La Vida del Príncipe Siddhartha

Habiendo apenas abandonado el vientre de Maya, el infante se alzó sobre sus propias piernas regordetas y observó el soto arbolado de su lugar de nacimiento con ojos claros y sapientes. Las asistentes de Maya, que habían permanecido demasiado ocupadas debido a la actividad en los momentos previos, cayeron en un asombrado y reverente silencio, como si sobre ellas hubiera pasado una enorme y etérea ola. Entonces, el recién nacido avanzó recto siete pasos sin un solo tropiezo. Cuando hubo dado el séptimo, plantó firmemente sus pies en la suave tierra y pronunció en una voz, que aún infantil, era clara y alta. "Que se sepa que esta rencarnación es la última para mí. En esta vida estoy destinado a llegar al Nirvana".

El infante fue llamado Siddhartha, que es el vocablo sánscrito para "Aquél que ha alcanzado su destino". Durante su infancia, su padre (el rey) le aisló de las tristezas y el sufrimiento de la vida ordinaria. Durante sus años de formación sólo le rodearon las cosas más agradables y alegres. Sin embargo, cuando ya se había convertido en un hombre joven, salió fuera de las puertas reales en una serie de paseos en carroza. Mientras estaba en estas excursiones se vio expuesto a los dolores de la vejez cuando vio a un anciano decrépito, a la enfermedad cuando observó a un hombre doliente, a la muerte cuando estuvo ante un cadáver y, finalmente, al sufrimiento de los trabajadores cuando fue testigo de cómo los campesinos araban los campos. Incluso fue golpeado por la tristeza ante la visión de los bueyes de los labradores cuando tiraban y ante el pensamiento de los gusanos e insectos que eran aniquilados bajo la hoja del arado.

Tras mucha meditación, y contra los deseos de su padre, Siddhartha decidió dejar atrás las riquezas y esplendores de su vida y convertirse en mendigo. Estudió bajo la tutela de dos hombres sabios y pronto alcanzó los niveles que éstos tenían en sus sendas de iluminación. Pero esto no le acercó a su destino. Entonces, abandonó esas sendas y se convirtió en asceta. Practicó deteniendo su respiración y privándose de comida periódicamente durante cinco años pero, nuevamente, se dio cuenta de que no estaba más cerca de la iluminación. En un resplandor de penetración, recordó un tiempo en su niñez cuando había estado en perfecta tranquilidad bajo la sombra de un árbol y entró en un estado de desapasionado equilibrio, y así se introdujo rápidamente en su primer trance. El mendigo (ahora conocido como Gautama) se percató de que las sendas radicales nunca conducen a la paz. Ante esta revelación dio el primer paso en el Camino Medio (también llamada Senda Media) que le condujo rápidamente a su destino. Es un Camino que, esencialmente, rechaza tanto la indulgencia sensual como la abstención total del cuerpo, y centra su atención en un "feliz punto medio" como mejor manera para alcanzar el debido estado mental para la iluminación.

En la noche en que Gautama alcanzó el Nirvana se sentó bajo un árbol bodhi (un árbol donde suele recibirse a la iluminación) y decidió no levantarse hasta que se hubiera iluminado. Durante el transcurso de la noche, Maya la Malvada intentó evitar que alcanzara su meta enviándole demonios y bellas mujeres y, finalmente, intimidando a Gautama mismo. Nada funcionó y pronto el mendigo tuvo una serie de revelaciones que le condujeron al Nirvana. Estipuló las Cuatro Verdades Sagradas, las Veinte Condiciones Previas, bosquejó e Sagrado Camino Óctuple y obtuvo seis "supraconocimientos": poderes místicos; levitación (caminar sobre las aguas), el oído divino (la capacidad para escuchar voces del cielo, y muchos otros sonidos cerca o lejos), la capacidad de leer las mentes de la gente, de recordar sus encarnaciones pasadas, el ojo divino (como el oído divino, pero con el sentido de la vista) y la extinción del deseo y la ignorancia.

Después de alcanzar el Nirvana, el nuevo buda permaneció en la tierra para enseñar el Camino Medio a otros y posteriormente, ascendió al Cielo, donde se unió a los rangos de los otros seres iluminados.