Los vampiros que se consideren cultos o más refinados pueden preferir términos más estilosos para su
relación pero, dejando de lado la semántica, eso no
cambia la realidad. Uno está subordinado al otro, y
la Vitae es el lazo que los une.
La mayoría de los mortales pasa por la vida sin
percatarse de que el peligro y el poder coexisten en
las sombras, dichosamente inconscientes de lo que
acecha bajo la fachada de normalidad que experimentan a diario. Pero la noche es el momento en
que la frontera entre lo que se percibe como realidad
y el mundo que yace debajo se difuminan.
Quizás tropezases con un vampiro que se
alimentaba de un mendigo en un callejón, o te
quedaste embelesado por una criatura de belleza y
magnetismo imposibles en un club. Cualquiera que
fuera el evento que provocase que abrieses los ojos,
hay una cosa segura: captaste un atisbo, un vistazo
de algo más oscuro, algo primario, y no has sido
capaz de sacártelo de la cabeza desde entonces.
A media luz
Igual que los vampiros tienen interés en que los
mortales satisfagan sus necesidades vitales, hay
mortales conscientes de la sociedad vampírica que
tienen el mismo interés en sus señores no-muertos.
Esto puede ir desde la curiosidad casual de alguien
con una familiaridad pasajera con lo oculto a una
completa obsesión que amenaza su forma de vida y
sus relaciones personales. Una cosa es experimentar
las historias de vampiros de ficción en obras escritas
o en la pantalla, pero es algo muy distinto cuando
te das cuenta de que realmente existen y quizás,
sólo quizás, hacen uso de otros aún vivos para sus
monstruosos fines.
El grado en el que estos mortales persiguen su
interés por la sociedad vampírica varía, pero suele
ser resultado de convertirse en parte de la esfera de
influencia del vampiro o en ser uno de sus fieles ayudantes. Al hacerlo, estos mortales se han abierto a
todo un nuevo mundo, en el que el peligro acecha a
la vuelta de cada esquina si no son cautos. Vástagos,
coteries y Sectas rivales luchan por la supremacía
en los dominios. Todos ellos tienen un papel en su
nueva existencia, lo que lleva a decisiones que uno
creería impensables. La elección trata menos de qué
es correcto y qué no, sino de qué es necesario para
sobrevivir y moverte por el mundo que ahora se te
ha impuesto, en el que la seguridad no es más que
un lejano recuerdo.
Adicción fatal
Todas las relaciones que implican Vástagos son
indudablemente parasitarias, y las relaciones entre
mortales y Vástagos no son distintas. Los mortales
usan a otros mortales, los Vástagos usan a mortales.
Es algo cíclico y quizás más simbiótico que parasitario, pero eso es sólo semántica que los Ghouls
usan para justificar su dependencia de sus amos
vampíricos. Pueden mentirse a sí mismos sobre
cosas como la «moral» o los «valores», pero cuando
llega el momento, están dispuestos a hacer todo a
un lado a cambio a algunas cosas, como un nuevo
sorbo de Vitae, el apoyo continuado que ofrece su
patrón vampírico y la habilidad de evitar envejecer
sin perder la capacidad de existir sin la carga de la
Maldición.
Ser un Ghoul provoca complicaciones, sin duda
alguna. Los Ghouls son más que el mortal medio, se
puede decir que son comparables en poder a algunos
Sangre Débil, pero mucho menos que Vástagos a
ojos de la mayoría de vampiros.
Diversos vampiros
asociados con los Anarquistas pueden tener una
perspectiva más progresista de los Ghouls, pero una
retórica más agradable no cambia el hecho de que
los Ghouls y los Vástagos no son iguales.
¿Habría individuos que deliberadamente cortejarían el peligro al moverse por los mismos círculos
que los vampiros, si de alguna forma supieran de
ellos? Por supuesto, aunque probablemente no serían
«inocentes» testigos del Mundo de Tinieblas durante
mucho tiempo. En el otro lado del espectro, estarían
aquéllos que a causa de la casualidad o la mala
suerte se encontrarían en el lugar equivocado en el
momento equivocado. O se encuentran a las puertas
de la muerte, enfrentados a la posibilidad de morir
o quedar indisolublemente ligados a un vampiro.
