Para comprender la sociedad de los Kuei-jin el estudioso debe primero conocer su naturaleza y, para comprender a los propios Kuei-jin hay que comprender lo que fueron y porqué se convirtieron en shen. No es tan sencillo como parece. Los Kuei-jin conocen numerosas historias sobre sus orígenes; su mayor profeta, el Gran Arhat Xue, dijo que existen tantos motivos para convertirse en Kuei-jin como Kuei-jin hay, más uno. A pesar de todo, es posible sacar algunas conclusiones.
De acuerdo con la sabiduría budista del Reino Medio, un alma mortal puede tener varios destinos tras la muerte del cuerpo físico. Puede renacer como un humano o, si no tiene suerte, como un animal. Las almas pecaminosas pueden renacer en uno de los muchos Reinos Infierno de los Mundos del Yin y el Yang, mientras las más iluminadas pueden convertirse en Dioses. Sin embargo, algunas almas se topan con un karma diferente. Los Dioses pueden encontrar una utilidad especial en un espíritu especialmente fuerte y relegarlo a la posición de asura o Demonio Celestial.
Otras almas, las que sufren por los pecados de deseos desenfrenados o las que quedaron estancadas en la senda de la iluminación, regresan al mundo de los vivos como Demonios Famélicos, malditos con un hambre insaciable. La existencia y las tradiciones de los Kuei-jin son muy anteriores a la llegada del Budismo a Reino Medio. A pesar de todo, muchos han integrado esta doctrina en su propia cultura ya que su naturaleza refleja rasgos tanto de los asura como de los Demonios Famélicos. El proceso por el que los Kuei-jin regresan al mundo espiritual es arduo y solo aquellos de espíritu fuerte pueden esperar resistirlo. Es cierto que obtienen maravillosos y terroríficos poderes en su estado antinatural, pero a pesar de ello son incapaces de cosas tan simples e instintivas como respirar o recuperar el Chi del modo normal (mediante la comida y el aire). Los Kuei-jin deben tomar el Chi que necesitan de otros seres, y cuando carecen de él se tornan tan bestiales y peligrosos como cualquier otro demonio.
Algunos, creyéndose irremisiblemente condenados al hambre y a sus ansias malvadas, sucumben totalmente a sus instintos básicos. Si han renacido como demonios, dicen, deben comportarse como tales. Otros, considerándose kármicamente superiores, gobiernan los Reinos Medios como los emperadores tiránicos de antaño. Irónicamente, las acciones de estos Kuei-jin difieren poco de las de sus monstruosas contrapartidas. Los más sabios comprenden que, en realidad, no son totalmente asura ni totalmente Demonios Famélicos, sino una combinación de ambos. Son muchas cosas, en realidad. Es solo la ilusión del mundo la que hace pensar diferente. Una vez disipada esta ilusión, una vez borrada la deuda kármica de sus existencias pasadas y presentes hay que asumir el propio lugar en el orden cósmico. Se trata de una difícil tarea, por lo que no es extraño que tantos Kuei-jin fracasen.
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