-Anuman Chah, Los Tres Libros de Sangre
La guerra psicológica se ha practicado casi desde que empezó a existir el instinto de supervivencia. La habilidad de parecer más temible, haciendo creer a los propios guerreros que los Cielos están de su lado y alentando la deserción y la traición dentro las filas del enemigo, ha sido apreciada por los generales a lo largo de los siglos. Es una parte esencial de la Guerra de Medianoche igualmente. La Guerra en los Corazones de Guerreros y Granjeros, tal como la explica Sun Li, se centra en hacer que uno parezca poderoso, justo e inescrutable a los ojos de todos.
Muchos Kuei-jin, los Dragones Tundidores y los Tigres Diablo en particular, se concentran en forjar su reputación hasta el punto en que otros temen atacar. Las Grullas Resplandecientes y los Seguidores de la Canción de la Sombra se espera que demuestren una elevada moralidad y un refinado entendimiento del Gran Principio. Aquellos que siguen el Camino de los Mil Susurros son maestros de la escrutabilidad. Al menos, eso es lo que comúnmente se cree. De hecho, resulta habitual que una Sombra inspire terror en todos los que la conocen y que una Grulla Resplandeciente esa tan respetuosa que nadie pueda sondear sus procedimientos. No es difícil que un Catayano consiga una, o incluso dos de estas reputaciones, mas ser capaz de demostrar las tres virtudes es una tera desalentadora incluso en circunstancias normales. Bajo el peso de una guerra, resulta aún más difícil, pero en tales ocasiones los auténticos héroes se sobreponen y se construyen famas legendarias. El temor es la clave de muchas batallas. Puesto que el temor se encuentra en la mente del enemigo, es importante comprender al enemigo y lo que éste teme. Si un enemigo está tratando de forjar una alianza con otro wu, un general puede enviar un mensajero a ese wu con la cabeza del último aliado del enemigo, si ello intimida al wu. Contra un wu distinto el general tal vez haga mejor en efectuar una cortés visita a sus potenciales enemigos, no mostrando el menor temor ante la posibilidad de que se unan al otro bando. Mucha gente encuentra a un enemigo tranquilo más terrorífico que uno enfurecido.
Las fuerzas civiles del enemigo pueden ser intimidadas por lo general con simples amenazas o con violencia, pero sus soldados puede que requieran medidas más extremas, tales como el conocimiento de que sus familias sufrirán o que sus almas alimentarán a los fantasmas cuando sean abatidos. Desarrollar el temor en el general del enemigo es la más ardua y gratificante aplicación del terror. No hay reglas establecidas para provocar este temor, no obstante. Un general debe estudiar y entender a su enemigo. Debe descubrir qué es lo que le asusta (desprestigio, dolor físico, encierro); cada Kuei-jin tiene sus propios horrores. Entonces ha de convencerlo de que entra dentro de su poder para producir con facilidad esa situación temida. Debe hacerle parecer estúpido si teme el desprestigio. Debe usar armas que causen más dolor que daño si teme el dolor. Debe cogerlo en una trampa y limitar sus movimientos si teme el encierro. Tema lo que tema, debes proporcionárselo. El tremor es una versátil herramienta. En ciertos casos, tales como cuando es importante suscitar la frustración del enemigo, es mejor asustar a los soldados de a pie del enemigo en lugar de a sus generales. En otros casos, es conveniente hacer que el general parezca cobarde ante sus tropas. Finalmente, para que los vecinos neutrales de un general no empiecen a temerlo, y alinearse con sus enemigos, ha de probar que su ira se dirige sólo hacia sus enemigos. Ha de demostrar virtud.
Un general nunca debería permitir que parezca que amenaza al Reino Medio en conjunto. Para los Kuei-jin, esto quiere decir que un general debe observar visiblemente el Gran Principio. Un general nunca debería dudar en mostrar a su enemigo como una bestia que derribaría la civilización Kuei-jin. Al mismo tiempo ha de presentar a su bando como arquetipo del Camino Quíntuple. El general debe asegurar a aquellos que no están envueltos en el conflicto que no sólo cuidará de que sus tropas no les causen daño, sino que los protegerá de sus enemigos cuando se vuelvan (no si se vuelven) lo bastante desesperados para atacar incluso a no combatientes. Un general debería estar preparado para explicar todas sus acciones a la corte, demostrando expresamente de qué manera eran demandadas por los Mandatos del Cielo. Huelga decirlo, un general que demuestre destreza en la Urdimbre del Infierno u otras Artes Demoníacas tendrá problemas para convencer a los demás de su virtud. Un general ha de ser asimismo discreto en cuanto a su virtud. No debe ser tan virtuoso como para ganarse un enemigo al desprestigiar al otro inadvertidamente. Ni debe alarmar a la corte haciéndola saber que la considera venal y corrupta... el siguiente objetivo de su guerra santa. Ha de asegurarse de que sólo aquellos que podrían ser sus enemigos lo teman.
