El Gran Paseo en Barco (Leyenda de los Phuri Dae)

Demasiado temprano para el arco iris
Demasiado temprano para la paloma
Estos son los últimos días
Este es el diluvio

-Leonar Cohen, "The Gypsy's Wife".

Si ya has oído esto antes, cállate y escucha de todas formas, porque seguro que no has oído la versión verdadera. Al menos no has oído mi versión y mi versión es la mejor porque así es como me gusta ver las cosas.

Bueno, antaño, antes de que los Phuri Dae fuésemos santificados y consagrados como los Rom, antes de que nos pusiésemos esa etiqueta nosotros mismos, que rechazamos las etiquetas, hubo una mujer, una drabarne poderosa, llamada Noahe. Bien, era una Gitana de las que no paran una fisgona tremenda. Sin embargo, también tenía la Visión, por lo que podía dedicarse a viajar con la mente y husmear en el tiempo. Un día, Noahe estaba enzarzada en una búsqueda psíquica por los hilos del tiempo, cuando encontró una maraña descomunal. Se paró a pensar de dónde podía provenir semejante aglomeración y se acercó a la trampa temporal. Incapaz todavía de divisar el centro, empezó a fisgar en ella (ignorando los consejos de su madre de no inmiscuirse en hilos temporales extraños, que nunca se sabe adónde pueden llevar), pero no pudo encontrarlo.

Entonces, se le ocurrió la brillante idea de entrar en la aglomeración y tirar de la maraña. En ese momento fue cuando encontró a otro viajero, un espíritu escurridizo y resbaladizo que se encontraba atrapado entre los hilos y estaba provocando aquel caos. Noahe, que era una ingenua y se moría de curiosidad, liberó al espíritu escamoso, preguntándole si tal vez esto era el resultado de aspirar demasiadas esencias florales. Antes de poder volver a su cuerpo, el espíritu pez se la tragó entera. ¡Ñam! Ingenua... Pero esto no acabó aquí. Dentro de la tripa del espíritu se hallaba la sabiduría (fue una lástima que no llevase encima la salsa tártara que preparaba su madre). Fue tragándose veintitrés costillas, pero la última la dejó para más adelante, porque parecía ser sobre desastres y a Noahe los desastres le resultaban indigestos.

Al encontrar la salida, Noahe volvió a su propio cuerpo, llevándose la costilla con ella. Bien, cuando Noahe digirió lo que había comido, decidió que era la hora de tomarse la medicina. Volvió al congelador de la despensa de su cabeza y se comió la última costilla fría. Ugh... Descubrió planes para tirar por el desagüe, la parte del universo en la que se encontraba ella, para liberar el exceso de humanos. No es que a Noahe le importase mucho un enema que sanease el universo, pero prefería no estar entre los desechos, así que advertida de antemano, reunió a su familia y a la familia de su familia y les contó su viajecito. También les contó algunas de las cosas que había aprendido del espíritu, pero esa es otra historia, y si quieres que te la cuente vas a tener que comprar otra botella en vez de un vaso miserable de whisky aguado.

Bueno, la cuestión es que se hizo público el asunto y los Rom se pusieron manos a la obra. Construyeron un barco enorme arriba en las montañas y transmitieron el mensaje a otras familias y kumpaniyi, advirtiéndoles que más les valía flotar o volar. Entonces, reunieron sus cerdos, sus vacas, sus gallinas, sus perros, sus críos y lo que pudieron y lo metieron al barco. Las semanas pasaron, los gaje se rieron y entonces llegó el diluvio cósmico. Uy...

Los gaje se han estado quejando hasta hoy en día de que no se les advirtiera de este asunto de la lluvia. Por supuesto, pasan de Noahe y le atribuyen la lluvia a ese superpadre que tienen y se inventan más y más cosas, pero, ¿qué puedes esperar de una panda de gaje?