Los vampiros más bajos del ciclo kármico son los chih-mei, la vasta mayoría de Kuei-jin cuyas almas Hun no sobreviven a su regreso al mundo. Son los locos, los ansiosos, los carroñeros entre los Kuei-jin, los animales. Los chih-mei tienen a vivir en las zonas más rurales y desoladas de Asia, las áreas despobladas y estériles. También pueden desplazarse a zonas en las que las líneas Chi sean débiles o estén corrompidas; allí luchan entre ellos y acaban con los desafortunados mortales que encuentran para tomar la carne que necesitan para sobrevivir.
Casi todos los chih-mei terminan siendo destruidos ya sea por otros como ellos, por cazadores mortales y exorcistas o por sus propias garras. Algunas Cortes de Kuei-jin asumen esta labor como parte de sus obligaciones para purgar sus regiones de salvajes (normalmente se hace cuando su presencia pone en peligro la convivencia entre Kuei-jin y mortales). Algunos rumores aseguran que ciertos vampiros oportunistas mantienen manadas de chih-mei encadenados para protegerse, intimidar o incluso divertirse en peleas similares a las de gallos y perros, aunque esta explotación viola varios preceptos sagrados de los Kuei-jin.
Se considera a estas criaturas desafortunadas bajas del Gran Ciclo, almas condenadas a no vidas truncadas de miseria y locura. Los Kuei-jin que asumen el deber de destruir chih-mei saben que en realidad están haciéndoles un favor.
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