Los Anarquistas

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Por Fiorenza Savona 

La Camarilla es la mejor esperanza para todos los Vástagos. Nunca lo olvides. Las acciones de los Anarquistas, alardeando ante el ganado e involucrándose en demasía en sus luchas ideológicas, empujan a nuestra especie a la extinción. Lo sabemos porque esto ha pasado antes y casi nos destruye, cuando los Sires de nuestros Sires eran simples Retoños. En el período que recordamos como el Tiempo de las Hogueras, la Revuelta Anarquista y la Inquisición llegaron a ser grandes amenazas para nosotros al nutrirse una a la otra y alimentarse de nuestra carne y Vitae. A los Anarquistas actuales les gusta decir que nos arriesgábamos a la destrucción absoluta debido a que nuestros Antiguos nos arrojaban a guerras sin cuidado alguno. Pero no fue así. Nos volvimos vulnerables debido a la deslealtad, imbecilidad y egocéntrica rebelión de los Anarquistas. 

La Camarilla es aún una organización joven comparada con algunos de nuestros Antiguos, quienes, en su longeva sabiduría, fundaron nuestra Secta al reconocer que la mejor forma de sobrevivir al progreso de la cultura humana era convertirse en un depredador civilizado. Tuvimos que abandonar la idea de actuar como leones o lobos y proclamar nuestra fuerza a los cuatro vientos para retirarnos a las sombras como serpientes o arañas y vigilar y conducir a nuestra presa sin su conocimiento ni dejar apenas rastro de nuestra presencia. El orgullo hizo que algunos no estuvieran de acuerdo. Los Anarquistas y sus aliados creyeron que éramos unos cobardes. Para ellos, el poder no era suficiente, también debían ser adorados. Cuán alejados estaban de la realidad, cuán infantiles fueron.

Los comienzos del Movimiento 

La Sire del Sire de mi Sire era la Príncipe de un dominio crucial llamado Fráncfort, en lo que hoy en día es Alemania. De la época que llamamos Edad Oscura hasta el tiempo de la Revuelta a principios del siglo xv, gobernó la ciudad con guante de terciopelo. Su estilo de gobierno se debía a una comprensión decente de la humanidad y era al tiempo suave y firme, pero todo el mundo obedecía a Julia Antasia, pues ése era su nombre, y ella condujo su dominio a una era de prosperidad como ningún otro disfrutaba en su región. Pero mientras la familia antasiana intentaba gobernar con moderación, alentando el trato justo y compasivo del ganado al tiempo que mantenía en mente su papel en nuestras largas no-vidas, algunos Vástagos sintieron que eso no era bastante. Estas vanidosas sanguijuelas querían gobernar sobre los mortales, torturarlos, ser sus héroes y, en algunos casos, convertirse en sus dioses. Quizás vale la pena destacar que en esto, junto a Tzimisce, Lasombra y Brujah, también estaban los Hijos de Haqim. 

Estos Clanes mangonearon al ganado sin piedad, presentándose ante ellos como dotados herejes, demonios, brujas e impíos tiranos. Jugaron con la fe de los humanos, dirigiendo su furia y su miedo al convertirse tanto en líderes como en objetivos de muchedumbres histéricas de granjeros y levantamientos locales desorganizados. Aun así, supimos que eran problemáticos pero no una amenaza real. Fue así hasta que la cruzada albigense lo cambió todo. No lo sabíamos entonces, pero lo que comenzó como una guerra contra los señores cosmopolitas de Languedoc liberó una fiebre, una obsesión, una llama que casi nos termina consumiendo. Como todas las guerras santas, el conflicto se basaba en realpolitik. La tolerancia de los nobles occitanos con los judíos, musulmanes y demás herejes les había hecho ricos gracias al comercio y eran la envidia de los hombres inferiores de Île-de-France. Envalentonados por los éxitos en Tierra Santa, los señores norteños suplicaron a Roma permiso para lanzar una guerra santa contra sus hermanos sureños y lo recibieron. La guerra de décadas que prosiguió aniquiló la herejía cátara y casi destruyó la lengua y cultura occitanas, pero esa tragedia es bastante irrelevante para nuestra especie. Lo que importa es que los inquisidores enviados para arrancar de raíz la herejía cátara tras la cruzada encontraron algo mucho peor que los fanáticos ascetas gnósticos. 

