Clan Gangrel

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El hombre corría, jadeando, tropezando, deseando llevar mejores zapatos para huir por el bosque. Deseaba no haber dejado nunca el coche después de que se averiase. Es lo que te dice que hagas la dirección general de carreteras, pero quizás si se hubiese quedado dentro ahora estaría a salvo. No, tenía que correr. Había luces en la distancia. Sólo tenía que alcanzarlas. A los silenciosos rastreadores que le pisaban los talones no les importaba su miedo. Era su energía, la vitalidad de su sangre lo que los atraía. La manada de Ferales quería macerarlo como probablemente él maceraba los filetes en su tiempo. Lo querían tierno y listo. Cuando se enganchó el pie en una raíz y cayó en el suelo musgoso, dejando escapar un grito al romperse el tobillo, los cuatro Gangrel se abalanzaron sobre él. —¿Qué…? Ayuda, por favor. Hay lobos a… La voz del hombre se interrumpió cuando uno de los vampiros le abrió la garganta. Los cuatro se alimentaron como manada, tomando cada uno un miembro y mordiendo con fuerza.

Informe nº 50: Depredadores de los suburbios 

Casi todos los posmortales establecen sus territorios de caza en las ciudades. Hemos observado que estas criaturas infectadas acechan a los mansos en clubes nocturnos populares; suponemos que las multitudes facilitan la adquisición de sustento. Una excepción a esta regla son los bebedores por primera vez denominados “Gangrel” por el inquisidor franciscano Guillermo de Baskerville. Estas criaturas parecen morar fuera de la sociedad mayoritaria y prefieren alimentarse en lugares apartados, donde la sangre es más difícil de encontrar. Muchos frecuentan bares de camioneros, moteles y los suburbios menos prósperos de las ciudades ricas. Las regiones más pobres (ver Gary, en Indiana, Estados Unidos; Detroit, en Míchigan, Estados Unidos; Middlesbrough, Reino Unido; Cádiz, España) atraen a estas criaturas con gran frecuencia. 

Parece habitual para estos cuerpos neutros salvajes perseguir por deporte a mansos solitarios a través de regiones aisladas o invadir hogares. Hemos registrado la destrucción de un bar de carretera por parte de una manada de estas bestias (ver informe nº 51). Los “Gangrel” se mezclan con los mansos y adquieren una especie de propiedad sobre marginados similares a ellos. A diferencia de los “Nosferratas” y otras razas, los “Gangrel” no se alimentan de su suministro, los usan como guardaespaldas, mensajeros y distracciones. Es posible que también los usen como compañía, aunque esta escuela de pensamiento lo único que hace es humanizar a estos blancos.

Los Gangrel en la sociedad vampírica 

Los Gangrel fueron una vez un reputado Clan de la Camarilla, aunque su marcha al final del siglo pasado los estableció como Independientes. La reciente posición de la Camarilla de que cualquiera que no es Camarilla es Anarquista pareció agradarles. Las Bestias enarbolaron con orgullo el estandarte Anarquista mientras los Brujah y el Ministerio migraban para unírseles. El rol de los Gangrel entre los Vástagos siempre fue el de perro fiel al que se enviaba para atacar al enemigo. Durante siglos, sirvieron como cazadores y guardaespaldas, hasta que la humillación fue demasiada. Ahora el Clan es libre de dictaduras y reclama los caminos como su dominio. Es habitual encontrar vampiros de este Clan tanto en dominios Camarilla como Anarquistas, ya que pocos se arriesgarían a insultar a un Animal pidiéndole que se marchase. Sin embargo, los Príncipes de la Camarilla ya no pueden darles órdenes. 

Los Gangrel pueden realizar servicios a la ciudad por una cuota o porque se preocupan por la zona de los Vástagos locales, pero no porque sea su responsabilidad. Esta libertad les proporciona un estatus y un aire de mercenarios que aprecian en estas noches. Aunque el Clan no alberga muchos activistas filosóficos o políticos, sus puntos de vista tienden a alinearse con los de los Brujah, lo que provoca que se consideren parientes. Los Ventrue, Toreador y Tremere miran al Clan con recelo, pues esperan una represalia tras años de maltrato. Pero los Gangrel no parecen estar planeando ningún gran ataque. El Clan se compone de vampiros salvajes y salvajes es como permanecen.

Déjame contarte una historia sobre la alimentación. Una vez había una Feral de nombre Garra de Sangre. Probablemente no era su verdadero nombre, pero da igual. Garra de Sangre era una punki de la vieja escuela. Se peinaba como ellos, llevaba parches, tenía piercings en la cara y ponía música dura a todo volumen. Desafiaba las normas y combatía el orden establecido. El Clan la adoraba. Era una salvaje en una sociedad urbana. Hizo amigos entre los Rebeldes y los Orloks. Se ganó la reputación de nunca arrodillarse ante un Príncipe. Pero Garra de Sangre tenía un fallo: se alimentaba de sus compañeros. Los Gangrel nunca nos alimentamos de los nuestros. Y por nuestros me refiero a los mortales de los que nos rodeamos. Garra de Sangre se alimentaba de punkis. Se alimentaba de sus familias. Pensaba que no pasaba nada. Después de todo, parecían disfrutarlo. 

Pero la alimentación debilitaba a su manada, mortales como eran. Se atiborró de sangre la noche anterior a una fuga de la prisión planeada que lideraban sus seguidores mortales. Craso error. Condujo a su anémico ejército a la valla de la prisión y abrió la verja. Apenas podían sostener sus porras, cuchillos y pistolas. Fue una escena terrible. Todos cayeron ante el fuego de las armas, de rodillas o inconscientes por puro cansancio. Garra de Sangre escapó, pero ahora estaba sola. No tenía manada y los demás Ferales la escupían por la forma en que había tratado a su ganado. ¿Tiene moraleja esta historia? Podría decirte que no te alimentes de los tuyos. O instarte a ser precavido. Podría resaltar que Garra de Sangre era arrogante y que nuestro Clan es veleidoso porque le conviene. Podría decirte que un Feral solitario carece de propósito. Pero no. Es sólo algo que ocurrió. Espero que aprendas de ello 

Rudi En línea 

La Iglesia de Caín predica sobre el pecado. Déjame decirte algo sobre el pecado, pequeño Retoño. Déjame hablarte del apocalipsis. En mis días mortales, era tan gay como se puede ser. Supongo que aún lo soy. Supongo que la Iglesia lo considera una enfermedad. Era un árabe en un país de blancos. Si había un crimen, trataban de colgármelo. Todo el mundo creía que estaba enfadado. Guerra, supongo. Nunca pillé el bicho, pero joder si la gente me trataba como a un leproso. Peste. Mi primera comida como vampiro fue mi familia. Muerte. ¿Qué significa todo esto? Que le den a todo. La Iglesia te dirá que todo lo que haces está mal para que te pongas a su servicio al sentirte culpable. 

 Nosotros no servimos. Mira, somos tan proclives a la arrogancia, la ira, la gula y el egoísmo como cualquier otro vampiro. Nosotros un poco más porque no encajamos en el nicho de la Camarilla, no estamos atados por leyes y ningún Sheriff va a impedirnos dejar a un mortal seco. ¿Quieres saber lo que somos los Gangrel? Somos inhumanos. Nuestro pecado es que, según pasa el tiempo, cada vez parecemos menos humanos y nos volvemos más salvajes, lo que nos permite ser tan animales como nos dicten nuestros instintos. Nuestro pecado es que estamos retrocediendo en la escala evolutiva y disfrutamos de ello.
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