No todas las almas que escapan del Yomi tienen
la capacidad de regresar a sus propios
cuerpos. Despedazadas por los vientos del
Infierno, algunas almas descubren que no
pueden aferrarse al mundo físico. Estos
fantasmas errantes deben regresar a cuerpos
que no son los suyos para desempeñar sus
papeles entre los mortales.
Los Yulan-jin son Kuei-jin que
saltan de un cuerpo a otro. Debido a la falta
de fortaleza espiritual o a las vicisitudes del
Infierno, los Yulan-jin se encuentran en un
ciclo constante de muerte y renacimiento.
Cuando uno de estos seres “muere” (o
“sigue su camino”), su alma sale para
encontrar un nuevo anfitrión. El antiguo
cuerpo, corrompido por el residuo del alma
ausente del Yulan-jin, no es apto un uso
posterior. Estos seres no tienen un control
real sobre la elección del nuevo cuerpo; de
hecho, algunas leyendas les atribuyen a los
Yulan-jin la desconcertante posibilidad de introducirse en los cuerpos de
gaijin. El
P'o, enfurecido y ansioso por encontrar
un “hogar”, se limita a apoderarse de
un cadáver adecuado, y así, el Yulan-jin se desliza una vez más hacia
la animación.
La
personalidad, la memoria y la
identidad pasan a la nueva
forma junto con el espíritu, pero
el
Alma-Que-Salta encuentra a menudo
que sus recuerdos son confusos y
fragmentarios. Los viejos amigos y aliados
pueden estar a muchos cientos de
kilómetros, y las pertenencias del
mundo material no viajan con el
espíritu cuando este reclama un nuevo
cuerpo; así, cada nueva vida requiere que
el Yulan-jin empiece de cero.
Pocos Yulan-jin se alzan sobre los
peligros inherentes a su condición para
cumplir con sus senderos Dhármicos.
De hecho, después de experimentar
múltiples no vidas, sus memorias se
vuelven borrosas y sus personalidades
se pierden en las mareas del tiempo.
Sólo a través del esfuerzo más
extraordinario pueden recordar
quiénes son y qué están haciendo;
para la mayoría de estos seres,
la no vida es una eternidad
saltando de un papel a otro sin
conocimiento de causa ni esperanza de
salvación.
0 comentarios:
Publicar un comentario