Diversos templos, capillas, cuevas y aldeas en ambos países proporcionan santuario temporal y refugio semipermanente a Kuei-jin de toda Asia. Las Cortes Verdes, que nunca le han hecho ascos a que los demás les deban favores, también acogen Kuei-jin en la "ciudad especial" de la península y sus alrededores: Seúl. Aceptan Catayanos de cualquier lugar, por cualquier motivo y sin hacer preguntas. Estos "refugiados" viajan por la Senda Paralela bajo los auspicios de los wu coreanos, siguiendo caminos traicioneros y sinuosos a través del país hasta su destino final, ya sea China, Japón o un refugio permanente en Seúl o en los campos de Corea.
Aunque la Senda es supervisada por las Cortes Verdes, sus Kuei-jin no actúan como escoltas. Lo que hacen es indicar lugares donde un Catayano perseguido puede ocultarse e hibernar. Esta información está al alcance de cualquiera que necesita ayuda y que tenga jade; es frecuente que a los perseguidores también se les indiquen las rutas de la Senda, que se rechacen casos genuinos de acoso o que Kuei-jin inaceptables sean abandonados a su suerte y obligados a ocultarse en los límites de los túmulos hengeyokai. La Senda Paralela es una huida peligrosa y caprichosa para los más desesperados, algo muy frecuente en estos días.
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