-Satapatha Brahmana, siglo VIII a.C.
Caminaba hacia mi casa a altas horas de la noche, pensando en las diversas fórmulas que mi maestro me había aclarado durante el día; aquellas ideas, y muchas otras giraban en torbellino en mi mente, cada revelación y descubrimiento surgiendo sobre el anterior, para alterar sutilmente mi comprensión de cómo eran las cosas. Contemplé el edificio State, como suelo hacer, allí en el entablamiento, había una sorprendente revelación. Lo que antes había considerado poco más que un sentimiento neoclásico o americanismo mitificado y fijado en piedra era en realidad la representación alegórica de diversas formulas básicas de Alquimia.
Me quedé plantado con la boca abierta... sin duda los viandantes me tomaron por un idiota o un poco. Un viento frío me despertó de mis barruntos. Ciñéndome al gabán, me apresuré hacia mi casa, mientras me preguntaba cuántas verdades ocultistas se presentan audazmente ante los ojos de los ignorantes.
El Gran Arte, Nuestra Sagrada Filosofía, la Obra Divina, Ars Chemica... términos todos las que han rodeado a lo sobrenatural (algunos dirán sagrado) arte/ciencia de la alquimia. ¿Pero qué era, o es, la alquimia? La alquimia es vista popularmente como una protoquímica medieval, una pseudociencia que busca convertir los metales más bajos (por ejemplo el plomo) en oro. Aunque tales tareas suelen ser parte del proceso alquímico, la alquimia en si va más lejos que esto.
Es ciertamente la ciencia de la transmutación y perfección, pero una forma de perfeccionar el espíritu humano. Todos los resultados físicos, no importa lo dramáticos que sean, son secundarios frente a la auténtica meta del arte. La alquimia, tal y como se practica en Occidente es el epítome de la tradición Hermética, que aúna en su sincretismo los mitos de Egipto, Grecia, Roma y las tradiciones bíblicas. La alquimia es difícil de tratar de forma empírica u objetiva, cruza la frontera entre arte y ciencia, entre la disciplina espiritual y la práctica científica. Extendiéndose a través de Europa y Asia Menor, esta disciplina ha estado en práctica más de 2.000 años. Describir es limitar y la alquimia desafía los límites.
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