Cuando el wu o lianfang ofendido considera que el momento es propicio (o cuando ha acumulado bastantes armas para creer que saldrá vencedor) envía una carta al ancestro de la corte manifestando formalmente su intención de declarar una Guerra de Medianoche en la próxima luna nueva. La carta no incluye más detalles, más, si los agresores han estado buscando aliados o sondeando el parecer de los Kuei-jin de la corte, el ancestro casi con seguridad ya será consciente de sus planes. Aunque no es necesario (sólo el ancestro de la corte ha de ser testigo) el wu a menudo invita a antiguos de otras casas, incluso a la facción del enemigo, para que presencien la Llamada, en un esfuerzo por explicar su posición y suscitar tanta admiración o simpatía como se pueda. Tales invitaciones son rigurosamente informales. Se ofrecen de palabra en vez de por escrito, pues una invitación escrita podría posiblemente ser vista como un desafío a la posición del ancestro.
Cuando el ritual es oficiado debidamente, el yangao agresor envía a tres de sus más estimados miembros para hablar con el ancestro de la corte y Llamar a los Cielos. Esta ceremonia sirve para advertir a los espíritus así como a los Kuei-jin que una guerra está a punto de estallar. La tradición exige que uno de los embajadores represente el norte y hable en favor de la justicia. Otro representa al sur y habla en favor de la guerra. El tercero se sitúa en el centro y habla en favor del Gran Principio. Los otros miembros de la casa pueden acudir también a la corte, pero son los tres antiguos únicamente quienes Llaman a los Cielos. En los casos en que quieres declaran la guerra no dispongan de tres embajadores apropiados, Catayanos inferiores o en menor número pueden Llamar a los Cielos, pero hacerlo así se considera muy poco propicio (sin tener en cuenta el hecho de que un yangao sin suficiente fuerza para Llamar a los Cielos debidamente es muy probable que tampoco tenga bastante fuerza para librar la batalla debidamente).
En las Cortes Doradas, se considera más conveniente que los antiguos representen al este y al oeste en vez de al norte y al sur. Las razones para ello se han perdido con las Edades, pero los eruditos del Quincunx creen que puede que se trata de simbolizar sencillamente el recorrido de los cuerpos celestes a través de los cielos, dando a entender que la guerra en cuestión se ajustaba al orden de las Diez Mil Cosas. Otra teoría afirma que las diferentes direcciones representan el tránsito desde el nacimiento (el este) a la muerte (el oeste) que tantos de los soldados en las guerras emprenderán. Con independencia del origen de este aspecto de la etiqueta, hay otro elemento que caracteriza a la no vida en las tierras de las penangallan. Los antiguos del wu aportan sus cargos al ancestro de la corte, pronunciándolos a medianoche y declarando que con la siguiente luna nueva, estarán en guerra con aquellos que les han ofendido. Emplean su discurso para enumerar las maldades cometidas por su enemigo, el daño que su enemigo ha hecho a los otros shen e incluso al mismo Reino Medio. Semejante declamación puede llevar horas en tanto los antiguos refieren las contravenciones a cada uno de los senderos del Camino Quíntuple, condenan las maneras en virtud de las cuales el beigao ha causado la ira de otros shen y atraído la atención hacia sus tratos con indeseables espíritus o siervos de los Reyes Yama. Si pueden, los antiguos presentan pruebas de que la otra facción está controlada por akuma.
Después de que los tres antiguos hayan hablado, hacen ofrendas a la corte. Estas ofrendas con frecuencia incluyen talismanes de jade, obras de arte y otros ancianos tesoros con el fin de demostrar que su casa respeta el Gran Principio tanto como sus enemigos abominan de él. Cada presente es descrito y su historia es relatada. A menudo, el más elocuente de los antiguos entreteje una parábola de alguna clase en la descripción del regalo para realzar la virtud de su casa o la villanía de su enemigo. Estos obsequios se hacen en rigor para demostrar el respeto del wu al Camino Quíntuple. Sólo el más vil Mono Corredor osaría sugerir que se trata de sobornos para asegurarse de la buena voluntad de los ministros y ancestros de la corte. Del mismo modo, resulta inaudito que los antiguos u otros de su wu ofrezcan regalos a los otros miembros de la corte presentes; tales invitados no oficiales solo participan en esta ceremonia como observadores. Por otra parte, si el wu está debidamente preparado para esta ceremonia, ya habrán ofrecido presentes a aquellos cuyo favor desean. Una vez los antiguos han entregado sus sustanciales regalos, cada antiguo obsequia una ofrenda de Chi a la corte, ya sea un talismán de jade o sangre para el ancestro mismo. Una vez el Chi es cedido, el ancestro se pone en pie y anuncia que los Cielos han sido llamados, y que en la medianoche de la siguiente luna nueva, las partes citadas estarán en guerra. Este pronunciamiento clausura la corte durante el resto de la noche, pues se considera muy poco propicio continuar con los asuntos de la misma tras la declaración de una Guerra de Medianoche.
