Se supone que este escapulario fue llevado en vida por un devoto santo chipriota que se castró para evitar las tentaciones de la carne. Demonios y espíritus malignos le tentaban todos los días en su celda, prometiéndole devolverle su condición física y proporcionarle mayores placeres carnales si renunciaba a Dios sólo por una hora. Sus oraciones fueron lo bastante fuertes para detener el avance de estos súcubos.
Llevar puesto (o transportar) este escapulario otorga inmunidad a la disciplina vampírica de Presencia y otros poderes similares. Asimismo, el contacto prolongado con el escapulario provoca impotencia al portador durante variables períodos de tiempo... lo que no es necesariamente malo para alguien que se encuentra bajo votos de castidad.
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