Mi futuro marido será un Haqimita, así que finalmente completaré mi colección.
Tan joven como eres, probablemente quieras preguntar por qué consiento esto. La gran alianza
entre la Camarilla y la Ashirra se oficializará mediante esta boda, conmigo como ofrenda simbólica.
¿Por qué aceptar tal papel?
Debes entender que existimos durante un largo tiempo. Muchas cosas pueden suceder. He resuelto
ser el personaje principal de mi propia historia y, con este movimiento, paso de ser una personalidad
de nivel medio de la Camarilla a estar en el centro del escenario. Me exige asumir cierto papel, pero
también me impulsa hacia arriba.
Para un mortal, una elección como ésta definiría el resto de su vida. Sería su destino definitivo.
Para un inmortal… Bueno, no deseo ser irrespetuosa con mi futuro marido. Lo atesoraré durante
el resto de la eternidad. Después de todo, ¿qué clase de personaje actuaría de forma deshonesta en su
propia boda?
El Pacto de Odense
Por Aisha Talwar, Visir de los Hijos de Haqim Desposeídos
Las circunstancias que rodean la entrada de los Banu
Haqim en la Camarilla son poco conocidas, pero aquí
está lo que he oído:
El hechicero conocido como Ur-Shulgi, de vuelta
en Alamut, comenzó una purga de todos los Hijos de
Haqim que su mente inhumana consideraba indig-
nos. Este juicio se extendió a cualquiera que hubiera
abandonado a Haqim en favor de Alá. Algunos dicen
que su rechazo a renegar del libro de la paz destruyó a
Jamal, quien ostentaba el título de Más Antiguo en ese
momento, pero no es algo que podamos demostrar.
Como podrás imaginar, muchos Hijos de Haqim
se opusieron a la idea de abandonar su fe. Huyeron arrojándose a la merced de la Camarilla. Estos
vampiros, toda la Casta de los Visires y muchos de los
Guerreros, según tengo entendido, juraron servir a
la Secta donde Brujah y Gangrel habían fallado, tras
haber realizado varias súplicas con este fin a lo largo
de las dos últimas décadas. El trabajo ya estaba hecho,
como ves.
El obstáculo siempre ha sido la enemistad
del Clan con los Tremere.
Ocurrieron tres cosas que convirtieron su admisión
en una posibilidad: la primera fue la partida de los
Brujah, la segunda fue la pérdida de los Tremere en
Viena y la tercera fue la Cruzada de la Gehenna del
Sabbat, que nos dio un enemigo común en los campos de batalla de nuestro hogar. Cuando muchos de
nuestros parientes sin fe parecieron unirse, o al menos
ayudar, a los Cainitas infieles, nuestra dedicación por
este pacto se endureció como el acero de Damasco. Verás, la Camarilla estaba debilitada por la guerra
y el ascenso de la Inquisición, pero aún en posición de
tener al tiempo capacidad de negociación. El enemigo ancestral de los Banu Haqim, los Tremere, estaba
incapacitado, y un vacío aguardaba la presencia de
los Asesinos. Te sorprenderá saber que la Camarilla
se reunió tanto con los malditos Seguidores de Set
como con nosotros los Haqimitas la misma noche para
decidir cuál de los dos se uniría.
El “Ministerio”, como
se denominan en estas noches, se reunió con Justicar en
una ciudad, mientras que los Banu Haqim nos reunimos
con representantes de la Secta en alguna cocina de una
irrelevante ciudad danesa. Su encuentro fue opulento
y se ocultó tras una reunión de la OTAN en el mismo
hotel. El nuestro fue oprobioso y apartado de la vista.
El suyo reventó. El nuestro no.
La Camarilla culpó a los Setitas de la muerte de
esos Justicar. Yo me inclino más a creer que fuimos
nosotros. Sabíamos exactamente qué estaban haciendo
y así aseguramos nuestra posición en la Secta.