Una vez los antiguos han completado la Llamada a los Cielos, resultad difícil para ellos suspender la Guerra de Medianoche sin sufrir un serio bochorno... un desprestigio que puede compararse en gravedad a perder la guerra misma. No hay sanciones oficiales por retirarse de una guerra, al fin y al cabo, pues la guerra es lo más destructivo para los asuntos Kuei-jin, pero ello no quiere decir que las repercusiones derivadas de hacerlo no sean importantes. Pese a la falta de castigos oficiales por retractarse de una declaración de guerra, el malogrado yangao puede verse sujeto a la continua animosidad de aquellos a los que había acusado. Por añadidura, su reputación puede sufrir un grave menoscabo. A no ser que pueda aducir razones convincentes para cancelar su declaración, los demás Kuei-jin tendrán al yangao por cobarde o frívolo. Incluso si puede presentar razones válidas para abandonar su guerra, tales como la recepción de falso testimonio o el descubrimiento de nuevas circunstancias, los agresores aparecen como incapaces de considerar las cosas debidamente en el primer momento. Después de todo, si hubiesen hecho su trabajo adecuadamente, nunca habrían sido engañados por las razones ficticias para la guerra.. o eso dice la lógica. Es un triste hecho de la existencia Kuei-jin que muchas Guerras de Medianoche tengan lugar sólo porque los yangao temen el desprestigio que una retirada causaría.
El Reverendo Tribunal
Cuando una corte declara la guerra, el ancestro de la corte no Llama a los Cielos en su propia corte. En vez de eso, él y sus ministros habrán de viajar a Pekín para Llamar a los Cielos ante el Reverendo Tribunal de la Augusta Personalidad de Jade. Puesto que este Tribunal sólo se reúne una vez al año durante el mes lunar que sigue inmediatamente al Año Nuevo, su cónclave rara vez coincide con las necesidades de la guerra. Por esta razón se permite a las cortes llevar a cabo los quehaceres de la guerra como algo necesario siempre que los antiguos de las cortes viajen a la siguiente asamblea del Reverendo Tribunal y Llamen a los Cielos entonces. No hacerlo así, en cambio, da lugar a la desaprobación y acaso algo peor.
Guerra con los Akuma
Existe una condición bajo la cual el lapso del mes lunar entre la Llamada a los Cielos y la Llamada a los Infiernos puede obviarse. Esto es así cuando los acusadores son capaces de presentar pruebas irrefutables de que el enemigo está controlado por akuma o bien al servicio de los Reyes Yama. Si el ancestro de la corte acepta las pruebas de los antiguos, puede declarar al otro wu tanwu, corrupto, y exigir a todos los miembros de la corte que se unan a la guerra contra él. La forma de proceder varía de corte a corte. En la mayor parte de las cortes más viejas, la palabra del ancestro es ley. En algunas cortes, ha de estar de acuerdo un consejo de ancestros, y en unas pocas, muy occidentalizadas, la cuestión puede incluso someterse a votación. Se trata de una decisión muy seria, y la mayoría de los ancestros siguen un sendero prudente o al menos el sendero que cusa el menor disturbio dentro de sus tierras. En caso de que el wu fuese declarado tanwu, no se pierde tiempo alguno. Las partidas de guerra se preparan y marchan resueltamente a destruir al demonio y todo lo que pueda haber corrompido. Cuando se trata de akuma, el saber tradicional estipula que es mejor dejar que el wu en guerra Llame al Infierno en persona que dar a los akuma un mes para prepararse. Cuando la casa atacante cree que existe suficiente evidencia para que su enemigo sea declarado tanwu, raramente invitan a miembros del wu adversario a la Llamada a los Cielos. Siempre existe la posibilidad de que tales testigos puedan dar aviso.
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