia de desafío formal. Algunos Banu Haqim usan esta Disciplina para presenciar cómo un objetivo comete un crimen antes de ejecutar su sentencia.

Prohibición

Los Banu Haqim son proclives a alimentarse de quienes merecen castigo. Esto se aplica especialmente a la Sangre vampírica, la misma esencia de la trasgresión. Cuando uno de los Jueces prueba la Sangre de otro Cainita, le es muy difícil parar. Saciar al menos 1 punto de Ansia con Vitae vampírica provoca una prueba de Frenesí de hambre (ver V5, pág. 220) a dificultad 2 + Severidad de la Prohibición. Si falla la prueba, trata de atiborrarse con Sangre vampírica, a veces hasta que Diaboliza a su víctima. Esto presenta muchos problemas ahora que los Banu Haqim se están integrando en la Camarilla, que tiende a ver el Amaranto como anatema.

Compulsión de Clan

• Banu Haquin: Juicio: El vampiro está obligado a castigar a cualquiera que vea transgrediendo su código personal y tomará su sangre como una justa venganza por el crimen. Durante una escena, el vampiro debe saciar al menos 1 punto de Ansia con cualquiera, amigo o enemigo, que actúe contra una de sus Convicciones. No hacerlo tiene como resultado una penalización de 3 dados a todas las tiradas hasta que la Compulsión sea satisfecha o la escena termine (si de quien se alimenta también es un vampiro, no olvides la prueba de Frenesí de hambre inducida por la Prohibición).

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