Un hindú mortal que renace como Kuei-jin se enfrenta a una revelación inquietante: ha sido retirado del Gran Ciclo y está maldecido a vivir en su cuerpo mortal en una existencia miserable y degradada. Pero pronto, el Catayano novato recuerda los principios básicos de su religión: que la vida es una ilusión y que cada vida, o no vida, es una lección que aprender. Un Kuei-jin que fue hindú en su vida mortal tiende a aceptar su no vida como una revelación. La realidad no es definitiva porque es ilusoria. Lo que una persona sabe en una vida no es necesariamente cierto en la siguiente. Esta comprensión suele inspirar a los Kuei-jin hindúes a seguir su camino Dhármico con gran celo. Revelaciones como ésta son la razón por la que muchos Kuei-jin no hindúes a menudo acuden a esta religión y la utilizan como punto de partida para sus Dharmas.
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