Nos encontraron a nosotros. Ocultos entre las filas de los cátaros, Vástagos herejes afirmaban ser ángeles y Perfectos que habían trascendido la carne. Arnaldo Amalric, el legado papal, los estudió y envió detallados protocolos de sus debilidades a Roma, y, en respuesta, Inocencio III fundó y financió la Inquisición en la Sombra y, por extensión, la Sociedad de Leopoldo. Sus agentes, liderados por el infame cardenal Marzone, se extendieron poco a poco, en secreto, desde Carcasona y Roma para erradicarnos allá donde nos encontrásemos. Durante dos siglos nos cazaron bajo la pretensión de combatir la herejía, aliados con los victimizados campesinos de toda Europa. Cuando la rebelión Anarquista comenzó en serio a finales del siglo xiv, rápidamente perdió el control y desencadenó la más mortífera caza de brujas religiosa que el mundo ha conocido. Inquisidores y turbas nos atacaban durante el día, cuando dormíamos. Quemaron dominios enteros de Vástagos ancianos. Este ganado, tan fortalecido, declaró que el tiempo de los monstruos había de acabar. ¿Y qué hicieron los Anarquistas? ¡Lo celebraron! Cantaron hosannas por su éxito a la hora de destruir el sistema establecido, un sistema que funcionaba. Bailaron sobre las cenizas de nuestros ancestros mientras el mundo ardía a su alrededor. 

A comienzos del siglo xv, nuestros Chiquillos perdidos finalmente decidieron no sólo atacar a sus Sires y a los Sires de éstos, sino a los Fundadores de sus Clanes. En esto, debo decir en su favor, los Hijos de Haqim se abstuvieron. Los Tzimisce, Lasombra y la Familia Giovanni trataron de destruir a sus progenitores Antediluvianos. Si estas venerables criaturas eran verdaderamente los primeros de sus linajes o sólo Antiguos inconmensurablemente ancianos no está claro, pero no les importó mucho a sus ingratos Chiquillos, que estaban ansiosos por liberarse de todo lo que había habido antes que ellos. Esta gran traición sembró el caos entre todos los participantes. La Inquisición que habían provocado puso su mirada en el ya imposible de controlar Movimiento Anarquista. Miles de piras se encendieron por toda Europa conforme la Inquisición envolvía todo el mundo medieval tardío. Los siglos de lucha que habían precedido no eran nada en comparación con la escala de destrucción provocada por Torquemada y sus contemporáneos. Y, súbitamente, los chillones y delirantes Brujah y sus parientes acudieron a Clanes como el nuestro, pidiendo humildemente salvación y un método mejor. 

Formamos la Camarilla como respuesta. Deberíamos haber aplastado a los Anarquistas por completo, pero, en muchos sentidos, los veíamos como a nuestros Chiquillos. Nos habían empujado hasta el borde de la Muerte Definitiva y aun así les abrimos nuestros brazos cuando estuvieron listos para volver a nosotros en busca de guía y protección, y porque personalidades como Rafael de Corazón y Hardestadt aconsejaron moderación. La Sire del Sire de mi Sire, la maravillosa y generosa Julia, cayó en Letargo como resultado de las acciones Anarquistas y nunca ha despertado. Estoy segura de que habría estado de acuerdo con las afirmaciones de los fundadores de la Camarilla, ya que siempre fue piadosa. Pero ahora el Tiempo de las Hogueras regresa, liderado por inquisidores armados con artefactos de detección y lanzallamas y provocado por el orgullo Anarquista. Claramente, deberíamos haber eliminado a nuestros enemigos mientras tuvimos la oportunidad.

«La primera panacea de una revuelta Anarquista es derrocar todas las Tradiciones, la segunda es el reinado del terror. Ambas traen unidad temporal, pero ambas también traen ruina permanente. Por separado no son más que el refugio de un cobarde oportunista político.» 

– Hardestadt El Joven 

¿Por qué debemos deshacernos de la amenaza Anarquista? 

Por Karl Schrekt, Cabeza de la Casa Tremere y el más Antiguo de su linaje 

Los Clanes de la Camarilla mantuvieron la actividad Anarquista a raya durante muchos siglos tras la Convención de Thorns y debería consolarnos el hecho de que todo lo que sufrimos nos fortaleció como Secta. Sin embargo, en 2012, nos separamos finalmente del último de nuestros aliados Anarquistas. 

Muchos culpan a Gavrilo Princip de comenzar la Primera Guerra Mundial al asesinar al archiduque Franz Ferdinand, arrastrando al Imperio austrohúngaro a un conflicto con Serbia. Pero la Gran Guerra no fue provocada simplemente por un hombre y tampoco lo ha sido nuestra situación actual. Había signos del regreso de un Tiempo de las Hogueras provocado por los Anarquistas y del ascenso de una Segunda Inquisición mucho antes del incidente de Praga. En 2002, la guerra contra el terrorismo de los mortales estaba en marcha y el Círculo Interior decidió usarla en su beneficio contra el Sabbat y poner fin a la guerra por América de una vez por todas para debilitar su enloquecida Cruzada de la Gehenna. Al principio la táctica fue un éxito y sus ciudades cayeron en nuestro favor una a una. Pero en algún momento en torno a 2006, la Inquisición comenzó a tener objetivos propios. ¿Cómo ocurrió esto? ¿Quién les dio la información que les condujo a Viena? Claramente los Anarquistas. 

