Al ver a los Clanes como unidades sociales, naciones de los muertos o al menos como subculturas con
valores y propensiones propios y compartidos, simplificamos la realidad. Al permitir que el Primogénito
hable por todos los Vástagos de su linaje, ignoramos lo
compleja que es realmente la estructura de cada Clan
y cómo difiere de un dominio a otro. Aceptamos y reforzamos estas generalizaciones por una buena razón:
funcionan. Traen orden. Si no tratases a los Clanes
como entidades políticas con las que pueden hacerse
contratos y acuerdos y crearse leyes en pos del control,
estaríamos invitando al caos.
Al tratar a los Clanes como naciones, también
seguimos el precedente de la Convención de Thorns.
La estructura gobernante de nuestra sociedad, con
Justicar, Primogénitos y demás puestos ostentados por
representantes de nuestros Clanes, apoya a la coherencia de cada Clan dentro de nuestra Secta. Cuando
decimos el Clan de la Rosa, nos referimos sólo a los
Toreador que han prestado los juramentos que sostienen las Tradiciones y nuestra gloriosa unión, no a sus
hermanos caídos que se escabullen
de la luz de nuestras Tradiciones.
Puedes argumentar que no
todos los Ventrue son ambiciosos,
orgullosos o ricos y que nuestra
visión de los Clanes como grupos
coherentes y organizados ignora
los casos atípicos. Pero tal comentario es erróneo.
Los individuos
que se salen de los acuerdos hechos
entre la Camarilla y los Antiguos
de los Clanes no significan nada
para nosotros.
Y antes de que pierdas el tiempo repitiendo las preocupaciones
típicas de un Sangre Débil sin la
más remota idea sobre que el sistema de Clanes nos fuerza a ser lo que
no somos y esas tonterías modernas,
recuerda que así es como siempre
ha sido. La Sangre se impondrá.
Tu familia, tu Clan, te define, no
importa lo único o individualista
que creas ser. Y por eso construimos
nuestra unión primero a partir de
Clanes y luego de individuos.
Los Anarquistas están listos
para derramar Sangre vampírica
por defender la idea de que el Clan
debería considerarse insignificante
comparado con la convicción del
individuo. Preguntar por el linaje
o, aún peor, hacer una norma contra todo un Clan no es aceptable
entre los libres. Defender esta
estupidez es lo que les hace más
débiles que nosotros. Los Brujah
Anarquistas sólo son leales a los
parientes que conocen, no a los
Brujah del estado colindante o a
una gran tradición de (dudosos)
logros que datan de Cartago o más
atrás. Su idealismo establece que
“un bate es un bate”, pero todos
sabemos que eso es mentira.
Comparativamente, la mayoría de Gangrel se burla ante la idea de ocultar
su linaje, ya que son orgullosos y la
forma en que su naturaleza bestial
aflora mediante cambios físicos los
expondría aunque lo intentasen.
Es comprensible que la abolición de políticas de Clan, leyes y la
idea de una personalidad y unos defectos comunes sea un pensamiento
atractivo, especialmente para los
Neonatos Abrazados durante los
últimos treinta años. El problema
es que nuestra condición no es racional. La Sangre nos une a un nivel
que ni siquiera los eruditos Heméticos más brillantes comprenden.
Mientras otros niegan lo que
son o incluso luchan contra ello,
nosotros damos a nuestros linajes
estructura, propósito, liderazgo
y poder. Honramos la historia
anterior a nosotros y nos esforzamos por trabajar al unísono con
nuestros compañeros de Clan o al
menos con respeto por ese pasado,
defectos, rol en el mundo y metas
que compartimos. Por ello somos
superiores, realistas y pragmáticos.
Deja que quienes devaluarían
la importancia de nuestros grandes
Clanes rabien o riñan como quieran.
Pronto se enfrentarán a la verdad
de la Sangre en sí mismos, así como
a la Muerte Definitiva a manos de
sus más inteligentes compañeros de
Clan leales a la Camarilla.
Loa tu Sangre. Respeta a tus
Antiguos. Encarna el ideal de tu
Clan y acepta tu lugar en la jerarquía de la noche.
¡Por la Torre y la gran unión de
los Clanes!
La Sangre siempre se impone, supongo. Yo soy Toreador y, gracias al Abrazo, también lo eres tú. A veces me pregunto por la influencia de la Sangre en nuestro destino.
Nuestro Clan es conocido por su refinamiento y su gusto. Somos los más hermosos,
sensibles y glamurosos de toda la Estirpe.
No creo en la falsa modestia: me considero el epítome de todas esas cualidades.
Pocos Toreador son ejemplos tan perfectos de nuestro Clan como yo.
Hubo un tiempo en el que me avergonzaba de mi vida mortal, pero hace mucho
de eso. He dejado de preocuparme por tales cosas. Si me hubieras visto en mis días
mortales, no creo que hubieras pensado que esa niña se convertiría en reina de la alta
sociedad. Era la hija bastarda de la mujer de un tabernero. De joven me marché de casa
para seguir a los ejércitos y follar soldados por un poco de pan. No creo que muchos
Toreador fuesen capaces de ver refinamiento y glamur en un rápido coito en el barro.
Sobreviví. Medré.
Hay un término moderno para lo que solía ser: trabajadora
sexual. Hice la calle. Trabajé. Me creé y recreé según la situación lo requería. Tenía
talento de camaleón, para ser como quienes me rodeaban o como ellos quisieran.
Mi Sire era un proxeneta llamado Maximilian. Comenzó a alimentarme con su
Sangre hasta que me enganché. Le serví durante mucho tiempo y creo que olvidó que
la adicción a la Sangre no siempre es lo mismo que el verdadero amor. Le salvé la
vida y él me Abrazó. La segunda vez que estuvo a punto de morir no pude ayudarle,
así que en su lugar escapé con sus enemigos a América.
Abandoné Europa como la Chiquilla ilegítima de un proxeneta. Llegué a Nueva
Ámsterdam como una aristócrata, una refinada e ingenua Toreador ávida de ver las
maravillas del nuevo mundo.
¿Me convertí en la perfecta Toreador a propósito? ¿Conocía la imagen del Clan y
busqué amoldarme a ella? ¿O sólo seguí mi instinto? ¿Fue mi voluntad o la voz de la
Sangre? Ha pasado tanto tiempo que ya no lo recuerdo.
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