Tras el declive del periodo Heian, Japón fue gobernado por tres shogunatos sucesivos llamados Kamakura, cada uno con su propio modelo de gobierno militar. Los Kamakura crearon una jerarquía y una cadena de mando que reflejaba la organización de una gran familia japonesa. Se concentraban en el respeto a los ancianos, los contactos cercanos y la ayuda mutua entre todos los miembros. Tras la reestructuración del gobierno mortal de los Kamakura, muchos Kuei-jin japoneses trataron de reafirmar su autoridad sobre la isla. Algunos uji menores crearon sus propias haciendas y centros de poder en los valles y capillas abandonadas por toda la isla. Los Genji llegaron incluso a contactar con otros shen, que no eran Kuei-jin como sus vasallos, para aumentar su educación en las artes mágicas.
El periodo feudal estuco trufado de conflictos y guerras, tanto entre los mortales como entre los shen. A medida que los Nidos de Dragón se agotaban, los uji batallaban entre ellos y los Kuei-jin se enfrentaban a los hengeyokai (especialmente a los Hakken, que tenían sus guaridas en las montañas). Los secuaces de los Reyes Yama, entre ellos las Arañas Trasgo Kumo, recorrían los caminos solitarios y acechaban las capillas durante la noche. Una rama de los cazadores de demonios Shih, entrenados en la senda del budismo Zen, trataba de proteger a la población mortal de los shen y de los samurái opresores. Por último, el periodo vio el influjo de Kuei-jin llegados de China y Corea con la intención de crear feudos en la isla. La guerra nocturna entre las facciones sobrenaturales estalló y se extendió al mundo mortal; no era extraño que un pueblo aislado amaneciera un día como un cementerio desierto.
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