Independientemente de las circunstancias que unan
a un Ghoul y un Domitor, esta relación tendrá un
peso importante en la vida del Ghoul.
Los Ghouls también deben aceptar su nueva
realidad. Están en deuda con criaturas que depredan mortales, quizás a sus amigos, compañeros, su
comunidad o incluso sus seres queridos. Es común
que los Ghouls actúen como puerta de entrada a
estos grupos, que su Domitor puede usar como
rebaño que sustente su existencia. Los Vástagos
necesitan sangre de mortales para sobrevivir y los
Ghouls necesitan Sangre vampírica; un ciclo de
dependencia continuo.
Se ha levantado el telón y la realidad ha cambiado.
Los Ghouls también han cambiado para siempre.
El papel de los Ghouls
El lugar de un Ghoul en la sociedad vampírica se
describe mejor como liminal. Existen en los márgenes del mundo de secretos de los vampiros, sin que
nunca se reconozca realmente lo que aportan, pero
aun así tienen un rol crucial en su mantenimiento.
Pese a todo, sin Ghouls que actúen como sus ojos y
oídos durante las horas diurnas o como su conexión
con el mundo actual, la sociedad de los Condenados empezaría a desmoronarse. Aunque los Ghouls
ocupan peldaños más bajos de la sociedad vampírica
que sus Domitores y hasta se les suele considerar
prescindibles, también son necesarios.
No hace falta decir que la amplia mayoría de
Ghouls trabaja bajo una absorbente adicción a la
Vitae, cuando no está directamente Vinculada con
Sangre.
Cómo lidia un Ghoul con esta existencia depende por completo del jugador. ¿Cuánto ha invertido el personaje en esta sociedad de la que ahora
forma parte, ya sea de manera voluntaria o forzosa?
Algunos Ghouls aprenden a aceptar su lugar como
inferiores, e incluso los que no están bajo ningún
Vínculo pueden desarrollar un retorcido amor por
sus amos vampíricos, a causa de su dependencia a la
Vitae y el desequilibrio en la dinámica de poder.
Algunos aprenden a reprimir los actos que han cometido en nombre de obtener alguna mínima alabanza
o aprobación en una clase de dichosa ignorancia.
Otros encuentran una forma de sacarle el máximo
provecho, quizás cultivando con cuidado relaciones
dentro de la sociedad, y transforman su posición en
la de un codiciado aliado.
El Narrador debería hacer un esfuerzo para asegurarse de que este tipo de personaje opcional pueda
medrar bajo los Preceptos de la crónica si elige permitir personajes jugadores Ghoul. Estos personajes
son más que simples sirvientes de sus amos vampíricos. Son individuos completamente desarrollados
que se han visto arrastrados a un mundo que antes
les estaba oculto, un mundo en el que los Ghouls
son igual de cómplices (y culpables) de perpetrar
actos monstruosos que los Domitores con los que los
cometen.
Como las generaciones más jóvenes de vampiros, los Ghouls tienen relaciones familiares y otros
vínculos que tienen gravedad narrativa.
Los lazos
que pueden usarse para manipular o chantajear a
los Ghouls pueden servir como giro más oscuro.
Representar a un Ghoul se presta a una interpretación emocionalmente intensa, especialmente cuando
se busca equilibrar las exigencias del Domitor y los
propios deseos, necesidades y responsabilidades del
Ghoul. Siempre habrá decisiones difíciles que tomar,
elecciones que tendrán ramificaciones a largo plazo:
¿Obedeces a tu Domitor o sigues tu conciencia?
¿Cuántas veces puedes decirle «no» a un Domitor
antes de que decida que eres demasiado tedioso
como para lidiar contigo?
Éstas son las situaciones en las que un Ghoul
inevitablemente se debatirá. La posición del Ghoul
es peligrosa al caminar sobre la fina línea entre mantener su propia Humanidad y servir como esclavo de
criaturas de la noche.
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