El Camino Dhármico

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La Senda de los no muertos es la conciencia, la falta de conciencia, la Senda de la Muerte.
                                                 -El Dhammapada


Todas las cosas tienen un propósito bajo el Cielo. Todas. El sabio. La enfermera. El torturador. El demonio. El hongo. El vampiro. Todas las cosas tienen un propósito. La mayoría son lo suficientemente sabias como para saber cuál es. Sin embargo, los Kuei-jin deben descubrir su lugar bajo el Cielo antes de que puedan asumir los verdadero poderes de su condición. Para ser más específicos, deben comprender lo que son antes de poder acostumbrarse a su nuevo estado. Los Kuei-jin son parásitos impuros, proscritos de la sociedad de los hombres buenos. Pueden ser poderosos, incluso inmortales, pero ese poder no es nada comparado con el hambre eterna de las noches interminables.

Enfrentado a esa vacuidad, el Gran Arht Xue desesperaba. Cuando los Wan Xian se dispersaron, Xue partió en un largo viaje.

Buscó durante mil años, tiempo en el que preguntó sus secretos a los cinco elementos. Terminó creando el Camino Quíntuple, fundando, se dice, los cinco Dharmas, filosofías divinas para guiar los pasos de los Condenados. La creación puede ser una obra misteriosa, pero tiene sustancia. Como las trémulas imágenes proyectadas por una linterna (que como muchos místicos creen, tienen vida propia), la ilusión del mundo mortal proporciona el conocimiento de verdades superiores. Descubriendo su puesto en esta obra, un Kuei-jin halla propósito: trascendiendo ese lugar en el mundo, haya teóricamente la paz.

A pesar de su nombre (una corrupción que funde el término Di´hana de Xue y la palabra sánscrita que significa "ley del destino"), los Dharmas no son hinduistas, ni budistas, ni confucionistas, ni taoístas, ni sintoístas, ni siquiera cristianos. Son sendas elementales, caminos que fueron trazados mucho antes de que nacieran los filósofos y los profetas de las grandes religiones. Eso no significa que los conceptos Kuei-jin no se hayan visto influidos por la gran importancia cultural del budismo y las demás fes; el nombre moderno es prueba de ellos. Sin embargo, los Catayanos que deseen buscar la verdadera iluminación deberán, como siempre, abandonar los sencillos caminos impuestos por la visión mortal y buscar los rastros de huellas y ramas partidas, las pistas que revelarán la senda del verdadero visionario.

También es vital recordar que los Kuei-jin son monstruos. Vampiros que se alimentan de fuerza vital. Cadáveres animados. Y son perfectamente conscientes de ellos. Los Dharmas pueden verse como carreteras hacia la perfección. Si se es un monstruo, tiene sentido pensar que la perfección consiste en ser cada vez más monstruoso. Por eso los Kuei-jin no son sabios que no dejan de hablar de saltamontes y que se dedican en paz a buscar flores de loto para alcanzar la iluminación; son monstruos que tratan de dar un sentido a su no vida. Un Dharma no es una senda hacia el poder ni un mapa de la iluminación: considéralo más bien una serie de piedras señalizadoras, un camino de hierba pisada que marca la senda que otros recorrieron con anterioridad. Cada vampiro debe encontrar su propio sendero; un Dharma no hace más que decirle al vampiro dónde tiene que empezar a buscar, no dónde dar cada uno de los pasos. La búsqueda es parte del viaje.

Un Lugar Bajo el Cielo

Los conceptos occidentales del pecado y la redención, tan importantes para el sentido de la Humanidad de los Vástagos, son bastante ajenos para los Kuei-jin. Esto no quiere decir que los vampiros orientales no consideren a las cosas buenas o malas; lo que hacen es ponerse por encima de estos conceptos. Los vampiros son básicamente impuros debido a su propia naturaleza, pero a pesar de ello tienen un propósito bajo el Cielo. Al contrario que sus contrapartidas occidentales, los Kuei-jin no sienten remordimientos por lo que son, adoptando una visión más Zen: "Soy un ser impuro. Pero existo. Al existir, debe haber algún lugar para mí bajo el Cielo". Un Dharma ayuda a descubrir ese propósito.

Aunque puede recordar al concepto "generación" de los Vástago, los Dharmas funcionan más como la puntuación de Humanidad invertida; en vez de medir la caída en desgracia del vampiro, el Dharma refleja su ascensión sobre su estado original. Cuando un Kuei-jin regresa por primera vez de los mundos del espíritu es poco más que un cadáver caníbal. Si tiene suerte, al poco tiempo recuperará parte de su sentido de la humanidad y comenzará a actuar como una persona con grandes poderes. Más tarde este comportamiento empezará a diluirse ya que él necesitará algún semblante de paz y destino. El mero poder es divertido durante un tiempo, pero como pueden asegurar los Vástagos antiguos, se alimenta de sí mismo hasta que la vida inmortal queda hueca.

La sabiduría y la búsqueda de ésta, suelen llegar con la edad. Durante el primer año de no vida el vampiro se ve inmerso en preocupaciones mortales. Henchido por sus nuevas capacidades, suele regresar a su antiguo hogar para saldar algunas cuentas y empezar a labrarse un territorio. Sin embargo, pasado un tiempo comprende que los juegos mortales son como un millar de granos de arroz esparcidos: demasiado pequeños como para reunirlos y demasiado tediosos para ocuparse de ellos. Un vampiro que sobrevive lo suficiente como para apreciar la inmortalidad termina queriendo algo más que unos simples poderes sobrehumanos. La búsqueda por el camino Dhármico puede durar varias vidas mortales; las linternas de esta búsqueda, momentos de comprensión llamados dên, le animan a adentrarse en la noche.

Los Dharmas también tienen beneficios prácticos. Casi todas las Cortes Kuei-jin requieren al menos una mínima familiaridad con alguna senda Dhármica: los muertos vivientes son demasiado peligrosos (para los vivos y los muertos y para cualquier criatura intermedia) como para ser abandonados en un estado vergonzoso y carente de disciplina. Un renegado que se niega a aprender nada sobre su lugar en la creación no sobrevive demasiado tiempo: el Ancestro se cansará pronto de tener a esta criatura caprichosa en sus dominios y la instruirá, la esclavizará, la exiliará o la destruirá. Por otra parte, un Kuei-jin con un propósito desarrollado recibe respeto por su iluminación. Este sentido de la sintonía también ayuda al vampiro a manejar el Chi: cuanto más en armonía está con la creación, mejor uso puede hacer de la fuerza vital. Además, esta afinidad ayuda a superar los poderes de los rivales menores, algunos poderes del alma no funcionan cuando un joven los emplea contra un Ancestro iluminado. Sin embargo, todo el poder del mundo no puede aplacar el hambre de un vampiro del mismo modo que la simple armonía. Aumentando su comprensión, un Kuei-jin trasciende su angustia.

Se asume que todos los personajes Kuei-jin iniciales pertenecen a uno de los cinco Dharmas explicados más abajo, comenzando con una puntuación de 1. Los Dharmas no se basan en poderes; no puedes adquirirlos con puntos de experiencia, ni reflejan la fuerza de un personaje. Lo que hacen es medir algo tan vital como efímero: el viaje para encontrar un lugar en la creación. Muchos muertos vivientes no pueden aspirar más que a un semblante del destino.

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