Kin-jin en China

Los Kin-jin de China, que son quizás el bastión más impenetrable de la cultura Catayana, son pocos y están perseguidos. Tanto la Camarilla como el Sabbat darían cualquier cosa por hacerse un hueco en las cortes chinas, pero ni la diplomacia ni la fuerza han tenido éxito hasta ahora, lo que ha dejado a ambas sectas sin saber nada.

Inmersos en antiguas tradiciones, los Kuei-jin de China son, quizás, los más odiosos para los Kin-jin. Los Cainitas del continente pueden esperar una hostilidad inmediata una vez que sean descubiertos. Con la red de guardianes espirituales y espías empleados por los antepasados ​​de las cortes, hay pocas posibilidades de evadir la atención. Por tanto, los Kin-jin realmente sólo tienen una opción para sobrevivir en China: esconderse. Llamar la atención es invariablemente fatal, ya que los mandarines conservadores trabajan para eliminar a los "profanadores de Chi". Sólo permaneciendo en el campo, lejos de cualquier otro contacto vampírico, un Kin-jin puede tener la esperanza de pasar desapercibido.

Política y económicamente, China sigue siendo una pesadilla para muchos Vástagos. El inminente gobierno socialista estatal restringe fuertemente la libre empresa y el comercio. Las herramientas habituales de las finanzas están limitadas o prohibidas en China, por lo que los Vástagos influyentes no pueden utilizar algunas de sus mejores armas. La hostilidad política de China, frente a gran parte del mundo democrático, socava aún más los intentos de extender su influencia. Los Kin-jin estarían encantados de cortarse el cuello unos a otros para tener acceso a los millones de personas y las economías asociadas de China, pero por ahora, los Vástagos no tienen forma de tomarlos.

Más recientemente, el clan Tremere ha mostrado un renovado interés en el sudeste de China. Aquí, envían neonato tras neonato, tras los rumores desenterrados de su reciente purga de los antitribu del clan. Dado que los Tremere, como es habitual, no son francos con sus planes, los vampiros de la Camarilla generalmente asumen que algún tipo de secreto místico acecha dentro del pequeño país, algo que impulsa a los Tremere a gastar a sus mejores y más brillantes en su búsqueda. Los ancianos en los salones del Elíseo murmuran imprecaciones sobre el camino de Saulot en el este y de sus hijos... pero no saben nada más.