Muralla: de 8 a 4, en pulsos variables
Al norte del Nihonbashi (o Puente de Japón), unas manzanas al este del Palacio Imperial, se encuentra el verdadero centro de Tokio (para los Kuei-jin el centro de todo Japón): el Kilómetro Cero. Cuando el Shogun Tokugawa Ieyasu ordenó construir el puente lo designó como el punto de origen de las cinco principales carreteras que salían de la ciudad, y como el lugar desde el que a partir de entonces se medirían todas las distancias de Japón.
La materialización de este punto, un madero negro en el puente Nihonbashi, se denomina Kilómetro Cero y sigue siendo el punto de arranque de todas las autopistas nacionales de la isla. La elección no fue casual. Los Bishamon sabían hacía siglos que aquel punto se encontraba sobre uno de los principales núcleos de fuerzas Chi de Japón. Hakari logró que Ieyasu hiciera de aquel lugar el origen de todas las direcciones del país mediante complejas magias y adivinación Dhármica. Para los Kuei-jin de Tokio, El Kilómetro Cero es un vasto reactor de poder y energía espiritual. Todos los templos de Japón en los que moran Kuei-jin se alimentan de esta fuente central, aunque en los últimos años cada vez genera menos esencias espirituales. El principal receptor de este poder es el Palacio Imperial, donde viven Hakari y los más viejos Kuei-jin de la isla.
El acceso a este lugar está prohibido a todos, salvo a los Ancestros. Las leyendas Catayanas aseguran que la pureza y la fuerza del espíritu de la isla pueden destruir física y espiritualmente a cualquier Kuei-jin que se acerque.
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