Convencidos de lo destructivo que es ese uso tan descortés del Chi, los Kuei-jin persiguen a los ignorantes Kin-jin y los exilian del Reino Medio, si estos tienen la suerte de sobrevivir al encuentro.
Kin-jin en Asia
La maldita prole de Caín no entiende de límites. Reacios a quedarse en sus propias tierras, contaminan el Reino Medio con sus prácticas discordantes. De temperamentos y capacidades diversos, todos ellos comparten los rasgos comunes de grosería y falta de iluminación. Su sola presencia perturba el Chi de las tierras, y muchos Kuei-jin creen que la presencia de los Kin-jin sólo sirve para acelerar la llegada de la Sexta Era. Los Kin-jin no son odiados sólo por cierta antipatía cultural. Más bien, su propia sangre (el medio por el cual sobreviven y prosperan) es una afrenta para los Catayanos. Cuando un Kin-jin invoca su sangre, ésta crea ondas y desgarros malsanos en el flujo de energía Chi a su alrededor. Esta perturbación puede ser sentida por cualquier Kuei-jin que esté a la vista, y es particularmente visible para aquellos con conocimiento de las Artes Chi.
Convencidos de lo destructivo que es ese uso tan descortés del Chi, los Kuei-jin persiguen a los ignorantes Kin-jin y los exilian del Reino Medio, si estos tienen la suerte de sobrevivir al encuentro.
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Convencidos de lo destructivo que es ese uso tan descortés del Chi, los Kuei-jin persiguen a los ignorantes Kin-jin y los exilian del Reino Medio, si estos tienen la suerte de sobrevivir al encuentro.
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