Religión

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Salvación de algunos y condena de otros, la religión es un hecho ineludible en Asia, donde no hay lugar para iglesias vacías y creencias moribundas. La gente no duda en volverse hacia Dios, el misticismo, los sacerdotes y los hombres sagrados, aceptando el papel que la fe, el destino, la magia y los espíritus juegan en la vida diaria. Incluso entre la clase media con educación de tipo más occidentalizado, la fe se mantiene fuerte. Desconectados de su destino natural, los nuevos ricos se vuelven hacia las religiones de sus padres en busca de algo que preste a sus vidas seguridad y una intención. Asia tampoco carece de grandes tradiciones religiosas; hinduismo, budismo, islamismo, taoísmo, confucionismo, sintoísmo, cientos de sectas animistas y las combinaciones de todas ellas pueblan el continente.

El fin de este apartado no es proporcionar un resumen de las diferentes creencias religiosas, eso ya lo puedes encontrar aquí, sino examinar la forma en la que la fe se encuentra con la vida diaria. En este aspecto, las creencias exactas son menos importantes que le modo en el que una religión apoya, o debilita, la estructura tradicional de una sociedad. La religión es un ente intrínsecamente social y ha sido siempre utilizado para justificar a aquellos que están en el poder. Sin embargo, con la imitación de las formas políticas occidentales como parte de la modernización, las religiones asiáticas perdieron repentinamente su pronunciada conexión con el estado. En muchos casos se convirtieron en cánones abiertos que atraían a los desilusionados por el proceso de modernización.

Más allá del simbolismo y el movimiento ritualista, el extremismo es hoy día la más clara e influyente expresión religiosa en Asia. La gran mayoría de los asiáticos, incluso aquellas pobres almas de las calles, escogen la fe como la única guía a sus plegarias, mostrándole los ritos y tabúes adecuados y encauzando su esperanza hacia una vida mejor después de la muerte. No obstante, para una notable minoría la fe llega a ser una excusa para buscar, mediante la violencia, una recompensa aquí en la Tierra. Hay muchas facetas de este fanatismo; desde las organizaciones militares taoístas de ultra derecha en Japón (que buscan devolver al emperador a su estatus como Dios-Rey), los radicales musulmanes de Asia del Sureste (con su lucha por forjar estados islámicos en Filipinas, Indonesia, Malasia y Tailandia), los extremistas budistas singaleses de Sri Lanka (que propugnan el genocidio de la minoría hindú Tamil) y los propios extremistas hindúes Tamil (que luchan por la existencia de un estado Tamil).

Los pobres son los más susceptibles a los incentivos de los extremismos religiosos. La gente extremadamente pobre tiene poco que perder y suele confiar en organizaciones religiosas para tareas de educación y ayuda en épocas de necesidad. El extremismo es muy difícil de evitar incluso para aquellos que no están directamente envueltos en él. Después de todo, pocas personas desean ver lo que han destruido en nombre de aquellos que buscan castigar a los que no son lo suficientemente fieles. Las minorías religiosas que corren riesgo de violencia en la calle son las más propensas a responder con actitudes extremistas.

Muchos extremistas religiosos toman parte en actividades delictivas que financian su buena causa, a pesar de su fachada moralista. No es insólito verles vender drogas o armas, o tomar parte en chantajes y secuestros. Un buen ejemplo de este comportamiento son los extremismos islámicos de Asia del Sur, que desde sus bases en Afganistán y Pakistán del norte han llegado a ser grandes productores de hachís y heroína. A pesar de sus alegatos de que las drogas son para vender únicamente al decadente occidente, los problemas de abuso de las mismas están empezando a afectarles seriamente a las propias sociedades extremistas. Los elementos extremistas echan entonces la culpa de estos problemas a un comportamiento falto de moral, y los usan como excusa para una posterior campaña contra aquellos que se resisten a su mandato fundamentalista.

