El juego es la diversión favorita de China y un lucrativo negocio en Hong Kong. Kuei-jin y mortales flirtean con los caprichos del azar y la ciudad proporciona numerosos locales para ello. Además de los casinos privados y las diversas casas ilegales de juego, los "templos" entre los Catayanos son el Royal Jockey Club y los casinos de Macau.
Todos ellos son extraordinariamente exclusivos. El mero hecho de pertenecer al Jockey Club (que ostenta el monopolio legar de las apuestas de caballos) cuesta más de 200.000 dólares y cualquiera que pretenda ser alguien tiene que ser socio. Los casinos de la Península de Macau (el Lisboa, el Flutuante "Casino Flotante" y el Jai Alai) son los clásicos que abren las 24 horas y que tienen máquinas tragamonedas, póquer, blackjack, etc.
Los casinos y el juego en general son un asunto al que los chinos llaman joss, suerte. Ésta no se atribuye, sea buena o mala, a algo tan abstracto como el azar, sino que depende del capricho de los dioses y del humor que ese día tenga alguno de los dragones celestiales. Si uno o varios dioses están enfadados, descargarán su ira en forma de mal joss. Este concepto no se aplica solo al juego y al azar, sino también a la política y a los negocios. La buena voluntad de los dragones celestiales es vital para labrarse un futuro en esta ciudad: los tratos, políticas y decisiones de los Kuei-jin de Hong Kong se llevan a cabo con la máxima Propiedad y previsión. Para los Catayanos, el joss de la vida nocturna está íntimamente conectado con el de toda la ciudad. Para los exploradores del Quincunx, esta fuerza parece ser fundamental en los planes de reconquista de la Corte de la Llama.
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