Fue entonces cuando los Justicar decidieron que era demasiado tarde para recular. Sutilmente añadieron grupos y dominios Anarquistas a la lista de objetivos. Fue un movimiento poco amistoso, pero se lo merecían. Conforme los Anarquistas fueron conscientes de la estratagema, comenzaron a alzar la voz podando la cabeza de varios Príncipes notables y enviándoselas por correo a los Justicar. Ay, pobre Voorhies de Ámsterdam. Yo estaba con el Justicar Carfax cuando recibimos su calavera. Uno podría presenciar esta serie de eventos y decir que la Camarilla había traicionado a los Anarquistas, pero es que ellos habían llegado demasiado lejos. No contentos con atacarnos directamente, atacaron la propia Mascarada rompiéndola de manera prominente (y quiero decir prominente, mira las grabaciones) en Glasgow, Marrakech, Dallas y Nueva York y llevaron a la Segunda Inquisición a nuestra puerta. 

En ese momento teníamos que eliminarlos de nuestra Secta. Tal formalidad puede parecer inconsecuente si se compara con otros destinos, pero era toda una declaración de intenciones. Significaba que los Anarquistas ya no se beneficiarían de la protección de la Camarilla ni tendrían acceso a nuestras ciudades, rebaños, Elíseos o recursos. Quedaron abandonados en sus pequeños e insignificantes dominios, aislados y destartalados faros en el mar de la noche. Y éste es su destino ahora, abandonados al fin a su suerte con los monstruos que han despertado. Pronto volverán a nosotros, lloriqueando y pidiendo ayuda, pero se la negaremos. Mientras las antorchas avancen hacia ellos, observaremos desde las sombras, unidos y fuertes, pero inmóviles. Nosotros, que lo respetamos y protegemos, merecemos el don de la inmortalidad, no ellos. 

Cómo hablar sobre Anarquistas 

Tras el Cónclave de Praga y los recientes y desafortunados eventos de Berlín, el Movimiento Anarquista se ha convertido en tema de discusión en los Elíseos de la Camarilla de todo el mundo. Éste es un momento histórico delicado, así que es importante hablar de los Anarquistas de forma que apoye los principios de la Camarilla, especialmente cuando tus Chiquillos u otros Vástagos jóvenes pregunten sobre ellos. 

1. Los Anarquistas son incompetentes, y esta incompetencia caracteriza todo lo que hacen. La juventud Anarquista contrasta con la experiencia de la Camarilla. Incluso cuando no son violentos, los Anarquistas son chapuceros, fallan a la hora de planificar y corren riesgos sin considerar las consecuencias. 

2. Los Anarquistas derriban, nunca construyen. Son famosos por destruir, amotinarse y asesinar, pero cuando se trata de establecer cualquier clase de orden propio, fracasan. Esto es por lo que los Estados Libres Anarquistas de California no han logrado establecer un conjunto de leyes o un sistema de gobierno claros. 

3. Los Anarquistas no saben qué quieren. Muchos hablan del cambio, pero no tienen una visión coherente ni exigencias claras. Esto hace imposible negociar con ellos, ya que su ideología es demasiado incoherente como para producir una posición negociadora. Esto empeora por su perenne incapacidad para producir líderes con los que hablar. 

4. Los Anarquistas son hipócritas. Pese a toda su verborrea sobre libertad e igualdad, aún usan a los humanos de la misma forma que cualquier otro Vástago. Predican el derecho de los Vástagos a vivir como quieren, pero se oponen al deseo de los Vástagos de la Camarilla a vivir en la Camarilla. 

5. Los Anarquistas deberían estar agradecidos, pero en su lugar están motivados por la envidia. Sin la Camarilla y sus Tradiciones, los mortales habrían erradicado a los Vástagos hace mucho tiempo. Los Anarquistas no entienden esto. En su lugar, envidian el poder que han acumulado los Antiguos de la Camarilla. Quieren ese poder para sí mismos, pero no tienen la paciencia para trabajar por él. 

6. Las áreas Anarquistas no son seguras. La falta de un Príncipe o Sheriff significa que las ciudades Anarquistas son lugares peligrosos y violentos donde los Vástagos pueden ser asesinados por cualquier razón (o sin razón alguna). Sin leyes ni autoridad, la sociedad vampírica está gobernada por los más poderosos y brutales, que toman de los demás lo que quieren. 

7. Los Anarquistas hacen peligrar la Mascarada. Dado que han rechazado las Tradiciones, crían como conejos. Cada ciudad Anarquista está sobrepoblada de Vástagos. Esto significa que, aunque los Anarquistas tuvieran la habilidad de mantener la Mascarada, surgirían rupturas. 

8. Los Anarquistas colaboran con la Segunda Inquisición. Muchos de ellos nunca han desarrollado una identidad vampírica clara. Aún se ven como parte de sus comunidades mortales y, por ello, colaboran con la Segunda Inquisición para atacar a toda nuestra especie. 

9. Y por último y más importante, recuerda que nada de lo que los Anarquistas quieren es realista. No quieren entender cómo funciona el mundo y sus ideas no son prácticas. Sí, pueden sonar bonitas y justas, pero no sobreviven al contacto con la realidad. Por eso, la Camarilla es la mejor y única opción.
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