Una vez una parte ha ganado, los vencedores regresan a la corte para anunciar el final de la guerra. Llegado a este punto, el ancestro establece la fecha de la ceremonia final de la Guerra de Medianoche, la Alabaza a los Cielos, en la medianoche de la próxima luna llena. Los wu y Kuei-jin de la corte a menudo pasan las noches entre la declaración de victoria y la Alabanza a los Cielos valorando la nueva situación política y tratando de asegurarse de que los vencedores no les guardarán ningún rencor.
Durante la Alabanza a los Cielos, los antiguos del wu victorioso pronuncian un discurso proclamando su conquista y dando gracias a los Cielos por haber visto la justicia de su causa. Señalan los crímenes de su enemigo, recapitulándolos si fuesen quienes al principio hicieron la Llamada a los Cielos. Si fuesen los beigao, exponen su perspectiva del caso, asignando a los yangao el papel de villanos. Este discurso incluye a menudo los sucesos de la guerra, echando la culpa de las peores acciones sobre las cabezas de los entonces destruidos enemigos y hablando de los vencedores y de su honor en los más entusiastas términos.
Tras el discurso, la parte triunfadora entrega presentes a la corte y a cualesquiera otros que vean adecuado agraciar. A su vez, la corte y las otras facciones dentro de ella ofrecen regalos de felicitación a los vencedores. De acuerdo con la tradición, estos regalos rinden homenaje al coraje y sabiduría de los vencedores. En realidad, generalmente se entregan en agradecimiento a quienes ayudaron a los vencedores, o como símbolos de perdón y apaciguamiento a quienquiera que haya obrado contra ellos. En la Tercera y Cuarta Edad, había un código para los regalos ofrecidos en la Alabanza a los Cielos, con ciertos presentes, tales como poesía original, que expresaban admiración, en tanto otros, como armaduras, sugerían que el triunfo fue cuestión de suerte más que de honor o habilidad. Esta costumbre ha caído en desuso casi por completo, pues demasiadas guerras eran iniciadas por aquellos que eran insultados a través de sus regalos, y tras los horrores de una Guerra de Medianoche, lo último que la mayoría de las cortes desean son nuevas hostilidades entre los vencedores y los amigos del vencido.
Una vez se intercambian los regalos, la corte celebra el final de la guerra con viandas exquisitas, composición de poesía y, entre los Genji, karaoke. Justo antes del alba, los Kuei-jin regresan a casa a descansar en una tierra libre de la Guerra de Medianoche, y con el siguiente anochecer, son enviados emisarios a todos los que fueron informados del comienzo de la guerra para hacerles saber que ya ha terminado.
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