Tercera Ceremonia: Llamada a los Infiernos

¡Bajo los ojos de Anata Thewi, mis hermanos del Wu del Eterno Khon y yo declaramos que libraremos a la faz del Reino Medio de los hia del Wu del Leopardo Sombrío! Las cinco direcciones no los ocultarán. Los cinco elementos no los protegerán. Las cinco sagradas bestias los evitarán. Juramos esto en nombre del Dragón de Ébano y la Reina Escarlata, y por ello, rogamos sus bendiciones.

Un mes lunar después de la Llamada a los Cielos, la corte se reúne para presenciar la Llamada a los Infiernos. A diferencia de la ceremonia anterior, que es toda pompa y boato, la Llamada a los Infiernos es crudamente breve. Los antiguos del wu que declaran la guerra aparecen ante el ancestro de la corte a medianoche y juran que destruirán a sus enemigos y a todos los que les ayuden. Entonces, vierten sangre al interior de un fuego ardiente (el Chi no es necesario), suplican la bendición del Dragón de Ébano y la Reina Escarlata y parten.

Aunque los salones de la corte se declaran inviolables, todos los que asisten a la Llamada a los Infiernos visten según el tradicional atuendo de guerra y acuden preparados para el combate. Las Guerras de Medianoche son peligrosas, y el honor no es tan omnipresente como lo era en eras anteriores. En el caso de que estalle una reyerta, el protocolo exige que los Kuei-jin que iniciaron la lucha sean castigados mediante la pérdida de Chi. Una vez la pelea es contenida y el instigador identificado, es refrenado. Si el instigador es uno de los combatientes, se permite a un miembro de la fuerza adversaria secar la mitad de su Chi. A continuación es expulsado de la corte y abandonado para arreglárselas por sí mismo. Si el instigador es neutral con respecto al conflicto, el ancestro o el oficial de la corte apropiado pueden designar a una tercera parte para recibir el Chi, por lo común un Kuei-jin que fuera herido en la pelea.

Aún si los antiguos no llegan a la corte a tiempo para la ceremonia, la guerra comienza de todas formas a medianoche. Se considera muy poco propicio para una guerra que comience sin la Llamada a los Infiernos. Curiosamente, comenzar una guerra en tales circunstancias se cree desafortunado para todas las partes implicadas, pues si los Infiernos no son propicios, pueden sentirse afrentados y pretender involucrarse por su cuenta. La corte hace a menudo grandes esfuerzos por asegurarse de que los antiguos están presentes a medianoche y amenaza con severos castigos a cualquiera que impida que esta ceremonia sea debidamente oficiada. A veces, la corte se pone sumariamente de parte del yangao si a sus antiguos se les ha impedido asistir a la Llamada a los Infiernos. Esto ha llevado a algún Kuei-jin desesperado o artero a escenificar su propio retraso, mas cuando tal treta es advertida, la ira de toda la corte se vuelve rápidamente hacia los supuestos embaucadores.

Con independencia de los detalles de la Llamada a los Infiernos, después de medianoche entra en vigor el estado de guerra dentro de los dominios de la corte. Todos los Kuei-jin (y todos los shen informados) de la región deben tener en cuenta este hecho elemental. Deben ser cuidadosos en sus tratos, para no ser tenidos por partidarios de un bando. Deben ser conscientes de que si son considerados aliados de una facción, se convierten en presas legítimas de la otra.