El contrario de la benevolencia. Un acto repentino de crueldad puede refrescar el sentido de propósito de un Kuei-jin, reafirmando quién es en el gran esquema de las cosas. Igual que un monstruo puede lograr un gran conocimiento de un momento de amabilidad, un santo puede romper el molde con una atrocidad inesperada. Rara es la Grulla Resplandeciente que no ha sonreído alguna vez al oír el llanto de un niño que se ha hecho daño. No hay duda de que el Cielo sonríe a los diablos sabios.
Como los actos de benevolencia, el barbarismo debe ser espontáneo, inesperado y realizado sin otros fines. El vampiro no "pierde la cabeza": sabe exactamente lo que hace y por que lo hace. Cuando haya terminado podrá arrepentirse, sentirse desgraciado por un tiempo y marchar para meditar sobre sus sensaciones. Quizá lo encuentre tan esclarecedor que quiera repetir...
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