Oh, no creas que los Banu Haqim fuimos inocentes en la destrucción de los Tremere. Alguien filtró a
la Inquisición la localización exacta del santuario
Tremere en esa capital. Alguien llevaba odiando a
los Tremere medio milenio. Alguien se benefició del
daño a los Tremere.
Me inclino ante los estrategas de los Guerreros.
Siempre los hemos considerado asesinos fanáticos pero
carentes de sutileza. Y ahora parece que han jugado a
la Jyhad mejor que nadie.
El Juez entra en la ciudad en secreto. La noche revela
patrones de mala conducta ante su paciente mirada.
Monstruos con rostro humano que roban sangre inocente.
Ambición manchada de sangre que aplasta sueños divinos
de justicia. Las calles rebosan de perversión. Ése es un
asesino, un monstruo. Y la mujer de allí vendió a su propio
hijo, es un monstruo. Y también el soldado de allí, que
sirve a un rey injusto. Alguien debe traer equilibrio. Alguien debe señalar y decidir qué es correcto y qué no. Será
Haqim. Se ha tomado una decisión. Para cazar monstruos,
el Juez debe convertirse él mismo en uno. El padre escucha
y le concede a Haqim su deseo; pero, como todas las cosas
de esa clase, es una prueba envuelta en una maldición. El
Juez sabe que ninguna corte es intachable. Su código es
beber siempre de las almas de los culpables para alimentar
la causa de la justicia con la sangre de los perversos. Rey y
reina son sus primeros objetivos, pero no acabará ahí. De
hecho, no acabará nunca. Hay tanto mal que reunir en sus
ardientes venas. Tantas almas negras que beber.
No puede
hacerlo todo solo, así que Haqim engendra a Ur-Shulgi y a
sus hermanos para hacerle la guerra al resto de su injusta
especie. Y cuando la Segunda Ciudad cae, conduce a sus
hijos a la fortaleza secreta del monte Alamut. Pasan los siglos. Se imparte justicia y las muertes de los culpables son
planeadas y ejecutadas a cambio de un precio en Sangre.
Pero ¿quién es culpable? «Hasta el último bebedor de sangre —dice Ur-Shulgi volviéndose contra sus hermanos—.
Sólo quienes rompen la ley de Dios», dice el Profeta mortal
mirando fijamente a los ojos del Juez. Él flaquea. ¿Justiciero o guerrero sagrado? ¿Asesino psicópata con un código o
cazarrecompensas santurrón? ¿Homicida o ejecutor divino?
¿Justicia personal o universal? Los Hijos, cazadores de
su propia especie, con tradiciones que se remontan hasta
Salomón y antes incluso, son mi última y única esperanza.
Deja que vengan a por mí. De rodillas, rezo: «Honorable
Haqim, dejad que yo y mi especie paguemos por lo que
hemos hecho, para que la Tierra pueda quedar imperturbada y ya nunca más arruinada por nuestras hambrientas
sombras». Y la ausencia de sonido me dice que mis plegarias han sido oídas.
¿Quiénes son
los Banu Haqim?
Los Jueces de los Banu Haqim están divididos entre
su sed hereditaria y su pasión por la justicia. Los
Jueces se separaron hace mucho de la sociedad vampírica para ejecutar sus castigos capitales de robo de
almas. Eso está a punto de cambiar. Un cisma divide
al Clan entre los seguidores del recién despertado
Matusalén Ur-Shulgi y los Guerreros y Visires islámicos Abrazados después de que el Clan abandonase
su cruel veneración a la sangre. Alamut, la base de
operaciones de los Hijos oculta en alguna parte de
Afganistán, ha caído por completo a los cultores de
sangre, quienes se preparan para emitir su juicio
de sus parientes, y los Haqimitas más sensatos son
ahora exiliados que huyen de su antiguo hogar. La
mayoría de ellos se han unido a la creyente Secta
de Vástagos musulmanes, la Ashirra, o han buscado asilo y membresía completa en la contrapartida
occidental de la Secta: la Camarilla.
