Para los videntes romaníes, el tiempo no es un concepto lineal. Una idea tan encorsetada les hace reír. La razón es que los pobres científicos gaje que murmuran y se afanan entre tubos de ensayo, telescopios y tripas de rana intentan de manera infantil, mantener intacta su propia creación simplista del mundo. La realidad de los científicos es lineal y simple y cada vez que uno de ellos da con otra fórmula más que constriñe al mundo y lo mantiene en su lugar, brincan y bailan de alegría. Pero el mundo es un trozo inquieto y viviente de brillante caos y no se puede contener para siempre, da igual cuántas ataduras lógicas intenten sujetarlo.
No, el condenado es un huracán que se burla del ADN y el ARN. Los Rom esperan que los científicos tengan a mano suficientes pañuelos de papel junto a sus tubos de ensayo. Los necesitarán cuando finalmente se den cuenta de que la vida todavía es una sopa primordial y que la cultura humana actual es un burbuja especialmente grande que algún día reventará. Por ejemplo, el tiempo, dicen los videntes. El tiempo no marcha en línea recta como un buen chico, sin volverse ni mirar a los lados. No señor. El tiempo es el mejor artista de la evasión con un cuerpo de contorsionista.
Para hacer un gran favor a los cabezas cuadradas, los Rom definen el tiempo como un millón de millones de billones de hilos que se entrelazan y se parten. Pero desgraciadamente, no hay normas, no hay parcas que mantengan los hilos en orden. Todos nosotros entramos en este maremágnum y damos vueltas y tiramos y partimos los hilos (o si somos científicos de mente estrecha, planchamos como una lavandera puesta de speed) y nos movemos por el tiempo de una forma mas o menos estable. Sin embargo, cualquiera que se haya dado cuenta de que el tiempo puede volar como un pájaro o arrastrarse como una tortuga, sabe que el tiempo no es inmutable, da igual cuántos tic-tac hagan los relojes.
Una cuestión más y dejamos el asunto: los videntes se guardan un as más en la manga, por encima del resto de los mortales. No sólo pueden jugar con los hilos, pueden enrollarlos, anudarlos y enlazarlos, y de esta manera pueden sintonizar otras emisoras del dial y ver qué pasa por allí. No son capaces de llegar al entonces desde el ahora, pero a veces son capaces de echar un vistazo a los acontecimientos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que aunque algunos Gitanos selectos son capaces de ojear los hilos del destino, algún jefe celestial siempre puede bajar y jugar con el tiempo y cuando esto ocurra, ¿quién sabe lo que deparará el futuro?
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