El Circo Nocturno

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El vocero 

¡Pasen y vean! Sólo por esta noche, el Circo Nocturno está en la ciudad. ¡Háganse con sus entradas, traigan a sus familias y vean milagros como nunca antes han visto! ¡Sean testigos de cómo la asombrosa Princesa del Trapecio cae a su muerte! ¡Maravíllense ante el Hombre Hipnótico y la ilusión del tiempo perdido! ¡Deléitense en las torturas de la Sirena Aullante! ¡Vean los Tigres y los Osos, los Elefantes y las Focas retozar para su placer y edificación! ¡Rían con nuestros hilarantes y carcajeantes payasos conforme se apalean unos a otros! Aprendan nuestra historia: fundado en la Inglaterra victoriana, el Circo Nocturno se aproxima a los dos siglos de gira por todo el mundo, yendo de ciudad en ciudad para deleitar a jóvenes y mayores por igual. Toma su estética de los antiguos espectáculos de burlesque, anacrónicos cuartos de maravillas y las actuaciones de circo más suicidas. 

¡Es el espectáculo más demencial de la Tierra! En su interior verán los siglos desvanecerse conforme monstruos ancestrales huellan la tierra una vez más. Los límites de la forma humana parecen la más simple fantasía cuando nuestros acróbatas realizan lo imposible. Sientan la locura de la multitud cuando participen en un espectáculo de crueldad y comedia, terror y maravilla tan asombroso que les cambiará la vida. Acérquense y entren al espectáculo más increíble sobre la faz de la Tierra. Descubrirán que nunca querrán abandonar su resplandeciente país de las maravillas. 

La carpa 

Te dirán que has de vivir una mentira, portar una máscara, convertir toda tu existencia en una tediosa Mascarada. Que mientas a tu familia y amigos. A vecinos y gente de la calle. Que mientas y mientas, porque la verdad te mataría. O eso dicen. Cada noche, me miro al espejo. Construyo mi verdadera cara con polvos y lápiz de ojos. Me presentan ante una multitud de cientos de mortales y todos ellos murmuran mi nombre. Llego a caballo, dando vueltas a la pista, sonriendo a los niños y niñas que se enamorarán de mí para siempre. Bebo su maravilla, su adulación, el terror en sus ojos cuando ven lo frágil y liviana que parezco en la grupa de un poderoso animal que es puro músculo. Sienten la violencia, el Ansia otorgada a la Bestia por nuestra preciosa Sangre. Las luces se encienden. Una cuerda cae y salto, alzada por mis queridos compatriotas ocultos entre el correaje. Me llevan hasta las cuerdas y trapecios que se balancean en lo alto sobre la audiencia. Comienzo mi danza. Me balanceo y giro, salto y caigo, me retuerzo y arriesgo todo en cada movimiento cuidadosamente ensayado. No hay red ni seguridad. La gente ha de sentir la muerte, el peligro, ha de entender nuestra propia mortalidad. 

Soy una víctima sacrificial, y cada vez que muero ellos viven. Porque así es como acaba. Hago un último salto, un mortal en el aire. Extiendo los brazos y cierro los ojos. No hay nada a lo que agarrarme. Caigo en picado hacia el suelo. Para mí, este momento es lo más hermoso que existe. La audiencia siente la muerte, el daño, los huesos rompiéndose. Siente mi intención. Entiende que no es un accidente. Imagina mi cuerpo rompiéndose contra la arena de la pista. Las luces se apagan justo antes del impacto. La audiencia respira con un alivio inquieto. Era sólo un truco. La muerte era una ilusión. Los aplausos se esparcen en la carpa oscura y vacía antes del siguiente número. En esos pocos segundos de oscuridad, arrastran mi cuerpo roto fuera de escena. Me regodeo en la realidad de mi propia gloria y tragedia. Más tarde, llevarán a alguien del público hasta mí. Normalmente un hombre, alguien normal que durante un instante vio un atisbo de lo maravilloso y lo antinatural. Quiere entregarme un ramo de rosas y darme las gracias. Se lo permito a cambio de tomar algo de él a su vez. 


El rastro 

El Circo Nocturno nunca permanece en la ciudad más de una noche, un pase. A su paso deja recuerdos aterradores, cadáveres exangües y autoridades municipales confundidas acerca de quién concedió exactamente los permisos para poner la carpa. El Circo es una caravana itinerante de camiones y remolques que transporta a artistas, animales y técnicos como una familia muy unida de humanos y aquéllos menos que humanos. Todos en el Circo han probado la Sangre, ya sean mortales o no. Todos saben el secreto por el que el espectáculo no se parece a ninguna otra cosa en la faz de la Tierra y nunca revelarán sus secretos. Entre ciudad y ciudad, establecen un campamento en algún pueblo perdido y se relajan. Practican los números, entrenan a los nuevos miembros, organizan bodas y funerales. 

Para muchos en el Circo, estos días y noches privados vividos en un campamento rodante son los más felices de sus vidas. Cuando llega la hora del espectáculo, es el momento del mayor truco del repertorio del Circo Nocturno: convencer a la audiencia de que lo sobrenatural tiene una explicación mundana. Cada truco se realiza mediante las habilidades de una criatura inhumana y siempre debe haber la suficiente ambigüedad para que los humanos crean saber cómo se ha hecho. A veces, al final de un pase, alguien del público se acerca a los camerinos para hacer preguntas. Quizás es un profesional de circo preguntándose por el asombroso arte escénico que busca mejorar su propia práctica circense. Muchos terminan muertos o confundidos al haber perdido la memoria, pero algunos aparecen en la pista tras unas cuantas semanas, como nuevos miembros de la familia.
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