-Sun Li, Libro de las Espadas Propicias.
Si bien las palabras de Sun Li son dignas de ser consideradas, los términos de una Guerra de Medianoche manifiestan que un bando es el vencedor sólo cuando el otro bando es destruido. Al final de cualquier Guerra de Medianoche, al menos un Kuei-jin debe alcanzar la Muerte Definitiva, a menudo junto con su wu o posiblemente incluso su corte. A fin de que los yangao, los acusadores, resulten victoriosos, deben triunfar sobre cada uno de los Kuei-jin a los que citaron en la Llamada a los Cielos. Técnicamente, dicho triunfo puede adoptar diferentes formas: votos de sometimiento, rendición, destierro o incluso prisión. De hecho, pocas cortes o wu quedan satisfechos con cualquier cosa que no sea la Muerte Definitiva. Los Kuei-jin son inmortales, y soluciones menos permanentes a menudo proporcionan al vencido tiempo para planear su venganza. En los casos en que el beigao, el acusado, resulta victorioso, debe triunfar sobre cada uno de los yangao. Como los yangao, los beigao rara vez aceptan otra cosa que la total destrucción de sus enemigos.
Cuando otras partes han sido arrastradas a la guerra, su destrucción puede no ser precisa. Los vencedores perdonan según la costumbre a wu inferiores que actuaron movidos por la lealtad y a cualquier otro shen que se viera envuelto a causa de tratados precedentes, aunque puede pedírseles que entreguen una señal de disculpa por cualquier daño que hayan causado. Los aliados voluntarios y subordinados son una cuestión más problemática. En algunos casos, una disculpa formal en la corte acompañada de presentes en señal de arrepentimiento puede suavizar viejas heridas. En otros casos, la guerra continúa hasta que todos los camaradas del vencido han sido exterminados igualmente. En otros casos, la conquista tiene lugar por tan estrecho margen que los campeones dudan de su habilidad para destruir a todos los aliados del enemigo; en tales casos, a menudo aparentan perdonar a estos oponentes con la esperanza de que su magnánimo acto les conceda el tiempo que necesitan para recuperarse. Los vencedores asimismo reciben según la tradición las Pantallas Escarlata y peones mortales de los vencidos, mas en algunos casos, cuando la relación era algo más que Kuei-jin y peón, tales organizaciones pueden ser desbandadas o destruidas en lugar de eso.
El proceder por el que el vencedor opta tras su triunfo con frecuencia determina el estado de la corte no viva después de la guerra. El wu que destruya todo lo que se le oponga puede encontrarse con que el resto de la corte se toma a mal su postura de mano dura y está considerando su destrucción... o puede encontrarse con que la corte le agradece que la purgara de alborotadores. Los wu clementes pueden ser alabados y apreciados por su benevolencia o pueden descubrir que tienen nuevos enemigos aguardando su momento hasta que puedan devolver el golpe a aquellos que mataron a sus amigos. Por el bien de la corte, la mayoría de los Kuei-jin esperan que los vencedores opten por la alternativa correcta.
Toda Guerra de Medianoche se Libra contra los Akuma
Los Kuei-jin tienen un dicho. "Toda Guerra de Medianoche se libra contra los akuma". Como todos los proverbios Kuei-jin, éste es cierto, mas su verdad no resulta evidente. La verdad implícita es que ningún Kuei-jin honorable consideraría nunca dejar que la situación llegue al punto en que la única opción fuese desencadenar el veneno y la destrucción de una Guerra de Medianoche a lo largo de la faz del Reino Medio. Y, sin embargo, las Guerra de Medianoche ciertamente tienen lugar, como cualquier estudiante de historia Kuei-jin puede atestiguar. Puesto que ningún Kuei-jin honorable podría haber comenzado estas guerras, alguien más debe haberlo hecho. Por lo tanto, toda Guerra de Medianoche ha de haber sido provocada por los akuma. Sólo los locos creen de veras eso. Incluso después de las atrocidades de la batalla total de la Guerra de Medianoche, los Kuei-jin necesitan sus ficciones cortesanas para evitar que el conflicto se recrudezca. Necesitan cabezas de turco. Así que señalan a los perdedores (que ya no pueden protestar) y los tachan de akuma. Los vencedores pueden entonces afirmar que han protegido al Reino Medio de otra insidiosa amenaza, cubriendo sus acciones de nobleza.
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