Los vampiros no son los únicos seres que llaman hogar a
la noche. Otras criaturas rondan las sombras y acechan en
los oscuros rincones del Mundo de Tinieblas, y raramente
son amigos del hombre o los descendientes de Caín. Este espacio describe muchos de estos otros seres sobrenaturales. Mientras la mayoría tienen razones de sobra para
despreciar a la Estirpe (por razones que van desde disputas
territoriales a antiguas vendettas o a incapacidades básicas
para entenderse entre sí), no hay garantía de que incluso
el más terrible adversario no será capaz de encontrar un
enemigo en común o un objetivo mutuo con los vampiros.
Narradores, utiliza estos seres como aliados dudosos o enemigos implacables, a vuestra discreción. La única constante
que enfrenta a la Estirpe en relación con los otros habitantes de la noche es que nada puede darse por seguro.
Cazadores de Brujas
La Estirpe recuerda los Tiempos de las Llamas. Antes
de que sectas como la Camarilla y el Sabbat existieran, los
Cainitas pertenecían a un mundo supersticioso habitado
por campesinos ignorantes, clérigos corruptos y una aristocracia decadente. En aquella época de miseria y suciedad,
pocos Cainitas encontraban razones para respetar la Tradición de la Mascarada, asumiendo que la humanidad ya
tenía suficiente con sus propios problemas sociales como
para preocuparse de los vampiros y que serían impotentes
para resistirse a nivel local a señores feudales de un origen
decididamente más sombrío.
La venganza de los mortales fue rápida y sangrienta. Los
agentes de la Iglesia no tenían deseos de ver a su rebaño
atormentado por bebedores de sangre servidores del Adversario, y los nobles de la época protegían su autoridad
celosamente.
La Inquisición, un organismo de la Santa
Iglesia encargado de eliminar la herejía, asumió la tarea de
erradicar el flagelo de los Condenados. A lo largo de toda
Europa, los vampiros se vieron acorralados en sus refugios,
encadenados y arrastrados ante el Inquisidor o directamente quemados en el momento. El caos subsiguiente
desembocó en la Guerra de las Edades, a medida que los
ancianos acorralados sacrificaban a los neonatos para poder ganar tiempo mientras que astutos ancillae dirigían los
fuegos de la Inquisición contra las puertas de sus sires por
las mismas razones.
Algunos miembros de la Estirpe afirman que de las cenizas de estos fuegos se elevaron las torres de marfil de la
Camarilla y las alas de fénix del Sabbat. ¿En estas noches,
quien puede decir cuánto hay de verdad y cuanto de mito
en esta historia secreta? Lo cierto es que entre los mortales
existen aquellos que, ya sea bajo el celo de la Iglesia, la justicia de los gobiernos o la insaciable sed de conocimiento
por lo oculto, buscan a la Estirpe por sus propios motivos.
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