Dejando a un lado a los Capadocio, los Lhiannan y las Lamia, los Vástagos Occidentales no tienen el monopolio de tribus de vampiros "extintos", es decir, aquellos grupos que murieron, fueron absorbidos por Clanes modernos o fueron (y, en el caso de los Salubri, siguen siendo) cazados. La historia de los Kuei-jin también está plagada de Cortes y Dharmas enterrados bajo la Rueda de las Edades. Los Sotogawa No comprenden uno de tales uji. El "cierre" de Japón a los extranjeros durante los albores del siglo XVII dio lugar a la proliferación de Sectas y Dharmas no tradicionales. Construidos sobre los cimientos de credos mortales tales como el sintoísmo, los principios de estas sectas se desviaban considerablemente de aquellos establecidos por el Gran Arhat Xue.
Particularmente, algunos grupos de Kuei-jin de Japón, fascinados por las enseñanzas sintoístas sobre la comunión con los espíritus integraron tales enseñanzas en un nuevo Dharma, llamado el Espíritu de la Tierra Viviente. Los uji de la Tierra Viviente se sumergieron en la reflexión sobre y la comunicación con los espíritus de la tierra. Con el fin de desarrollar más este Dharma, los discípulos y los jina Kuei-jin buscaron la sabiduría y el consejo de varias especies de hengeyokai que habitaban la isla. Esta relación espiritual se convirtió en política, en tanto que los Catayanos hicieron alianzas mutuas con grupos de cambiaformas, incluyendo varias tribus de Hakken y Kitsune (Hombres Lobo y Hombres Zorro japoneses, respectivamente). La difusión del Dharma de la Tierra Viviente irritaba a las Sectas más conservadoras. Los Bishamon, que asumieron el poder después de la expulsión de los extranjeros, se irritaban con la mera presencia de los Kuei-jin de la Tierra Viviente, tanto por sus enseñanzas heréticas como por sus abiertas relaciones con los cambiantes.
Los ancestros de la línea dura apodaron peyorativamente a los seguidores de este Dharma como los Sotogawa No, Catayanos "fuera" del reino de las sendas normales hacia la realización. El uji original de la Tierra Viviente aceptó orgullosamente esta etiqueta como si fuera una medalla de honor, y se cambiaron de nombre en consecuencia. Aunque los Bishamon y los Sotogawa No coexistieron durante más de dos siglos sin ningún incidente serio, ninguna Secta llegó a confiar enteramente en la otra. Los Bishamon miraban con aguda suspicacia la creciente fidelidad entre los Sotogawa No y los hengeyokai, mientras que a éstos les preocupaba la perspectiva de que pudiera estallar una guerra santa entre ellos y los más poderosos Bishamon.
La guerra se desencadenó con la llegada del Comodoro Matthew Perry y una delegación de los Estados Unidos en 1835. En tanto que el shogun Tokugawa se sentía cada vez más atraído por el hechizo de los gaijin, los Bishamon trabajaban frenéticamente para preservar las viejas costumbres y demorar la inevitable "apertura" de Japón. Empezaron por tomar medidas enérgicas contra todas las sectas "independientes", concentrándose específicamente en el uji de los Sotogawa No. Durante los siguientes años, los Bishamon y sus asociados Koga se dedicaron activamente a eliminar a estos "herejes", arrasando sus Nidos de Dragón claves y persiguiendo a sus aliados hengeyokai. Aunque los Bishamon sabían que estaban causando un daño irreparable a largo plazo a las reservas de Chi, justificaron sus acciones como parte de la lucha necesaria para mantener a Japón libre de la heterodoxia dañina.
El resurgimiento de una nueva Casa Genji estancó temporalmente las hostilidades, pero los Genji pro modernistas retomaron poco después los ataques contra los Sotogawa No, aduciendo que sus enseñanzas basadas en el sintoísmo estaban desfasadas en el "nuevo" Japón. Los Incendios fueron los que pusieron el último clavo en el ataúd de los Sotogawa No. Ya debilitados por décadas de persecución y Líneas de Dragón asoladas, la destrucción de los depósitos de Chi bajo Hiroshima y Nagasaki cercenaron las pocas conexiones con la tierra que pudieran quedarle a estos Kuei-jin. Las toxinas psíquicas infectaron rápidamente a los escasos lugares puros que aún compartían los hengeyokai y los Sotogawa No. El puñado de supervivientes de este uji huyeron a los confines más aislados del archipiélago, o dejaron Japón en beneficio de refugios más acogedores en la Costa Pacífica.
Sin embargo, Kuei-jin de los Sotogawa No han empezado recientemente a regresar al Reino Medio nipón. Las poblaciones mortales, atrapados por un creciente malestar espiritual, vuelven los ojos cada vez con mayor frecuencia a los antiguos credos, tales como el Sintoísmo, buscando algún tipo de centro. Los cultos florecen casi a diario en la Quinta Edad, alimentándose de su vacío espiritual. Sistemas de fe híbridos que mezclan doctrinas de fuentes occidentales y orientales intentan proporcionar todas las respuestas para todas las personas. Este poligloto de religiones es lo que anima a los Sotogawa No expatriados a regresar a Japón y contactar con sus antiguos aliados con la esperanza de recuperar sus antiguos refugios.
La precaución sigue siendo la máxima de los Kuei-jin de este uji. Los antiguos aliados desaparecen o cambian de alineación con el propósito de la autoconservación; los santuarios y escondites de confianza se desvanecen o están ocupados por enemigos. Los Catayanos del Sotogawa No a menudo se encuentran solos en la isla, una posición peligrosa considerada desde cualquier punto de vista. Cualquier medida de seguridad es difícil de pasar, y los Sotogawa No llegan a términos extremos para mantener a sus enemigos a raya. Algunos de estos Kuei-jin se convierten voluntariamente en heimin, sirviéndose de su libertad de movimiento para buscar viejos asociados y nuevos aliados. Otros se establecen entre las poblaciones mortales como "líderes de culto" en lugares remotos, esperando que su localización apartada y la relativa inocuidad de sus "religiones" basten para no atraer el interés de la Fuerza de Ataque Zero.
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