Ya sean cultores o guerreros en busca de justicia, todos los Hijos de Haqim se adhieren a un estricto código
de algún tipo, sean las leyes de sangre de Ur-Shulgi, una
venganza personal, la Constitución de Estados Unidos,
alguna extraña variante de la ley islámica o incluso
teorías posmodernas de opresión.
Pero ningún vampiro es libre de egoísmo. La incómoda verdad es que los
Hijos ocultan su incontrolable sed de Diablerie tras
una estricta idea de lo correcto y lo incorrecto. Para
los Jueces siempre hay alguien culpable. Y los culpables
han de ser castigados, sus almas sorbidas a través de
sus arterias para fortalecer al Juez en preparación para
el siguiente asesinato justificado.
Los Banu Haqim incluyen una amplia diversidad
de cazadores, jueces y asesinos. Aunque su enfoque
a la hora de juzgar suele manifestarse en el acto de
ejecutar la muerte, existe la misma probabilidad
de que los mortales Abrazados al Clan sean cadíes,
estrategas y estudiantes de la ley como que sean cazarrecompensas, soldados, agentes de policía y asesinos
entrenados. Los lazos geográficos del Clan hacen
que la mayoría de los miembros Abrazados entre el
600 d. C. y principios del siglo xx se consideren de
fe islámica. Los Banu Haqim más ancianos tienden a
adorar la Sangre por encima de cualquier fe mortal.
Los miembros jóvenes del Clan proceden de cualquier lugar o cultura del mundo y, aunque algunos se
convierten al islam tras su muerte, los Haqimitas más
modernos mantienen la fe de los días en que respiraban y se les respeta por ello.
En las noches actuales, los Banu Haqim tienen
por objetivo a mortales capaces de evaluar y manejar
amenazas, imponiendo la ley y la tradición mediante la
fuerza de su personalidad o habilidad, y, por supuesto,
a asesinos que contribuirían a los objetivos del Clan. Los Banu Haqim vigilan a veteranos de guerra, especialmente aquéllos deshonrados o heridos en batalla,
y les ofrecen la inmortalidad, una oportunidad de
redención y un propósito. Tales mortales se convierten
en Neonatos valorados.
Los Banu Haqim son más que un Clan de asesinos
que desciende de los al-Ḥashāshīn, aunque han adoptado muchas prácticas de esta secta mortal. Los Visires
y Guerreros del Clan descienden de diferentes proles
de Haqim, cada una de las cuales se siente impelida a
Abrazar mortales distintos: los Guerreros tienden a los
que tienen inclinaciones marciales, mientras que los
Visires drenan y convierten a aquéllos con poder político y legal. La conexión entre ambos es ley. Los Banu
Haqim dentro de la Ashirra y la Camarilla luchan por
mantener e imponer la ley, lo que hace que su elección
de posibles Retoños sea crítica.
«Estaba muerto y luego vivo.
Llorando y luego riendo.
El poder del amor vino a mí
y me volví fiero como un león
y luego delicado como lucero vespertino.»
– Rumi
Me llamaba Fatima al-Faqadi en vida y es el nombre
que porto en muerte esta noche. Soy Banu Haqim,
una juez de monstruos y hombres. Como muchos de
mi clase, también soy una exiliada. Pero ya no somos
marginados. La Camarilla nos ha acogido y nosotros a
ella, ya que ha llegado el momento de que la ley de la
Ashirra guíe las filas de todos los Vástagos.
Habrás oído que los Banu Haqim están divididos.
