Kuei-jin en Oriente Medio

Egipto, Arabia Saudita, Turquía... son tierras con historias antiguas y secretos enterrados. Las sociedades de vampiros en estas tierras son tan antiguas como las enseñanzas de Xue. No es de extrañar, entonces, que los Kuei-jin anden con la mayor cautela en estas tierras.

Los cismas religiosos y el terrorismo hacen que Oriente Medio sea un territorio peligroso en general, y especialmente para extranjeros como los Kuei-jin. Los numerosos lugares sagrados de la región significan poco para la mayoría de los Kuei-jin, que rara vez tuvieron alguna afiliación con el judaísmo, el cristianismo o el islam en vida, y aún más raramente mantienen tales inclinaciones en la muerte. No hay mucho que ganar involucrándose en las guerras entre Irak, Irán, Palestina, Sudán, Jordania, etc.

Hogar de los Assamitas y los Seguidores de Set, los dominios de Oriente Medio son demasiado insulares y peligrosos incluso para los Kuei-jin. Ambos clanes de Kin-jin mantienen estrechos vínculos internos que hacen que la infiltración sea casi imposible, debido al duro régimen y entrenamiento en el primer caso, y al culto religioso en el segundo. Sin ningún beneficio útil, un Kuei-jin sólo tiene unas pocas razones potenciales para involucrarse en la zona. Los cruzados y los akuma son los Kuei-jin individuales más comunes en Oriente Medio; los guerreros que buscan destruir a los Kin-jin antes de la Sexta Edad ven un desafío consumado en el clan de los asesinos, mientras que los adoradores de demonios traen sus cultos con ellos para unirse a las congregaciones de los adoradores de Set. Ninguno de los dos grupos tiene mucho éxito.

Afortunadamente para los Kuei-jin, la sangre Catayana es inútil para los Assamitas. Desafortunadamente, los miembros del clan no temen a los Kuei-jin y tienen poderes lo suficientemente potentes como para causar un gran daño. Como resultado, cada vez más cortes (especialmente en áreas vecinas como la India) están explorando la posibilidad de espiar a los Assamitas con el objetivo de conocer las fortalezas del enemigo antes de que comience la inevitable guerra. Por su parte, los Assamitas consideran a los Kuei-jin fuera de su santa cruzada contra los hijos de Caín, pero eso no les impide exterminar a los ocasionales koa intrusos.

Sólo las grandes ciudades acogen a los Kuei-jin en Oriente Medio; ser extranjero, y además extraño, es un billete seguro a los problemas en las zonas rurales menos cosmopolitas. Bagdad, Beirut, Riad e incluso (para los extremadamente valientes o tontos) La Meca tienen una atmósfera lo suficientemente moderna como para permitir que un Kuei-jin se integre hasta cierto punto. Sin embargo, más allá de Gaza, los Kuei-jin no tienen suerte: los Setitas, con su influencia casi completa en Egipto, son demasiado hábiles para descubrir a los Catayanos en sus ciudades. Dado que en este momento, los Setitas no tienen nada que los Kuei-jin quieran, Egipto permanece relativamente intacto.

Cuando los Catayanos sienten que deben subvertir una zona en particular, la religión se convierte en el arma clave. La religión es la que determina en gran medida el control que ejercen tanto los Assamitas como los Setitas entre los grupos mortales. Dado que no es demasiado difícil desacreditar a un adorador de serpientes bebedor de sangre o a un asesino entre los musulmanes fundamentalistas, los Kuei-jin no se molestan en enfrentarse cara a cara: simplemente informan a la población local del hereje silencioso que hay entre ellos y observan la conflagración resultante. Por supuesto, como extranjero, el Kuei-jin debe tener cuidado de no llamar la atención sobre sí mismo, pero unas pocas palabras oportunas, combinadas con un uso juicioso de las Artes del Alma, pueden influir en suficientes fanáticos como para crear una turba.