Que dirigentes políticos te deban favores es incluso más útil en las calles asiáticas que en occidente. Las instituciones democráticas o la legislación en cuanto a derechos humanos rara vez realizan cualquier comprobación o estudio que obstaculice el tráfico de influencias, y esta situación hace que los políticos asiáticos sean aún más despiadados. Bastante a menudo, "el abandono" que sigue a una derrota política significa como mínimo acabar en la celda de una prisión. El régimen entrante se saca de la manga cargos de corrupción, y no hay nada más que hablar. Los Kuei-jin con influencia están, por tanto, jugando con fuego. El Catayano debe estar atento a escuchar si alguna de sus poderosas conexiones mortales necesita que se ocupe de cualquier situación, ya que las posibles derrotas políticas pueden acabar en purgas en las que todos los socios y aliados del perdedor encontraran el mismo desagradable destino.
En la política asiática, estar en el lado equivocado significa, incluso en la mejor de las situaciones, sufrir un acoso sin fin y tener grandes problemas para conseguir hasta la más básica cooperación por parte de las instituciones del gobierno y de los negocios privados. Llega hasta el pinto de acabar siendo un paria en lo que a materia oficial se refiere, y no estará muy lejos de la verdad todo aquello que pueda concebir el Narrador para complicar la vida a estas personas. La utilización de estas ideas dentro de cualquier juego concederá un nuevo nivel de peligro y complejidad a la crónica. Por esta razón, debes estudiar las consecuencias de su uso antes de introducirlas. Oficiales maquinadores e ingeniosos juegos de poder no constituyen el verdadero nivel de acción que debería tener como objetivo un juego de las calles, pero eso no quiere decir que no puedan ocupar un lugar en tú crónica. Es posible limitar el enfoque geográfico de tu juego para obtener mayor ventaja de las sugerencias anteriormente mencionadas. Ya sea estableciendo la crónica en un distrito, en un pequeño país como Singapur o en una única extensa ciudad como Saigón (Ho Chi Minh), el menor ámbito de juego y la mayor escasez de los recursos disponibles para el gobierno, hacen menos probable que los vínculos políticos de un personaje le permitan desbaratar los cuidadosamente elaborados planes de un Narrador. Incluso así, los jugadores deberían ser forzados a pagar un precio por esta ayuda, y quedarán involucrados en los más bajos juegos políticos; el gato y el ratón peleando entre partidarios políticos en busca de apoyos y fondos en las calles.
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