Es la espada que salva al hombre
-Ekai, El portal sin Puerta
Los Catayanos no se consideran descendientes de Caín, ni creen que la evolución de su raza tenga nada que ver con los clanes occidentales. En realidad, muchos Kuei-jin se burlan de la importancia que se atribuyen los Vástagos, en especial en lo referente a su cercanía al Tercer Mortal.
Para los que no han oído a los bárbaros contar estas historias, Caín no era más que un insignificante granjero y por encima de todo, un asesino: un ancestro bastante ignominioso para toda una raza sobrenatural. Muchos Kuei-jin creen que la no vida viciosa, anárquica, megalomaníaca y destructiva de los Kin-jin es el legado adecuado de un antepasado tan decepcionante. Por el contrario, los Kuei-jin aseguran descender de los dioses, siendo seres híbridos de materia y espíritu.
Sí, muchos se ven como una especie de caída en desgracia que ha perdido su lugar en el orden kármico, pero al contrario que los Hijos de Caín, comprenden la importancia de su posición, por lo que algunos llegan a esperar recuperar su honorable estado inicial. Hasta los vampiros que se burlan de esta premisa y que creen que la Sexta Edad es inminente tratan de enfrentarse a ella con dignidad. Los lloros indulgentes de los Vástagos no tienen cabida en Oriente. "Si nuestro karma es ser demonios", dice el Libro Rojo del Puente de Hierro, "saltaremos felices al infierno".
Sin embargo, el origen preciso y la crónica mitológica de los Kuei-jin son tan confusos como las de los Vástagos, quizá aún más. Las fábulas que han llegado hasta nuestros días a lo largo de al menos siete milenios hablan de Eras y de Mundos que trascendían la dimensión mortal.
Los Dos
Para todos los Kuei-jin, independientemente de su origen y de su cultura, existe el mito de una pareja de criaturas llamadas Los Dos, supuestos creadores de los vampiros orientales. Su identidad varía de una región a otra según los mitos locales, pero casi todos los Catayanos aceptan que dos criaturas, un hombre y una mujer, ordenaron su existencia. Los Dos representan las encarnaciones del Yin y el Yang, cuya interacción y oposición mantienen el equilibrio y la integridad del universo. Al contrario que Caín, cuya identidad y logros están claramente establecidos en la mitología de los Vástagos, la naturaleza de Los Dos depende de cada Catayano. Cuando se cruzan todas las fronteras culturales y nacionales y se habla del Reino Medio en general, los Kuei-jin suelen denominarlos el Dragón de Ébano y la Reina Escarlata, para no ofender la percepción de los demás sobre su naturaleza.
La Reina personifica la fuerza del Yang, el elemento cinético, creativo, iniciador del universo. Los guerreros, artistas y camorristas son considerados sus súbditos y muchos emplean rituales específicos para rendirle homenaje. La Reina Escarlata, o eso dicen los mitos, dio primero la vida a los hombres y a las mujeres: como la china Na Kua creó a los primeros humanos; como la japonesa Izanami dio a luz a las islas que forman Japón. Es la guardiana de la emoción, el éxtasis y la naturaleza de fuego. Los vampiros orientados hacia el Yang le dan las gracias por dejarles vivir y sentir de nuevo.
Por el contrario, el Dragón de Ébano simboliza la fuerza Yin, la mitad contemplativa, reflexiva y meditativa de la existencia. Los sabios, ermitaños y jueces siguen al Dragón de Ébano en sus muchas formas pasivas. En China es Hun Dun, el Juez dispuesto del Inframundo al que acudían los hombres creados por Na Kua tras su muerte; en Corea es Hwan-ung, que pasó cien días en las tinieblas en su búsqueda de la inmortalidad. El Dragón de Ébano es el barómetro de la Reina Escarlata, el contrapeso de las pasiones desatadas y de la falta de control. Los vampiros Yin creen en el estudio, en la reflexión y en los rituales metódicos para comprender su verdadera naturaleza y, esperan trascender su estado kármico.
Los Kuei-jin se consideran hijos del Dragón de Ébano y de la Reina Escarlata. Al contrario que muchos espíritus, ellos no están orientados totalmente hacia ninguno de los dos, motivo por el que fueron elegidos para regresar al Reino Medio a proteger y guiar a sus habitantes.
Yin y Yang
Los conceptos de Yin y Yang son uno de los más viejos e importantes de la filosofía asiática. Para los primeros pensadores chinos el universo era una entidad dinámica creada y mantenida por estas dos fuerzas. El Yin es considerado la fuerza pasiva de la naturaleza, su elemento reactivo; el Yang es la fuerza activa, el catalizador. Los dos han sido aplicados al pensamiento asiático mediante todo un espectro de ideas, tanto prácticas como abstractas. Este concepto de acción-reacción lo separa todo en opuestos polarizados: luz/oscuridad, masculino/femenino, etc. Del dinamismo de esta oposición en continua pugna surge el movimiento armónico y relativamente equilibrado de todo el universo.
Los Catayanos conocen muy bien las fuerzas del Yin y el Yang; como no muertos, están suspendidos entre el polo negativo del Yin de la muerte y el positivo del Yang de la vida. El Chi, la energía de la que todos los vampiros se alimentan, está invariablemente orientada hacia uno de estos dos elementos. El Yin y el Yang también aparecen en gran parte de la filosofía y la mitología Catayana, desde el primer génesis de la raza hasta las modernas relaciones entre los diversos grupos. Mucho wu y Cortes se ven como encarnaciones de una de las dos fuerzas. Hay Cortes dedicadas a una definición y práctica específica del Yin y otras que funcionan del modo contrario. Los Kuei-jin más templados creen que incluso ellos se oponen hasta cierto punto a los demás, y que las prácticas espirituales normales y las actividades de todas estas cortes terminan equilibrándose.
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