Singapur, cuyo nombre deriva de la palabra malaya que significa "pueblo león", ha sido desde tiempos antiguos un importante centro comercial del Sudeste Asiático. Fue fundada con su actual identidad por Sir Stanford Raffles, un emprendedor inglés que convenció al gobierno de Londres para que ordenara la construcción de un punto de intercambio. Raffles fue vital para alcanzar un acuerdo con los gobernantes de la zona, y transformó rápidamente la punta meridional de Malasia en un puerto internacional. Hasta la Segunda Guerra Mundial, Singapur fue un cruce de caminos del comercio y la diversidad étnica, una especie de Hong Kong de segunda categoría para el comercio tanto legal como ilegal.
Tras el brutal reinado del ejército japonés desde 1941 hasta el final de la guerra (momento en el que los wu invasores convirtieron la noche de la ciudad en una zona prohibida), Singapur se levantó de sus cenizas y se reconstruyó, alcanzando la independencia en 1965. Desde entonces ha intentado capturar el ambiente de sus primeros años.
Para la población inmortal se ha convertido en lo que los comerciantes mortales han deseado durante años, una mezcla de Kuei-jin orientales y unos pocos Kin-jin de occidente que coexisten de un modo similar a como ocurre en Hong Kong... con una importante excepción: Singapur es una ciudad libre que no debe obediencia a ningún país. Oriente y Occidente recorren sus calles con relativa libertad y logran, como mínimo mantener una relación laboral normal.
Los Kuei-jin de Hong Kong observaron el desarrollo de los acontecimientos humanos de Singapur mientras la cesión de 99 años de protectorado británico se acercaba a su fin. Aún temerosos de lo que depare el futuro para los mortales y los shen, pocos Vástagos de Hong Kong han estado hablando de marcharse a Singapur en bloque antes de que la ciudad caiga totalmente en manos chinas. Ni las Cortes Doradas ni los Vástagos de la ciudad quieren que se produzca esta emigración, ya que surgirían numerosos problemas. Sin embargo, a los posibles colonos no parece preocuparles su opinión. Singapur les ofrece una opción perfecta que pueden verse obligados a aceptar.
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