Durante los últimos años Yamato, una poderosa familia aristocrática denominada Fujiwara inició una política de matrimonios con la Corte Imperial. No tardaron mucho en colocar a uno de los suyos en el trono y hacerse con la Dinastía, que ya se extendía por 300 años. El fundador del Clan Fujiwara, Nakatomi no Kamatari, sabía de la existencia de los Bishamon desde antes de su derrota a manos de los usurpadores Ganji. Durante los primeros años de su reinado, denominado el Periodo Heian, los Bishamon regresaron al mundo mortal.
Ningún shen (especialmente los Genji) sabía dónde se habían ocultado estos Kuei-jin en los últimos tres siglos, pero todos eran conscientes de que tenían ánimos de revancha.
Los Genji no fueron rivales para los Bishamon, cuyas magias Chi diezmaban las filas de los Hijos de la Serpiente, buscando y eliminando directamente a sus guerreros y cabecillas más peligrosos. Entonces, inexplicablemente, detuvieron su sangrienta venganza. Se acercaron a los Genji supervivientes y les ofrecieron sus servicios como espías y asesinos contra los cazadores de demonio mortales y otros shen. A medida que la sociedad mortal volvía a ser controlada por haciendas aristocráticas y religiosas, los Bishamon imitaron la tendencia. Algunos de sus maestros y guías espirituales se retiraron de estas posiciones nobles para poder concentrarse en su avance Dhármico.
El Periodo Heian posterior vio la creación de ejércitos privados por parte de las familias aristocráticas, que habían aumentado su poder. Se creó una nueva clase de guerreros legendarios samurái, que se agruparon en clanes uji y aumentaron su poder y su influencia en la Corte del Emperador. Los Bishamon y otros Kuei-jin más belicosos se movían entre esta clase de samurái, enseñándole algunas magias para controlar sus cuerpos y sus sentidos. Los clanes mortales eran estudiantes ávidos y algunos emplearon estas enseñanzas en su entrenamiento para desarrollar las primeras familias ninja.
A medida que la era Heian progresaba, los Kuei-jin del Dragón Celeste se divorciaron gradualmente de sus primos continentales y se organizaron en uji, igual que sus contrapartidas mortales. Este distanciamiento enfureció a los Catayanos del continente, pero debido al aislamiento geográfico de Japón no podían hacer nada al respecto. Los gaki preferían seguir sus Dharmas en soledad y no estaban interesados en las ambiciones de las Cortes del interior.
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