Así es. La mayoría de nuestra Casta de Guerreros se
aferra a Alamut y las viejas costumbres. Pero el Viejo
de la Montaña está muerto y los asesinos adoran ahora
al dios de sangre Ur-Shulgi y han revivido las arcaicas
costumbres de adoración de la sangre. Ése es el código
que les dice que maten y consuman las almas de todos
los vampiros fuera de nuestro linaje. El resto rechazamos abandonar nuestra fe y moralidad mortales. Reconocimos hace mucho el peligro de servir como esclavos
a un ser inhumano y encontramos nuestro propósito
en la infinita piedad de Alá. Nuestro código es matar
por la paz y un bien superior.
Huyendo junto con nuestro ganado, que escapa de
la locura de la Guerra de la Gehenna, arriesgamos todo
para encontrar un nuevo hogar. Rogamos santuario a
la Camarilla y en su mayor parte lo concede. Estamos
agradecidos por su respeto. En esto es mucho mejor que
el ganado occidental cada vez más islamófobo. Oramos
para que no vuelvan a la intolerancia que habíamos
llegado a esperar de los Antiguos europeos y americanos. Quizás sea cierto lo contrario. Esta unión nuestra
puede ser el primer paso hacia una era de comprensión
y justicia tanto para vivos como para muertos.
Somos jueces de todo. A veces debemos emitir sentencias
desagradables a nuestros compañeros Vástagos. Es un papel
por el que somos temidos y respetados, uno del que estoy
orgullosa. Como Hija de Haqim, sirvo a mi especie como
instrumento de justicia. Como creación de Alá, siento
remordimiento por cada tajo de la hoja, cada quemadura
de la llama, y me cuestiono cada gramo de satisfacción
que proviene de poner fin a las vidas de los indignos. Las
palabras del Profeta son de paz y comunidad. Estoy maldita
a llevar una vida de guerra para hacerlas manifiestas. Tal
es mi papel. ¿Quién soy yo para cuestionarlo?
El Clan de la Caza fueron una vez mercenarios, cazarrecompensas y asesinos a sueldo entre los Vástagos.
Cuando un vampiro quería llevar a cabo una sentencia
de muerte sobre un compañero sin conexión con la
fuente del ataque, contrataba a los Assamitas para que
enviaran a un asesino. Por una cuota de Vitae enviada
al hogar ancestral del Clan, el Hijo de Haqim ejecutaba la sentencia sin escrúpulos morales.
En estas noches, el papel general del Clan ha
cambiado. Los Banu Haqim que adoran a Ur-Shulgi
y han vuelto la espalda al islam aún llevan a cabo las
prácticas internas del Clan relativas a las muestras de
Vitae vampírica y su almacenamiento. Los rumores de
Diablerie en masa alimentan el miedo a que el Clan
no quiere nada salvo el fin de toda la especie. Estos
conservadores, ocultos en la fortaleza de Alamut, han
empujado a más de la mitad del Clan a romper sus
lazos con su pasado empapado de sangre. Al hacerlo,
han atraído la atención de nuestra Secta. Los Banu
Haqim son vistos una vez más como un posible pilar
de la Torre de Marfil. Los Banu Haqim comprometidos
con la Camarilla cuidan ciertos sectores de nuestros
dominios, centrando su influencia específicamente
sobre el ganado involucrado en la ley y en romperla.
Muchos Banu Haqim islámicos, al mantenerse categóricamente fuera de la influencia de Ur-Shulgi, son conocidos como campeones leales de la Ashirra. Al tiempo que
los Vástagos occidentales y orientales encuentran un
enemigo común en los alzamientos Sabbat y Anarquistas, la idea de que la Camarilla busque una alianza con
el Clan de la Caza parece cada vez más que razonable.
Los Hijos de Haqim siempre han afirmado que su
Fundador era el juez de todos los vampiros. Dentro
de la Camarilla, mantienen su legado, reclamando
rebaños y criados dentro de departamentos de policía,
fuerzas de seguridad y patrullas fronterizas. También
dominan parte del crimen organizado. El Clan prepara
ganado dentro de estos sectores, parte para el Abrazo,
parte para el servicio, pero principalmente para contar
con una carta valiosa en las ciudades de la Camarilla.
