Muralla: 6
Según los sutras más sagrados, el Tíbet vio nacer a la raza Catayana. Los Kuei-jin creen que la montaña sagrada, el Monte Meru, se encontraba en la cordillera del Himalaya. Algunos tradicionalistas devotos aseguran que los arhats de antaño residen en el Tíbet, entre los escombros de la montaña destruida. Estos Kuei-jin enseñan las antiguas leyendas a sus discípulos, perpetuándolas.
Desde su conquista a manos de China, el Tíber ha estado cerrado, incluso a los Kuei-jin. En el país no habita ningún Catayano, y ni las autoridades mortales ni los gobernantes espirituales parecen muy ansiosos por permitir el acceso en un futuro cercano. Los pocos Kuei-jin que se han aventurado a entrar hablan de una fuerza debilitadora que les afecta más gravemente cuanto más se acercan al lugar donde se supone que estaba el Monte Meru. Ningún Kuei-jin ha completado el viaje hasta las ruinas de la montaña sagrada, ya que el dolor es tan fuerte que golpea al Catayano como un hierro rojo. A pesar de todos los intentos y precauciones, los Kuei-jin que entren en el Tíbet sufrirán los efectos de una Fe Verdadera de valor 1; esta "puntuación" se hará más fuerte cuanto más se adentren en el país.
Existen diferentes opiniones al respecto. Algunos creen que su impureza intrínseca les impide viajar hasta el lugar sagrado si no han completado antes el Camino de Vuelta. Otros están convencidos de que un wu malvado manipula el Chi para erigir una barrera alrededor de la región, impidiendo el acceso a cualquier otro Kuei-jin. En cualquier caso, la cuna de los Catayanos sigue, al menos de momento, perdida en las brumas del tiempo.
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