Asimismo es importante que las tropas de un general tengan fe en la justicia de su causa. Todo soldado, incluso un mercenario, quiere pensar en sí mismo como el héroe. El general ha de convencer a sus soldados de que éste es el caso, puesto que es menos probable que los héroes se vuelvan traidores o huyan al enfrentarse a una desventaja abrumadora que los simples reclutas. Si está librando una guerra en nombre del Cielo, por el honor de los ancestros o para expulsar a los demonios extranjeros que saqueaban su tierra, resulta mucho más fácil adoptar el papel de héroe que si lucha sólo para hacerse de forma rápida con unos dólares hongkoneses. Con la corte pacificada y las tropas dispuestas para luchar hasta la muerte, el general debe cerciorarse de que el enemigo no sólo lo teme sino que es incapaz de desentrañar sus propósitos y estrategias. Debe ocultar sus temores de forma que los enemigos no puedan usarlos contra él. Debe también ocultar sus objetivos para que el enemigo no pueda impedírselos. Un general puede desencadenar un ataque total para hacerse con algún territorio u objeto sin uso evidente, sólo a fin de hacer creer al enemigo que se ha equivocado en alguna parte importante de su táctica. En otros casos puede hacer que sus tropas adopten armas extrañas o atuendos ceremoniales con el único propósito de sembrar confusión.
La clave de tales maniobras reside en que el general evite que el enemigo comprenda sus estrategias, induciéndole así a cometer errores basados en una interpretación errada. Tal confusión puede ser una espada de doble filo, empero, pues puede trastornar e indisponer tanto a aliados como a enemigos. Un general ha de ser cuidadoso para no descuidar sus auténticos objetivos con las sutilezas de sus estratagemas. Los generales de palabra elocuente y que pueden tratar fácilmente con otros disponen de un poder que puede usarse de muchas formas. Su elocuencia puede alentar un resurgimiento de devoción religiosa, trayendo alegría a espíritus y ancestros. Puede hacer que guerreros flojamente atados deserten y que armeros disconformes saboteen el armamento. Puede forjar alianzas con otros shen, granjeándose hábiles espías y guerreros con grandes poderes sobrenaturales. Puede convencer al guardián del Nido de Dragón para que limite el acceso al enemigo. Puede disminuir la reputación de los soldados del enemigo, incitando a los bandidos locales a atacarlos. Puede provocar un levantamiento que las fuerzas del enemigo tengan que sofocar. Un Kuei-jin verdaderamente carismático puede incluso construir ejércitos de fanáticos religiosamente motivados que lucharán y morirán por él. Los corazones de guerreros y granjeros son una fuerza poderosa para un general que conozca cómo dirigirlos.
Los Kuei-jin acostumbrados a los juegos de la corte a menudo encuentran la alteración de amistades y el esculpir opiniones sencillo y placentero, otorgando a la guerra la elegancia de una amigable partida de ajedrez. Tal postura puede ser peligrosa a veces, no obstante; un Kuei-jin que se halla demasiado a gusto en tiempo de guerra podría recibir un recordatorio ciertamente desagradable en cuanto a la verdadera naturaleza de su ocupación. Incluso el Catayano más poderoso puede caer víctima de la violencia o la hechicería si pierde demasiado tiempo en habladurías y poco en vigilar su espada.
Sun Li Habla Sobre la Guerra en los Corazones de Guerreros y Granjeros
Debes parecer poderoso apra que tus enemigos sean superados por el miedo y cometan errores, de forma que los aliados y seguidores de tus enemigos deseen huir, rendirse o tornarse traidores, y de forma que tus aliados y seguidores se sientan más seguros de tu lado que con tus enemigos.
Debes parecer justo de manera que tus vecinos confíen en ti por encima de tus enemigos, de manera que tus ejércitos sientan que la voluntad de la justicia está de su lado y de manera que aquellos que obren contra ti sientan vergüenza por sus acciones.
Debes parecer inescrutable de forma que tus enemigos no sepan dónde residen tus poderes y tus debilidades y de forma que tus siervos no te mientan en un intento por ganar tu favor ni actúen sin tu permiso.
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