Cuando los demás Clanes quieren callar a un mortal
problemático, los Banu Haqim ejecutan el apretón de
la ley a través del ganado.
Los Banu Haqim en
la sociedad mortal
Relatado por Aisha Talwar, Visir de los Hijos de Haqim
Desposeídos:
Un error común en el que los demás Vástagos caen
cuando nos valoran a los Banu Haqim es creer que no
tenemos una esfera de influencia mortal. Dicen: «Los
Assamitas son un Clan de vampiros árabes que se
alimentan de vampiros y viven en una fortaleza vampírica lejos de la mirada de los mortales». Esta estupidez
es la razón principal de que Ventrue y Tremere aún se
opongan a nuestro ingreso en la Camarilla.
Por supuesto, también hay barreras basadas en
nuestra fe. Muchos miembros de la Camarilla aún expresan una aprendida hostilidad al islam, ya sea por la
representación incorrecta de nuestra fe en las noches
actuales o debido a que sujetaban las riendas del poder
en un tiempo en el que las guerras contra el Imperio
otomano o incluso la Reconquista o las cruzadas nos
convertían en enemigos del mundo cristiano.
Siempre hemos tenido partes de la sociedad mortal
bajo nuestro dominio.
Aunque quienes crean las leyes (y
a veces las rompen) son el sector obvio, piensa también
en los grupos étnicos entre los que nos enmascaramos.
Nuestro Clan es un Clan de muchos tonos. No te
confundas: todos los Clanes se originaron en la misma
parte del mundo que nosotros, pero nuestra diáspora
ha llegado tarde, lo que ha dado como resultado un
mayor número de vampiros con origen árabe, beduino,
persa, de África oriental o India, entre una hueste de
otras etnias no “blancas” o “europeas”.
Por supuesto, tal gama de orígenes proporciona
amplias áreas mortales sobre las que influir. Milenios de
prejuicios e influencia sobre las familias ricas de Arabia
nos da una facilidad de acceso a petroquímicos (utilísimos para ganar recursos), bancos y finanzas (utilísimos
para restringir los recursos de los demás), telecomunicaciones (valorarás ese sector cuando tengas que ocultar
a la Inquisición el uso de teléfonos) y hoteles de lujo. Sí,
aún existen estereotipos, y no estamos por encima de
sacarles provecho.
El chaval sureño dio una inútil calada a su cigarrillo mientras su compañera Antigua limpiaba sus armas en el garaje.
Era apenas una visita fugaz, pero también una oportunidad
excepcional para un Hijo de Haqim de hacerle preguntas a
otro como él.
—Entonces, muñeca, ¿cuál es nuestro pecado? —Hopkirk sonrió a Fatima mientras ella le ignoraba sin dejar
de ungir una de sus hojas con un trapo aceitoso—. Pareces
convencida de que todos los demás Vástagos son pecadores.
Así que ¿cuál es el nuestro?
Fatima paró de hacer lo que estaba haciendo y se metió
el trapo en el bolsillo conforme alzaba la espada y miraba a
través de ella hacia Hopkirk.
—¿Tienes que preguntarlo? Nuestro pecado es evidente
para todos. Es la Sangre. Mancha nuestras manos. Mancha
nuestros labios. Empapa nuestras gargantas. Nos bañamos
en ella. Nos regodeamos en ella. Amamos la Sangre.
Sostuvo la larga daga, equilibrándola con el brazo.
—Ése no es uno de los siete pecados capitales, ¿no? Quiero decir, ¿te refieres a la ira? —Hopkirk escupió el cigarrillo
al suelo y lo pisoteó con el talón.
