Muchas de las culturas de Reino Medio, llenas de mitos sobre los espíritus, mantienen elaboradas costumbres sobre el enterramiento de los muertos. Estos ritos comenzaron como un modo de honrar a los ancestros desaparecidos, mostrando la piedad de la familia que quedaba atrás y, sobre todo, manteniendo a los fantasmas y a los cadáveres felices, tranquilos y callados. Aunque un impropio enterramiento no es motivo suficiente para que se alce un Kuei-jin de entre los muertos, no hay duda que este insulto aviva la furia de un P'o que regrese a su cuerpo, dándole alas para atravesar la Muralla.
Por el contrario, una celebración adecuada y oportuna puede apaciguar al Hun (y en ocasiones aplacar al P'o), logrando que el alma dividida se difumine en los reinos espirituales antes de que tenga tiempo de reunirse y alzarse. En la Quinta Edad son muy pocas las familias que honran los antiguos ritos, por lo que muchos cadáveres reposan de modo inadecuado. Los ancestros Kuei-jin opinan que esta negligencia ha contribuido a que en los últimos cuatro siglos hayan aparecido tantos Kuei-jin.
La Tumba
A lo largo de las Edades los Kuei-jin han dado una gran importancia al lugar de reposo de sus cáscaras mortales, estén donde estén. Algunos creen que su tumba tiene un papel fundamental en la determinación del momento, el lugar y el modo en el que se experimentará el Segundo Aliento. El cuidado y mantenimiento del sepulcro de un fallecido, dicen muchos Kuei-jin, ayuda a acelerar el paso y acortar la distancia del Camino de Vuelta, por el contrario, su profanación ofende a los gobernantes del más allá y hace el viaje mucho más arduo. Con este fin, los Kuei-jin de todo el Reino Medio mantienen una serie de elaboradas costumbres sobre el entierro de los mortales.
• Jade: El poder del jade para cualquier shen, especialmente los Kuei-jin, es importantísimo. Este mineral actúa como imán para las energías meditativas y espirituales, como receptáculo para el alma y como conexión tangible con los Mundos del Yin y el Yang. Algunos Catayanos deciden decorar sus tumbas con intrincadas esculturas y otros elementos de jade, ayudando a canalizar y almacenar el Chi de la zona circundante y manteniendo abiertas las vías de comunicación y acceso con los mundos espirituales. Por supuesto, esta opción solo está al alcance de aquellos Kuei-jin que pueden permitírsela. Las clases inferiores, cuyos relicarios son probablemente los únicos objetos de jade que haya tenido en vida, se aferran a estas baratijas como un náufrago a un salvavidas.
• Pictogramas: Muchas de las antiguas culturas asiáticas marcaban las tumbas con representaciones de criaturas reales o míticas, pictogramas diseñados para simbolizar el viaje a través de los mundos espirituales. Estos estilizados dibujos, ya sea en la propia tumba o en los objetos enterrados junto al muerto, suelen ser reproducidos por los Kuei-jin, que tienen una gran fe en el poder de la representación como una especie de talismán. Muchos wu y cortes incorporan estos símbolos en amuletos, sellos, anillos, encabezados de correspondencia, cortes (marcas que usan como firmas), logotipos empresariales y patrones en los suelos de mármol o los cielorrasos. Se cree que el mero hecho de dibujar estas representaciones al tiempo que se realiza un ritual tiene una importancia mística.
• Protección: La protección de una tumba o mausoleo es un rasgo constante en las culturas mortales y vampíricas del Reino Medio. Aunque las tumbas de los más antiguos y reverenciados bodhisattvas y ancestros suelen encontrarse en capillas, parques y museos resguardados, muchos lugares de enterramiento (especialmente las fosas comunes en los viejos campos de batalla) no son más que el lugar físico en el que el Kuei-jin se encontraba cuando fue derribado. Mantener la integridad física y espiritual de estos lugares perdidos es todo un problema, especialmente si alguien decide construir encima un enorme edificios de oficinas. La protección y el cuidado de la tumba pueden hacerse en muchos ámbitos. Bastantes Kuei-jin con familiares vivos les confían la protección. En casi todas las ocasiones, las ceremonias y el correcto culto a los ancestros bastan para contentar a los espíritus locales. Algunos wu y cortes en las principales ciudades del Reino Medio dedican recursos a la protección de la tumba de todos los Kuei-jin nativos... pero tiene un precio.
Aquellos sin tales recursos tienen problemas añadidos. Se sabe que estos Kuei-jin han llegado a emplear a esclavos humanos o, en zonas mas remotas, a chih-mei encadenados como perros guardianes. Estas prácticas violan numerosos códigos de etiqueta, pero los acontecimientos de las zonas rurales no suelen llamar la atención de las grandes cortes. Algunos Kuei-jin con una gran comprensión de la geomancia o una excepcional sintonía con las líneas de Chi pueden manipular las direcciones y "frecuencias" de los depósitos de Chi alrededor del lugar del entierro de un vampiro, de un modo similar a las marcas que los animales salvajes utilizan para delimitar su territorio. Aunque este método se produce con mayor frecuencia en las zonas rurales, los efectos posteriores pueden detectarse en casos determinados, especialmente por los fang-shih mortales, que pueden sentir los "trastornos" en una zona y alejar a los urbanistas de determinados terrenos.
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