Esta noche he ido a mi primera reunión Anarquista.
Clandestina, como era de esperar. Dudo que a las altas esferas de la Camarilla en París les agradase saber
que algo así estaba teniendo lugar entre ellos.
Era el único chupóptero nuevo, y me han tratado
con mucho recelo, incluso aunque M. respondía por
mí. Me han sorprendido tantas cosas. El lugar era el
hogar de alguien en una torre de apartamentos, muy
normalito. Pensaba que la gente hablaría mucho más
sobre filosofía Anarquista, pero no ha sido muy así.
Había chicos blancos que parecían haber aprendido de
política radical gracias a viejas letras de Rage Against
the Machine y norteafricanos que podían citar a Frantz
Fanon pero que nunca habían oído hablar del Manifiesto Anarquista de Salvador García. Creía que ése era el
texto fundacional del Movimiento Anarquista, ¡pero
resulta que yo era el único que lo había leído!
6 de febrero de 2018
A veces vivir en secreto como un Anarquista converso en una ciudad de la Camarilla es aterrador. Tengo
que obligarme a ir al Elíseo. Otras veces resulta fácil.
Hoy una Antigua a la que llamaré E. me ha pedido
que le enseñase la vida nocturna de la ciudad porque,
cito, «se sentía joven de nuevo». Realmente no la
conozco y no soy experto en la vida nocturna, pero el
Príncipe la escucha y no tengo especial interés en que
me ejecuten. Me he pasado la noche viendo cómo los
mortales trataban de ligar con ella mientras ella pretendía ser una ingenua inocente. Estaba tan inmersa
en su jueguecito que no creo que se plantease lo que
yo pudiera pensar o ser. Para ella sólo soy otro Neonato. Hoy aquí, mañana muerto.
8 de febrero de 2018
Es un día triste. He ido a pasear al cementerio de
Montparnasse. Sé que es un cliché para los de nuestra
clase, pero es tranquilo. Ha pasado un año desde
que el Príncipe hizo ejecutar a mi Sire. Un montón
de chupópteros están resentidos con sus Sires, pero
yo nunca lo estuve. Tuvimos una auténtica historia
de amor, y ella no llevaba no-muerta mucho más de
lo que yo lo llevo ahora. Me engendró ilegalmente y,
cuando lo descubrieron, me preguntaron si quería
realizar la ejecución. No hacía falta que lo dijeran: si
me negaba, me ejecutarían también a mí.
A veces me miento y pretendo que ella prefería
morir por la mano de su amante. Esa mentira no
puede borrar el hecho de que lo último que vi en sus
ojos fue decepción.
Desearía haber sido más valiente. De hecho, cuando
aún estaba vivo, uno de mis estudiantes me llamó cobarde a la cara por no ser capaz de plantear al claustro
los problemas de discriminación en la universidad.
15 de febrero de 2018
He visto a E. en la calle, por pura casualidad. Aunque
no estoy seguro de que fuera una coincidencia. Incluso la noche que pasamos de discotecas ha empezado a
parecerme mucho menos espontánea.
Estar en la Camarilla te vuelve paranoico. He
estado en dos reuniones Anarquistas y lo mejor de
ellas es que, si no le gusto a alguien, me lo dice a la cara. En la Camarilla
se andan con juegos.
Mi conversación con E. ha durado sólo unos minutos antes de que su
conductor volviese de la tienda de la esquina y le ha dado tiempo a dejar
caer el nombre tanto del fundador de los Estados Libres de California,
Jeremy MacNeil (un encanto hasta que se volvió incontrolable, según E.),
como de Theo Bell (una tragedia, cómo traicionó a la Camarilla).
17 de febrero de 2018
Estoy jodido. He contactado con los pocos Anarquistas que conozco y
les he preguntado sobre los rumores acerca de una especie de ferrocarril
subterráneo a Túnez y Marruecos para los que, como yo, necesitan escapar de la Camarilla. Pero no confían en mí lo suficiente.
Cinco minutos de reloj tras hablar con ellos, me han llamado de la
oficina del Sheriff y me han pedido muy cortésmente si puedo pasarme
por allí.
Sé que podría no ser nada. Estoy seguro de que no tienen la capacidad
o la voluntad de vigilar cada uno de mis movimientos. No soy nadie en la
Camarilla, sólo alguien que leyó el Manifiesto Anarquista en un momento
vulnerable y se radicalizó.
Pero a quién quiero engañar. Quizás alguien en los Anarquistas me
haya traicionado. Quizás E. me lo vio en la cara. No importa, soy hombre
muerto.
18 de febrero de 2018
He decidido dejar de ser un cobarde. Iré a ver al Sheriff, le diré lo que
pienso de la ciudad que me obligó a matar a mi Sire y moriré.
Vivir para siempre es una mierda. Nunca llegué lo bastante lejos como
para ser un verdadero Anarquista, pero esta noche haré algo de lo que
Salvador García estaría orgulloso.
19 de febrero de 2018
Sigo vivo. Más que vivo. He ido a ver al Sheriff lleno de furia justificada, pero no me han preguntado nada. En su lugar, me han hablado de
lo felices que estaban de verme asentarme en la no-vida de París y han
elogiado que mantenga intactas mis conexiones mortales en el mundo
académico. Me han dicho que necesitaban a alguien que vigile a los Renfields que administran muchos de sus activos financieros.
Podría haberles dicho que mi campo es la macroeconomía y que las
inversiones no son mi fuerte, pero en vez de eso he dicho “sí, gracias” y
he salido de allí controlando medio billón de euros de propiedades de la
Camarilla.
26 de febrero de 2018
Estuve en una reunión Anarquista
anoche. Me dijeron que me habían
aprobado y que podían sacarme
de la ciudad si quería. Les he
dicho que no.
No puedo explicarlo, pero esa
media hora que pasé en la oficina
del Sheriff ha cambiado algo en
mí. Por primera vez desde que soy
un chupóptero he sentido que podía jugar el juego de la Camarilla.
Sólo que lo jugaré en su contra.
Me vengaré, incluso aunque nunca
sepan que he sido yo quien ha
desviado sus recursos al servicio
de la causa Anarquista.
O lo seré una vez que encuentre alguien a quien Vincular con
Sangre para que me explique
todas las cosas sobre inversiones
que fingí saber ante el Sheriff.
Ya vivo bajo una Mascarada,
así que vivir bajo otra en la Camarilla no es para tanto.
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