—Abandona tu estrecha visión del pecado. El Corán
prohíbe la consunción de Sangre y la manipulación de los
muertos. Al pronunciar esa verdad, el Profeta, la paz sea
con él, también hablaba de nuestra especie. No le éramos
desconocidos. Sabía que en nuestra relación con la Sangre radican todos los pecados. Cuando hay sangre cerca, ansiamos,
deseamos, nos enorgullecemos de nuestra captura.
Nunca nos
detendremos hasta que bebamos el cuerpo y el alma de nuestras víctimas. —Fatima limpió la hoja de nuevo con un trapo
limpio antes de guardarla cuidadosamente en su vaina.
—Entonces, ¿dónde nos deja eso? Allá donde voy oigo que
somos incapaces de mostrar piedad. ¿Tú estás de acuerdo?
Fatima sonrió, pero era una sonrisa triste.
—Cada noche se nos pone a prueba, hermano mío. Pues,
mientras Ur-Shulgi esté en Alamut, tirará de cada uno de
nuestros pecaminosos impulsos. Jugará con nosotros hasta
que regresemos a él y su merced. Debemos orar por fuerza y
luchar por resistir. Hasta que seamos libres, nuestro Clan es
el pecado encarnado.
Somos jueces de la Estirpe y la Grey, designados por
Haqim y Caín. Nuestras sentencias pueden aferrarse a
la tradición y a leyes ancestrales, pero son tan rigurosas
y ciertas ahora como hace milenios. Nos alimentamos
de quienes no son dignos de la sangre en sus venas. El
castigo más sagrado para el Juez es beber la sangre y el
alma del criminal, lo que hace que su defunción fortalezca al legislador. Hay muchos caminos que nos llevan
a beber: superar a un oponente en combate, sentenciar a un pecador durante la sagrada Caza de Sangre,
robársela a aquéllos malditos como nosotros. Cada
proceso de alimentación es un ritual. No tomamos
sangre a la ligera. Ha de provenir de una fuente que
necesite renunciar a un litro de vida.
Arquetipos Banu Haqim
• Estudiante de Derecho: Al valorar la comprensión de las leyes y la tradición,
los Banu Haqim suelen Abrazar expertos legales que
les ayuden a modernizar (o al menos hacer cercanas)
las expectaciones de todos los Vástagos. Este Hijo de
Haqim aún estudiaba derecho cuando fue convertido
en vampiro, y súbitamente las fronteras cambiaron. Ya
nunca más restringido a las versiones del siglo xxi de la
ley mortal, ahora es un experto en derecho vampírico.
Tal Hijo de Haqim infunde respeto entre los Visires.
• Jefe Sindicalista: Saber cuándo poner los pies en la calle, cuándo armar y derribar a alguien y cuándo contenerse y simplemente negarse a ayudar a un tirano separa a este Hijo de Haqim de los estereotípicos miembros respetuosos de la ley de su Clan. El jefe sindicalista proviene de un contexto en el que conocer lagunas legales y cómo alentar a otros a entrar en acción era parte integral de su éxito.
• Árbitro: Este Hijo de Haqim puede haber sido Sheriff en vida o no-muerte. De alguna forma, fue un agente de la justicia, quizás ostentaba una posición de poder moral como sacerdote, imán o líder de la comunidad en una ciudad pequeña o comuna. Su habilidad para esgrimir las leyes le condujo finalmente al Abrazo.
• Sicario: En sus días como mortal, este Hijo de Haqim era un asesino, simple y llanamente. Quizás con un bagaje militar, en las fuerzas del orden o la seguridad, pero con las mismas probabilidades de ser alguien con impulsos asesinos. Al menos un acto letal atrajo la atención de un Sire Banu Haqim sobre él. Ahora, este personaje continúa viviendo gracias a la pistola, el cuchillo, el veneno o las tremendas palizas, pero con toda la legitimidad de ser un mercenario contratado.