No todos los que se vuelcan hacia la religión buscan soluciones violentas; muchos simplemente utilizan su fe para esconderse de los cambios invasores que están redefiniendo su modo de vida. Llamados a veces tradicionalistas, ortodoxos o iconoclastas, piden la vuelta a las viejas formas de moral y a las estrictas interpretaciones de los estándares sociales. Sus solicitudes se oponen casi siempre a las auténticas necesidades de la sociedad, pero son influyentes y sugieren creencias culturales sólidas y profundamente arraigadas. El activismo religioso tiene por supuesto también su lado positivo. Muchos sacerdotes católicos murieron o fueron encarcelados combatiendo el régimen de Marcos en Filipinas y lo mismo ocurrió en Indonesia, en Timor Oriental, por ejemplo. Asimismo, intelectuales islámicos y sacerdotes budistas son a menudo la vanguardia de movimientos de resistencia a dictadores y dominantes señores del crimen. Desde programas de rehabilitación para drogadictos, a suministros de educación y sanidad, la fe es también en Asia un heraldo de esperanza en las oscuras calles.

El Demonio Más Piadoso

Los Kuei-jin se distinguen por su manipulación de la religión y más especialmente los antiguos, con su larga experiencia jugando con la superstición humana y su profundo conocimiento del mundo oculto. Un templo de culto sustituye una excusa excelente para asegurarse el control sobre ricos recursos de Chi, y también para recoger otros importantes beneficios en recursos humanos y riqueza mortal. Dado que los Kuei-jin forman parte aceptada de la espiritualidad asiática, siempre dejando a un lado religiones importadas como el Islam y el Cristianismo, no tienen muy complicado engañar a los mortales haciéndoles creer que los Diez Mil Demonios son legítimos intérpretes del mandato del Cielo, los ancestros familiares, o cualquier otra autoridad espiritual elegida que pueda encajar en los propósitos de los Kuei-jin en cada ocasión. El hecho de que los cultos religiosos orientales hayan resultado populares en occidente tampoco ha pasado inadvertido; algunos de los cultos que están extendiendo sus operaciones en Europa y la Costa Oeste de América son en realidad Pantallas Escarlata de diversas cortes. Estos cultos son discretas retaguardias, listas para tomar la iniciativa en caso de que fracase la atrevida trama del Gran Salto al Extranjero.

La religión queda como uno de los pocos medios mediante los cuales los mandarines pueden actuar sobre las calles de forma directa y de un modo que comprenden completamente. Además, es una ventaja añadida el hecho de que muchos Monos Corredores sean desplazados en sus religiones tradicionales y muestren una escasa comprensión de los útiles que pueden ser las congregaciones de fieles. La insidiosa influencia de los Kuei-jin ha empujado a algunos grupos religiosos hacia mercados que de otro modo podrían haber evitado, como también a la distorsión de organizaciones religiosas otrora inofensivas, que han sido transformadas en cultos peligrosos involucrados en activades inmorales. Pero estas perversiones deben mantenerse cuidadosamente ocultas. Algunos antiguos especialmente negligentes han descubierto que la burocracia mortal está percatándose de la existencia de tales grupos, y las campañas ofensivas están complicando la actividad criminal desarrollada por estos grupos religiosos.

Las creencias religiosas tienen otros inconvenientes para los Diez Mil Demonios, especialmente con la presencia de cazadores de demonios Shih tratando de imponer el equilibrio del Cielo. Incluso los mortales normales y corrientes, preocupados por sus religiones, pueden constituir un problema, claro que los antiguos son expertos en redirigir a tales individuos hacia las menos sutiles actividades de los Monos Corredores. Las religiones no asiáticas, el Islam y el Cristianismo, son un problema mayor debido a que sus fieles no aceptan la "legitimidad" del mandato de los Kuei-jin bajo el Cielo. Es posible que un sacerdote sintoísta o un brahmán hindú pueda dejar al descubierto a un Kuei-jin, pero opte por no hacer nada al respecto siempre que sus acciones se encuentren dentro de los límites aceptables del lugar que ocupan los Diez Mil Demonios en la jerarquía celestial. En ocasiones pueden formarse abiertamente alianzas entre seguidores mortales de algunas creencias asiáticas y ciertos Kuei-jin, o incluso wu.

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