• Erudito de Sangre: Los Banu Haqim son conocidos por su extraña Magia de Sangre y veneración por la Vitae, pero este vampiro era un erudito de la sangre antes del Abrazo. Ya fuese miembro de un grupo de estudio sufí, un cultor de una religión marginal o un Ghoul al servicio de un taumaturgo, sus actividades mortales atrajeron la atención de los Banu Haqim, que lo pusieron a trabajar interpretando la voluntad de la Sangre y las formas de subvertirla.
Disciplinas
• Hechicería de Sangre: El poder de envenenar la Vitae y usar la Sangre como arma, así como de examinar la verdad mediante su manipulación. Los Banu Haqim guardan bien los secretos de su Hechicería de Sangre. Los Guerreros del Clan suelen adquirir una forma de Magia de Sangre conocida como Extinción que les proporciona habilidades asesinas, mientras que los Visires hurgan en versátiles aspectos rituales, averiguando secretos de su Sangre y la de los demás.
• Celeridad: La habilidad de moverse y reaccionar más rápido de lo humanamente posible. Los Hijos de Haqim usan Celeridad con una efectividad aterradora. Muchos se entrenan en su uso más que en ninguna otra Disciplina, confiando en la velocidad del juicio antes de que ninguna duda pueda ralentizar una hoja a la garganta. Titubear conduce a la muerte de un vampiro. Cuando se alimentan, los Banu Haqim danzan como derviches bebiendo de sus recipientes preferidos, raudos como flechas, hasta que se sacian y desaparecen tan rápidamente como aparecieron.
• Ofuscación: La habilidad de mezclarse con las sombras, crear una apariencia ilusoria u ocultarse a plena vista. Los Banu Haqim acechan a su presa ataviados de sombras, ya sea como medio para alimentarse discretamente o para darle la Muerte Definitiva a un objetivo sin ceremonia de desafío formal. Algunos Banu Haqim usan esta Disciplina para presenciar cómo un objetivo comete un crimen antes de ejecutar su sentencia.
Prohibición
Los Banu Haqim son proclives a alimentarse de quienes merecen castigo. Esto se aplica especialmente a la Sangre vampírica, la misma esencia de la trasgresión. Cuando uno de los Jueces prueba la Sangre de otro Cainita, le es muy difícil parar. Saciar al menos 1 punto de Ansia con Vitae vampírica provoca una prueba de Frenesí de hambre (ver V5, pág. 220) a dificultad 2 + Severidad de la Prohibición. Si falla la prueba, trata de atiborrarse con Sangre vampírica, a veces hasta que Diaboliza a su víctima. Esto presenta muchos problemas ahora que los Banu Haqim se están integrando en la Camarilla, que tiende a ver el Amaranto como anatema.
Compulsión de Clan
• Banu Haquin: Juicio: El vampiro está obligado a castigar a cualquiera que vea transgrediendo su código personal y tomará su sangre como una justa venganza por el crimen. Durante una escena, el vampiro debe saciar al menos 1 punto de Ansia con cualquiera, amigo o enemigo, que actúe contra una de sus Convicciones. No hacerlo tiene como resultado una penalización de 3 dados a todas las tiradas hasta que la Compulsión sea satisfecha o la escena termine (si de quien se alimenta también es un vampiro, no olvides la prueba de Frenesí de hambre inducida por la Prohibición).
• Jefe Sindicalista: Saber cuándo poner los pies en la calle, cuándo armar y derribar a alguien y cuándo contenerse y simplemente negarse a ayudar a un tirano separa a este Hijo de Haqim de los estereotípicos miembros respetuosos de la ley de su Clan. El jefe sindicalista proviene de un contexto en el que conocer lagunas legales y cómo alentar a otros a entrar en acción era parte integral de su éxito.
• Árbitro: Este Hijo de Haqim puede haber sido Sheriff en vida o no-muerte. De alguna forma, fue un agente de la justicia, quizás ostentaba una posición de poder moral como sacerdote, imán o líder de la comunidad en una ciudad pequeña o comuna. Su habilidad para esgrimir las leyes le condujo finalmente al Abrazo.
• Sicario: En sus días como mortal, este Hijo de Haqim era un asesino, simple y llanamente. Quizás con un bagaje militar, en las fuerzas del orden o la seguridad, pero con las mismas probabilidades de ser alguien con impulsos asesinos. Al menos un acto letal atrajo la atención de un Sire Banu Haqim sobre él. Ahora, este personaje continúa viviendo gracias a la pistola, el cuchillo, el veneno o las tremendas palizas, pero con toda la legitimidad de ser un mercenario contratado.
• Erudito de Sangre: Los Banu Haqim son conocidos por su extraña Magia de Sangre y veneración por la Vitae, pero este vampiro era un erudito de la sangre antes del Abrazo. Ya fuese miembro de un grupo de estudio sufí, un cultor de una religión marginal o un Ghoul al servicio de un taumaturgo, sus actividades mortales atrajeron la atención de los Banu Haqim, que lo pusieron a trabajar interpretando la voluntad de la Sangre y las formas de subvertirla.
Disciplinas
• Hechicería de Sangre: El poder de envenenar la Vitae y usar la Sangre como arma, así como de examinar la verdad mediante su manipulación. Los Banu Haqim guardan bien los secretos de su Hechicería de Sangre. Los Guerreros del Clan suelen adquirir una forma de Magia de Sangre conocida como Extinción que les proporciona habilidades asesinas, mientras que los Visires hurgan en versátiles aspectos rituales, averiguando secretos de su Sangre y la de los demás.
• Celeridad: La habilidad de moverse y reaccionar más rápido de lo humanamente posible. Los Hijos de Haqim usan Celeridad con una efectividad aterradora. Muchos se entrenan en su uso más que en ninguna otra Disciplina, confiando en la velocidad del juicio antes de que ninguna duda pueda ralentizar una hoja a la garganta. Titubear conduce a la muerte de un vampiro. Cuando se alimentan, los Banu Haqim danzan como derviches bebiendo de sus recipientes preferidos, raudos como flechas, hasta que se sacian y desaparecen tan rápidamente como aparecieron.
• Ofuscación: La habilidad de mezclarse con las sombras, crear una apariencia ilusoria u ocultarse a plena vista. Los Banu Haqim acechan a su presa ataviados de sombras, ya sea como medio para alimentarse discretamente o para darle la Muerte Definitiva a un objetivo sin ceremonia de desafío formal. Algunos Banu Haqim usan esta Disciplina para presenciar cómo un objetivo comete un crimen antes de ejecutar su sentencia.
Prohibición
Los Banu Haqim son proclives a alimentarse de quienes merecen castigo. Esto se aplica especialmente a la Sangre vampírica, la misma esencia de la trasgresión. Cuando uno de los Jueces prueba la Sangre de otro Cainita, le es muy difícil parar. Saciar al menos 1 punto de Ansia con Vitae vampírica provoca una prueba de Frenesí de hambre (ver V5, pág. 220) a dificultad 2 + Severidad de la Prohibición. Si falla la prueba, trata de atiborrarse con Sangre vampírica, a veces hasta que Diaboliza a su víctima. Esto presenta muchos problemas ahora que los Banu Haqim se están integrando en la Camarilla, que tiende a ver el Amaranto como anatema.
Compulsión de Clan
• Banu Haquin: Juicio: El vampiro está obligado a castigar a cualquiera que vea transgrediendo su código personal y tomará su sangre como una justa venganza por el crimen. Durante una escena, el vampiro debe saciar al menos 1 punto de Ansia con cualquiera, amigo o enemigo, que actúe contra una de sus Convicciones. No hacerlo tiene como resultado una penalización de 3 dados a todas las tiradas hasta que la Compulsión sea satisfecha o la escena termine (si de quien se alimenta también es un vampiro, no olvides la prueba de Frenesí de hambre inducida por la Prohibición).
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